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Reciclamos más de lo que nos reconocen

José Luis Gallego

La experiencia me ha demostrado que a la hora de promover la participación ciudadana en el cuidado y la mejora del medio ambiente, el exceso de datos entorpece el conocimiento. Pero es que además, si esos datos son erróneos o carecen del necesario rigor, pueden generar desconfianza y servir de escusa a los ecoescépticos para empuñar su consabido y previsible discurso del “lo veis, ya os lo decía yo: nos están tomando el pelo”.

De ahí que los últimos datos sobre tratamiento de residuos en la Unión Europea que acaba de dar a conocer Eurostat (la oficina de estadística de la Comisión) y que sitúan a España por debajo de los objetivos europeos de reciclaje fijados para 2020, hayan animado a los ecoescépticos a clamar que el sistema de recogida selectiva en el que participamos cada vez un mayor número de ciudadanos comprometidos con el medio ambiente es un fracaso. Algo que no solo no es cierto, sino que es injusto.

Basta con echar un vistazo a esos datos para concluir que, no solo entorpecen el conocimiento, sino que lo pervierten. Para empezar hay que señalar que a la hora de realizar este estudio se han empelado cuatro modelos distintos de homologación de datos, mezclando conceptos incomparables entre sí por pertenecer a sectores diferentes. Resultado: cifras tan sorprendentes como ficticias, pues ni atienden a un criterio común ni han sido tratadas con una metodología homogénea. 

Por ejemplo, para calcular el porcentaje de reciclado de residuos comerciales (una fracción muy importante) unos países han sumado los datos de los que se recogen de manera privada en los comercios y otros no. Solo con ese dato el porcentaje de reciclaje total atribuido a España hubiera subido hasta el 40%, a tan solo dos decimas de la media comunitaria. Estamos hablando de las cajas y embalajes que genera la distribución, esos que una vez convertidos en residuo se recogen en las plantas de Mercadona, Carrefour, Zara, El Corte Inglés y el resto de grandes superficies y en los pequeños comercios de las ciudades para ser conducidos a las plantas de reciclado. Millones de toneladas de materiales recuperados que España no ha sumado y otros países sí.

Más cosas. Echemos un vistazo al líder en reciclaje de la UE. Eslovenia, con un 55%. Sorprendente. Sobre todo si tenemos en cuenta que este país sólo gestiona de manera controlada 287 kg/hab de los 414 kg/hab que genera, por lo que sólo ha presentado los datos del 68% de sus residuos ¿Por qué? Muy sencillo, porque el resto va a vertido incontrolado y como ese epígrafe no figura en las tablas de cálculo de la UE pues no cuenta. 

Otro dato curioso es el de Estonia, que ha pasado de reciclar un 34 % en 2012 a tan solo un 14% un 2013, todo ello sin introducir ningún cambio en su incipiente modelo de recogida selectiva ¿A qué obedece entonces un descenso tan pronunciado? ¿Es que tres cuartas partes de la población han decidido dejar de reciclar así, de un año para otro?  Seguramente no.

En el caso de España el baile de cifras de Eurostat nos adjudica un porcentaje total de reciclado del 30% (20% de reciclaje y 10% de compostaje de la materia orgánica) frente al 42% de la media europea. Un dato bajo, demasiado bajo, como bien saben los que lo utilizan para denostar el sistema y ningunear a los millones de ciudadanos que, cada día en mayor número, reciclamos la basura. Y es bajo porque se ha hecho trampa al evaluar los datos.

Ocurre que en el denominador se suman los datos del 100% de los residuos urbanos generados, mientras que en el numerador solo constan los datos de lo que reciclamos a través de los sistemas conocidos. De ese modo ya podemos ir echando envases a sus contenedores que si a la hora de calcular el porcentaje nos dividen por las toneladas totales de residuos (restos de comida, muebles y trastos viejos, ropa usada, restos de poda y jardinería, material eléctrico y electrónico, escombros, etc) la cifra nunca reflejará el porcentaje real.

Echen por ejemplo un vistazo a este otro dato de Eurostat. ¿Qué nos dice? Pues que en el reciclaje de los residuos de envases hemos pasado del 4,5% con el que partíamos en 1998 (cuando entra en vigor la ley que obliga a separar y reciclar) al 66,5% de 2012. Una alta proporción que nos sitúa al mismo nivel que Francia o Austria, dos puntos por encima de la media de la UE y diez puntos más que países como Suecia, Noruega o Finlandia, a los que siempre se suele acudir como modelo cuando hablamos de gestión eficiente de residuos. Y eso lo hemos conseguido los ciudadanos lata a lata, cartón a cartón y botella a botella.

Por eso les animo a seguir reciclando, como por otra parte vengo haciendo desde 1994, cuando publiqué mi primer artículo al respecto. Porque reciclar es una excelente manera de ayudar al medio ambiente y porque lo estamos haciendo bien, a pesar de que los errores en las cuentas no nos lo reconozcan.

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