'La ronda de noche' vuelve a casa
La vuelta al hogar tiene ese encanto de la lealtad a través del tiempo. Con la recuperación de las obras de arte pensamos además en cierta (y exagerada) justicia poética y un natural (y arbitrario) orden de las cosas. Recordemos, por ejemplo, la odisea a la que se vio sometida una obra tan propia a nuestra historia como lo es el Guernica, y el significado que adquirió su recuperación. Algo parecido ocurrió probablemente cuando La ronda de noche, de Rembrandt, volvió en barca a Ámsterdam el 25 de junio de 1945 tras las idas y venidas a las que la sometieron para evitar la desvastación de las guerras.
El famoso cuadro –titulado en un principio La compañía militar del capitán Frans Banning Cocq y el teniente Willem van Ruytenburg y pintado entre 1639 y 1642– ha estado expuesto durante los últimos nueve años en el ala Philips Wing del Rijksmuseum de Ámsterdam, que no es su lugar habitual. Los responsables de este desajuste son precisamente dos españoles, Antonio Ortiz y Antonio Cruz, arquitectos encargados de renovar el mismo museo de acuerdo a los retos que el siglo XXI le plantea. Pero para tranquilidad de holandeses y puristas, este mes de abril La ronda de noche vuelve
–prácticamente entre algodones– a la sala de honor de la pinacoteca, y la noticia del traslado lleva varias semanas ocupando su hueco en las páginas culturales.
Aprovechando que esta joya vuelve a su sitio en el Rijkmuseum, podemos darle movimiento interno y recordar el film que Peter Greenaway estrenó en el año 2007: The Night Watch (La ronda de noche).
Una teatral, larga y cuidadísima pieza con una impresionante fotografía de mano de Reinier van Brummelen. A pesar de las malas críticas recibidas, la película narra de manera interesante el contexto en el que Rembrandt creó el cuadro, una época difícil en la que perdió a su mujer y a sus tres hijos y tuvo que lidiar con las vanidades de los miembros de la milicia retratada en esta obra. Siempre es sugestivo mirar hacia lo que no se muestra.
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