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Este blog corresponde a Alternativas Económicas, una publicación mensual que te explica la información económica desde un punto de vista social.

El diario griego que rompe tópicos

Una asamblea en la redacción de 'Efsyn'.

Pere Rusiñol

Cuando la crisis llevó a Grecia al borde del precipicio, en 2010, la mayoría de periódicos tuvieron que elegir entre cerrar o someterse a nuevos financiadores más interesados en la propaganda que en el periodismo. En realidad, no fue un dilema original de Grecia, pero sí lo fue la salida que acabó encontrando un grupo de periodistas que no quisieron optar entre lo malo y lo peor: del cierre del diario Libertad de prensa, referente periodístico del centro-izquierda, acabó naciendo en 2012 Efsyn (El diario de los periodistas), un periódico realmente distinto: cooperativo y con voluntad de jugar en primera división, junto a los medios que marcan la agenda.

Esta doble pretensión —fórmula cooperativa y vocación mainstream— para un diario de información general, que exige una logística complicadísima con muchos trabajadores implicados, parecía una utopía, pero cinco años después el proyecto no sólo sigue en pie, sino que parece haberse consolidado sin renunciar a ninguna de las dos patas: las reglas cooperativas se aplican incluso a las rutinas de producción de la información —los periodistas eligen al director y a los redactores jefe en votaciones vinculantes— y el diario es el tercero en ventas, con cifras consolidadas por encima de los 15.000 ejemplares en un mercado periodístico muy fragmentado en Grecia y en caída libre en todo el mundo. Pese a ello, Efsyn ha logrado aumentar su circulación el 18% desde su arranque.

“Nada es perfecto, pero no creo que pudiera volver a trabajar ya en otro medio”, explica en perfecto castellano Cristina Pantzou, veterana periodista que ha trabajado en casi todos los grupos mediáticos griegos y que ahora es uno de los puntales de la sección de Internacional de Efsyn. “Si no hubiéramos optado por la fórmula cooperativa, nadie nos habría apoyado porque todo el mundo y todos los sectores se estaban cayendo a la vez. En cambio, en nuestro caso, la gente se volcó; fue muy emocionante”, explica en la redacción del periódico, en el centro de Atenas.

El compromiso cooperativo tuvo naturalmente sus costes para el bolsillo de los trabajadores, que al inicio se vieron obligados a compensar la falta de capitales con trabajo no retribuido: estuvieron el primer año sin cobrar —una circunstancia por otro lado común también en el sector privado convencional en aquellos momentos de derrumbe—, con el apoyo de voluntarios que tanto podían llevar comida como aportar dinero, ayudar a montar el sistema informático o pintar la redacción. El equipo de la sección de Economía elaboró el plan de negocio y, pese al entusiasmo, las expectativas externas no eran halagüeñas: “En el mejor de los casos nos auguraban que podríamos resistir tres o cuatro años”, señala Pantzou.

Sin embargo, ya van por el quinto año y suman 120 trabajadores socios, con una facturación anual de cinco millones de euros, de los cuales, 1,5 millones (30%) proceden de la publicidad, y las cuentas equilibradas. Los salarios son bajos —800 euros netos al mes, el básico fijado en el convenio colectivo de la prensa—, pero acorde con la situación que atraviesa el país: el poder adquisitivo se ha desplomado en todos los sectores desde 2010 y el salario mínimo es ahora de 680 euros, con una caída del 23%.

Efsyn funciona con un igualitarismo retributivo radical: todos cobran lo mismo, desde los recepcionistas hasta el director, Nicholas Voulelis, una institución del periodismo griego que con setenta años cumplidos sigue al pie del cañón. Sin embargo, el debate es ahora introducir algún tipo de escala salarial en función de las responsabilidades y del grado de compromiso.

El diario ha sobrevivido no sólo a las dificultades económicas, sino también a la decepción política: surgido como la única voz afín a la izquierda cuando Syriza marchaba con paso firme hacia la victoria, ha lidiado luego con los vaivenes del Gobierno de Alexis Tsipras y las escisiones políticas con la receta de la primacía del enfoque periodístico por encima de todo y con el máximo pluralismo posible en la sección de Opinión. “Algunos lectores se quejan porque somos demasiado críticos con el Gobierno, otros porque nos ven complacientes, pero lo importante es que somos independientes”, concluye Voulelis.

El diario cooperativo por excelencia es el berlinés Taz (Die tageszeitung o ‘periódico diario’), nacido en 1978 en sectores próximos a Los Verdes y que cuenta con 50.000 suscriptores. Hasta 1991, el igualitarismo salarial fue total y a partir de entonces se establecieron pluses en función de las responsabilidades.

La crisis ha estimulado el surgimiento de otras experiencias cooperativas en medios de comunicación, incluso en diarios: a la experiencia de Efsyn en Grecia hay que sumar la reconversión en cooperativa de Tiempo Argentino, recuperado en 2016 por los trabajadores tras el anuncio de cierre. La experiencia del primer año es alentadora: con un centenar de trabajadores, es ahora un diario digital con edición impresa de 30.000 ejemplares los domingos.

Barcelona y Madrid se suman ahora a esta tendencia con el nacimiento de Jornada, diario próximo a la izquierda independentista catalana que se propone contar con una edición diaria en papel; el surgimiento en los últimos años de varios medios cooperativos —como Alternativas Económicas, La Marea, Crític y Setembre— y la conversión en cooperativa de medios más antiguos vinculados a los movimientos sociales, como El Salto —impulsado entre otros por el veterano Diagonal— y La Directa.

[Este artículo ha sido publicado en el número 51 de la revista Alternativas Económicas. Ayúdanos a sostener este proyecto de periodismo independiente con una suscripción]

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