Amnistía Internacional es un movimiento global de más de 7 millones de socios, socias, activistas y simpatizantes que se toman la lucha contra las injusticias como algo personal. Combatimos los abusos contra los derechos humanos de víctimas con nombre y apellido a través de la investigación y el activismo.
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Los no convocados para el Mundial de Qatar
La selección española de fútbol logró el pasado domingo su clasificación para el Mundial de Qatar que se celebrará dentro de un año. A pesar de las buenas palabras y ciertos cambios legislativos, trabajar en ese país siendo migrante sigue siendo una pesasilla. Esta es la lista de quienes, a buen seguro, no estarán en la lista de ‘convocados’ para la cita mundialista.
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Como una obra abandonada, las mejoras laborales en Qatar llevan un año paralizadas y, además, han surgido nuevas formas para regatear los derechos de las personas extranjeras que trabajan en este país. Esa es la conclusión de un reciente informe de Amnistía Internacional que, junto a anteriores denuncias, pone en evidencia que para miles de personas este evento -con el que las autoridades del país buscan limpiar su imagen frente al mundo- será cualquier cosa menos una celebración.
Así, entre los “no convocados” figuran todas las personas extranjeras que sobre el papel han visto mejorados sus derechos laborales, pero que no acaban de verlas traducidas en su día a día. Sin derecho a sindicarse, sin poder reclamar condiciones mínimas, sin apenas descansos, sus empleadores más bien parecen sus dueños. Una situación especialmente dura para quienes trabajan las trabajadoras domésticas, que denuncian, además de jornadas de hasta 18 horas, insultos y desprecios.
Como Sara, que al pedir cambiar de trabajo le amenazaron con devolverla a Filipinas. O Zeke, que cuenta que si saben que quieres buscar otro empleo te asignan un puesto en el desierto para que no puedas ni siquiera intentarlo. O Aisha, trabajadora en hostelería, que al negarse a firmar un nuevo contrato su empleador le exigió cinco veces su sueldo mensual por un “certificado de no objeción”, o de lo contrario sería devuelta a su país de origen. O Caleb, que estuvo esperando un año una respuesta del Ministerio de Trabajo para cambiar de sector y al final vio su petición rechazada. Algo parecido cuenta Omar, que después de tres años no consigue dejar de ser guardia de seguridad y convertirse en transportista.
Se ‘perderán’ también el Mundial en Qatar los 20 hombres nepalíes a quienes en abril del año pasado, con la excusa de que les trasladaban para hacerles un test del Covid-19, les expulsaron del país después de tenerlos recluidos durante días en condiciones inhumanas. Y tampoco se puede esperar que quiera, o pueda, ver ningún partido Malcom Bidali, un joven keniano, guardia de seguridad, quien en 2021 estuvo detenido durante un mes y ahora se enfrenta a un juicio por “desinformación”, precisamente por denunciar en un blog las durísimas condiciones laborales que afrontan los dos millones de extranjeros que, como él, trabajan en el pequeño país arábigo.
Según la visión de las autoridades qataríes, no merecerán clasificarse para este mundial las mujeres, tampoco las de esa nacionalidad, quienes en su día a día encuentran obstáculos no solo para divorciarse, salir al extranjero o firmar un contrato (esto nos suena de algo, ¿no?), sino que además en la práctica algunas necesitan permiso de sus tutores hasta para salir de casa. Y desde luego, no se convocará a las personas LGTBI. Qatar es uno de esa decena de países en el mundo donde potencialmente las relaciones homosexuales pueden castigarse con la pena de muerte.
Y hay quienes no solo no van a poder disfrutar en el Mundial, sino que la construcción de sus estadios les ha costado la vida. Aunque no hay una cifra oficial, el diario The Guardian calculó que desde que se asignó el Mundial a este país en 2010, serían alrededor de 6.500 las muertes provocadas por las durísimas condiciones laborales, agravadas por el calor.
Como Manjur Kha, de 40 años, que trabajaba como conductor de camión en turnos de entre 12 y 13 horas al día. Se había quejado de que el aire acondicionado de su cabina no funcionaba bien. En febrero de 2021, se desmayó y murió mientras trabajaba. O como Suman Miah, de 34 años, trabajador de la construcción que sabemos que murió tras una larga jornada laboral. O Sujan Miah, de 32 años, instalador de tuberías en el desierto. Sus compañeros de trabajo lo encontraron muerto en la cama una mañana en septiembre de 2020 tras cuatro días de trabajo en los que se habían superado los 40º. O Tul Bahadur Gharti y Yam Rana, ambos de 34 años. Así hasta 6.500...
Y quienes tampoco están convocados, y seguro que tendrán pocas ganas de ver ningún partido, son los familiares de los fallecidos, quienes además del dolor de la pérdida, deben afrontar su vida en Nepal, Bangladesh, o India, sin las remesas de las que muchas veces dependía su día a día. Resulta particularmente obsceno que un país escandalosamente rico como Qatar no reconozca la causa real de estas muertes, y por tanto deje a miles de familias sin ninguna explicación de lo sucedido y sin una mínima indemnización.
Por lo tanto parece que, a menos que la situación cambie radicalmente en el próximo año, los derechos humanos serán los grandes ausentes del Mundial de Qatar. Desde luego ahora no están, aunque aún se les espera.
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Amnistía Internacional es un movimiento global de más de 7 millones de socios, socias, activistas y simpatizantes que se toman la lucha contra las injusticias como algo personal. Combatimos los abusos contra los derechos humanos de víctimas con nombre y apellido a través de la investigación y el activismo.
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