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Almudena Grandes: “Las mujeres se llevaron la peor parte del franquismo”

Almudena Grandes.

Juan Miguel Baquero

“La mujer, para los republicanos, significaba en sí misma un elemento subversivo, revolucionario, que iba contra lo establecido”, cuenta Almudena Grandes. Pero la guerra civil desgarra ese grado y el régimen franquista mutila la naciente condición social. Un cambio de paradigma que cae con todo su peso sobre las republicanas, curtidas entonces como heroínas anónimas. “La felicidad es una forma de resistir”, enseñan las protagonistas de sus novelas.

La nueva España que nacía con los años 30 del siglo pasado abría caminos inexplorados hasta entonces para la mujer. Autonomía personal, reconocimiento ciudadano, derecho a voto… Con un “enemigo” claro: “la sociedad machista”. El mismo escollo que, con la victoria golpista, sumiría al país en el “patriarcado católico”, resume la escritora.

“Las mujeres se llevaron la peor parte del franquismo, desde que nacían”, dice Almudena Grandes. “Y más allá de los tópicos de las milicianas, de Victoria Kent o Clara Campoamor, las niñas son las grandes desconocidas”. Hijas de familias pobres, huérfanas, de padres encarcelados, “explotables laboralmente” y bajo la tutela estatal. Un “capítulo aparte”, aquellos “niños esclavos del franquismo”.

“¿Qué podía esperar una niña pobre? Ser una fregona, una criada. Era el destino labrado para ellas”, narra la escritora, que ha participado en el V Febrero Republicano en la Universidad de Sevilla con la conferencia titulada Las mujeres en el republicanismo español. Las jornadas, organizadas por Unidad Cívica por la República y Sintonía Laica, han contado con la participación de voces como Lidia Falcón, Mercedes de Pablos o Beatriz Talegón.

Un “claroscuro brutal” de lo que pudo ser la mujer

Casi en fotogramas, Almudena Grandes rescata una escena de la película La hija de Juan Simón, de Luis Buñuel, para describir qué filosofía compartía la España republicana. “En un claroscuro brutal aparece en su debut Carmen Amaya que baila en un tablao flamenco para unos señoritos. Es una secuencia prodigiosa. Termina de bailar, baja y ofrece un vaso de vino a Angelillo”. Quienes pagan la juerga llaman la atención de la bailaora, que se gira y contesta: “mi cuerpo es mío y hago lo que me da la gana”.

Un reflejo, entiende la autora, “de lo que pudo ser la mujer española”. De esa libertad e independencia que las convirtió en “esenciales” para el Estado republicano. Al final de la guerra, pone como ejemplo, “dos de las tres organizaciones de masas más importantes de este país tenían ocupadas sus secretarias generales por mujeres”. Dolores Ibárruri en el PCE y Federica Montseny en la CNT. “Nunca jamás, ni con paridad ni leyes de género, hubo un porcentaje de poder comparable en las organizaciones políticas de España”, subraya.

“El estatuto jurídico de las mujeres españolas era posiblemente el más avanzado del mundo” en la etapa republicana. Y serían “las cuartas con derecho a voto, después de inglesas, australianas y neozelandesas”, enumera Grandes. Luego cayeron de bruces en la oscuridad del patriarcado franquista.

Heroísmo resistente y cotidiano

“Las mujeres fueron muy importantes en el republicanismo español desde mucho antes de que se proclamara la II República. Y hay que tener muy en cuenta el papel que desempeñaron después de la guerra”. Ahí llega el carácter resistente, el heroísmo cotidiano que Almudena Grandes retrata en la serie de novelas que suma Inés y la alegría, El lector de Julio Verne y Las tres bodas de Manolita.

Y en el paréntesis de Los besos en el pan. “La mujer republicana después de la República”. Qué hicieron, cómo sobrevivían. “Me he ocupado mucho de las mujeres republicanas en mis libros” pero no tanto, precisa, “de los tipos más populares”. Personajes que cuentan el mundo rural, “mujeres sin formación ni oficio, criadas para tener hijos”.

O las de la colas en la cárcel de Porlier, “que forman una comunidad y enseñan que la felicidad es una forma de resistir”. Dice Almudena Grandes que era una forma “de gritar a los carceleros de sus maridos, hermanos o hijos que con ellas no iban a poder”. Y la misma “lucha clandestina contra el franquismo hubiera sido imposible sin mujeres”.

Herederas del “pensamiento revolucionario que desemboca en el republicanismo tal como lo hemos conocido”. Mujeres ocultadas en el cajón de la historia, sin reconocimiento. “En España hacen falta muchos homenajes, pero el que más me duele es a estas mujeres que lograron suplir unas carencias hoy inimaginables”, señala. Una memoria resistente, anónima… en femenino, que Almudena Grandes traza en sus libros. “Tengo la suerte de escribir sobre historias que ocurrieron en este país y que nadie conoce. Lo que hago es iluminar zonas oscuras de la realidad”.

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