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Sanidad pública
La burocracia, la precariedad y la falta de médicos, detrás de la huelga de Atención Primaria de Andalucía: “Ya está bien”

Médicos como Álvaro dicen estar al límite de sus fuerzas por la enorme carga de trabajo que padecen

Álvaro López

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Araceli Moreno es médico de familia en Málaga desde 2011. A sus 57 años ha vivido en primera persona cómo se ha ido deteriorando la que es considerada la puerta de entrada al sistema sanitario y este viernes va a la huelga. En su día, la primaria de Andalucía llegó a ser ejemplo de gestión, asegura. Ahora, aquello queda lejos.

El Gobierno de Juan Manuel Moreno se enfrenta desde este viernes a la primera huelga sanitaria que tendrá lugar en Andalucía desde que es presidente. El nuevo Sindicato Médico de Primaria (SMP) ha convocado un parón indefinido, al que este jueves se ha sumado UGT, con el que pretenden visibilizar la mala situación que está viviendo la sanidad pública en la región y especialmente en el ámbito de los centros de salud.

Como sobran motivos para presionar a la Junta de Andalucía, según insisten los sanitarios y padecen los ciudadanos, los profesionales constituyen el mejor termómetro para entender cómo está realmente la sanidad en tierras andaluzas. El sistema tambalea y así lo explican trabajadores del SAS como Araceli Moreno. “Lo que era una atención primaria de calidad en la que se hacía prevención, control de enfermos crónicos, control de pacientes incapacitados, medicina comunitaria... se la han cargado. La han ambulatorizado porque se prima la cantidad de enfermos a ver y no la calidad de cómo se ven”. Araceli, que dice estar enamorada de su trabajo, no esconde que siente que atiende a los pacientes como si de una cadena de producción se tratara. “No es para nada gratificante para el profesional y puede ser un peligro para el ciudadano”.

“Quien dirige esto expulsa a los médicos”

La lista de problemas que sufre a diario es casi interminable. Agendas inabarcables, mucha burocracia y falta de personal son los grandes ejes sobre los que giran estos males. “No hay médicos, dicen, pero lo cierto es que quien dirige esto, los expulsa. De todos los residentes de familia que salen todos los años, ninguno se queda en atención primaria porque solo le ofrecen de contrato los tres meses de verano. Se van a donde le ofertan contratos más largos y/ o donde le pagan mejor, dominan idiomas y no dudan en irse fuera de España donde están más valorados y mejor pagados”.

Araceli sabe bien de lo que habla porque durante dos años ha sido tutora de residentes y tuvo que dejarlo precisamente porque sus propias condiciones laborales le impedían dar una formación de calidad. Por otra parte, faltan recursos económicos, según denuncia: “La atención primaria está infrafinanciada, se lleva años pidiendo más financiación, los políticos se pasan la pelota de unos a otros, hay que acusar tanto al gobierno central como a las comunidades autónomas de una inacción total al respecto, recordando que las competencias sanitarias están transferidas”.

Uno de los grandes mantras al que suelen recurrir los gobiernos regionales es el de solicitar que haya más plazas de MIR para paliar la falta de médicos. Al respecto, Araceli duda: “¿Para qué? ¿Para firmar buenos médicos para el resto de Europa? Mientras no les mejores los contratos con estabilidad y les pagues como se merecen, van a estar emigrando o yéndose a la privada”.

Más tiempo para salud y menos “a escribir en ordenador”

Precisamente uno de esos profesionales que ha pensado en marcharse es Álvaro García, médico de familia en Cádiz, que con apenas 41 años confiesa que ha sopesado mucho la idea de dejar su oficio. Su edad, en comparación con la de Araceli, permite incidir en uno de los aspectos que más preocupan al sector sanitario de Andalucía. Álvaro tiene aún 25 años de carrera por delante, pero Araceli ya encara su última década profesional. Se calcula que la mitad de los médicos de familia que hay en la región se jubilarán en la próxima década y son muchos los que como Álvaro quieren irse o directamente se marchan cuando empiezan a obtener los primeros contratos. Un mal que no se está revirtiendo cuando además falta plantilla.

Álvaro García lleva desde 2009 en el SAS y sabe lo que es acumular contrataciones precarias, hasta el punto de que, década y media después, aún trabaja en la sanidad andaluza como temporal. Por eso, empatiza con los MIR que deciden abandonar. Cree que los problemas “son muchos y muy complejos”, tanto que incluso los pacientes pueden verlos con facilidad aunque no desempeñen su trabajo. “Parece que estamos en consulta casi que solo a demanda. Llega el paciente y se va resolviendo la cosa conforme van llegando. Estamos dejando de lado la prevención y no podemos explorar e indagar en el ámbito comunitario o de las familias”.

“Nos gustaría hacer programas para la comunidad sobre la obesidad o los jóvenes, pero ahora mismo no se pueden hacer”. Álvaro muestra su malestar porque el trabajo que desempeñan tiene más de funciones administrativas que de profesional de la salud. “Nosotros queremos ver a nuestros pacientes y hay veces que llegan descompensados y nosotros tardamos en derivarlos al hospital porque hay tanta demora en las consultas que al final se desesperan”. No obstante, también reconoce que por parte de los ciudadanos también hay un problema a la hora de acudir a consulta por cuestiones que no serían urgentes, taponando la asistencia del resto de personas.

Por otro lado, lamenta que desde el sector farmacéutico no se está permitiendo que se den “ciertos fármacos que antes sí se daban y muchas veces acuden los pacientes a pedir recetas”. Hay, a su juicio, “una burocracia excesiva”. Como profesional de atención primaria desearía poder dedicarle más tiempo a la salud y menos a “escribir en el ordenador”; la situación sería sustancialmente mejor. Pide que estas funciones sean derivadas a otros trabajadores de los centros de salud.

Tal es el panorama al que se enfrentan cada día con pacientes que se les encaran, les insultan o les amenazan, que se ha generado el cóctel perfecto para que muchos sanitarios estén desarrollando problemas de salud física y mental. “Yo he visto a una compañera mía echarse a llorar porque quería dejar el sistema y yo mismo he querido dejarlo. De hecho, me estoy formando en otras cuestiones por si algún día me decido a dejar la profesión”. Por todo ello, dice que han de parar porque “ya está bien”.

Huelga indefinida

Si bien los sindicatos de la mesa sectorial se habían descolgado de la convocatoria, UGT se sumó este mismo jueves a la iniciativa, y desde el SMP confían en que varios cientos de profesionales detengan su actividad. Algo que podría notarse mucho, teniendo en cuenta el déficit de plantilla que padece la atención primaria.

Las razones para esta huelga indefinida son varias y todas ellas se resumen en que el panorama es “muy grave”, tal y como lo define el SMP. “Faltan médicos. Las condiciones de trabajo y la sobrecarga en numerosos centros de salud son tan malas que ha generado un problema de disponibilidad de profesionales para numerosos sitios y de accesibilidad a nosotros. Hay plazas de medicina de familia y de pediatría cubiertas por médicos sin especialidad, plazas de pediatría cubiertas por médicos de familia, plazas al descubierto de forma permanente o por ausencia del titular”.

A todos esos problemas hay que sumar que los sanitarios más jóvenes, recién graduados, tienden a marcharse a otras comunidades autónomas, a otros países o a integrar la sanidad privada porque les ofrecen mejores contratos tanto en sueldo como en estabilidad. Además, “en las zonas rurales la situación tiene mayor gravedad porque las grandes ciudades suelen ser más atractivas para trabajar y porque no suele haber hospitales privados cerca a los que acudir mediante un aseguramiento para solucionar los problemas más acuciantes de salud”. Sin la atención primaria, las poblaciones más pequeñas sufren un “colapso asistencial”.

Por todo ello, a pesar de haberse quedado sin el respaldo de la mayoría de los sindicatos que integran la mesa sectorial que negocia el día a día de la sanidad andaluza con la Consejería de Salud, el SMP ha decidido pasar a la acción y convocar un parón que se inicia este viernes y que no tiene fecha de finalización. No la tiene porque entienden que deben presionar al Servicio Andaluz de Salud (SAS) para que se tomen cartas en el asunto, sobre todo teniendo en cuenta que en el horizonte hay otra huelga convocada por el Sindicato Médico Andaluz (SMA) para el 27 de enero, que se llevará a cabo si en la reunión prevista entre Salud y los sindicatos para el 26 de enero no se desbloquean acuerdos de mínimos para reformar la situación de la primaria en la región.

Así que, a partir de este viernes, él y más sanitarios de la atención primaria, harán lo propio para presionar y recuperar una atención médica que está pasando su peor momento en Andalucía.

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