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Juan José Téllez

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La Línea de la Concepción (Cádiz) lleva 60 años esperando a que alguien vote por ella: 63.365 habitantes en busca de autor, desde que en 1969 chaparon la Verja de Gibraltar y sanseacabaron los perros atados con longaniza. Desde que naciera como una suerte de dormitorio junto a la fortaleza dieciochesca de Gibraltar, donde nadie ajeno a la misma pudiera pernoctar, la ciudad fue creciendo hasta constituirse en municipio a finales del siglo XIX pero sin prácticamente término municipal.

Los carteles de simplemente Juanma y de Juan Espadas ondean de un extremo a otro del perímetro, cuelgan de las farolas o se asoman a grandes paneles publicitarios. También, en menor proporción, lo hace el retrato con los brazos cruzados y acogedores de Inma Nieto y de Juan Antonio Delgado, el guardia civil que estuvo destinado en la comarca y que encabeza la lista gaditana de Por Andalucía.

O el rostro panorámico de Macarena Olona: “Yo voy a votarla –afirma Manuel, un treintañero que pasó de la colla del pescado a la del tabaco de contrabando, en la humilde pero digna barriada de La Atunara--. Viva o no viva en Salobreña”. No le importa que Vox prometa mano dura contra casi todo: “Para mano dura, la del Gobierno, que nos ha llenado todo esto de policías, en vez de puestos de trabajo”, masculla desde la barra de aluminio de una cantina inoxidable.

Una ciudad gobernada por un partido localista

Los cien mil andaluces que, según el historiador Rafael Sánchez Mantero, vivían del contrabando con el Peñón a mediados de aquella centuria la convirtieron en una tierra de promisión incluso durante la hosca posguerra civil española. A la velada y fiestas, que dieron en coincidir dramáticamente con el 18 de julio de 1936, le llamaron luego La Salvaora, porque era la única localidad de la devastada España de los 40 y 50 en la que los feriantes podían salvar sus muebles.

Cuando la diplomacia franquista decidió luchar contra el colonialismo británico, aislando a los colonizados y convirtiendo en turistas a los colonizadores, La Línea apenas se benefició del Plan de Desarrollo del Campo de Gibraltar, que reservó las principales industrias para los términos de San Roque, Los Barrios y Algeciras, mientras que allí se instaló una empresa textil, Confecciones Gibraltar, que a la postre resultó ser un fraude.

Los 10.000 empleos que tuvieron en el Peñón los españoles –en su mayoría linenses—se esfumaron de un día para otro, porque el patriotismo de la época exigía el sacrificio humano de patriotas. Ahora, cincuenta y tantos años después, Vox fue el segundo partido más votado en las elecciones generales de 2019: 5.814 sufragios, el 24,2% de los votos, frente a los 7.543 electores socialistas, con un porcentaje del 31,4% sobre el total. Eso sí, sólo votó la mitad del censo.

En las municipales de ese mismo año, meses antes, Vox había quedado relegado a la quinta posición, el PP quedó en tercer lugar con 1.431 papeletas y el PSOE, como segunda fuerza, con 2.771. Arrasó La Línea 100x100, un partido localista encabezado por el actual alcalde, Juan Franco, con 15.823 votantes. “A nuestros afiliados y simpatizantes les hemos dicho que voten con conciencia y que el votante considere cual es la candidatura más positiva para nuestra ciudad”, resuelve Juan Franco, instalado en una cómoda mayoría absoluta desde la que ha lanzado una iniciativa para convertir a La Línea en una Ciudad Autónoma, que pretenden independizar de Andalucía pero no de la provincia de Cádiz.

La tramitación ante el Consejo de Ministros del referéndum necesario para ello está en el tejado de la Junta de Andalucía, pero Franco y los suyos han sacado este asunto de la melé electoral. Claro que por allí tan sólo ha pasado una de las candidatas al Palacio de San Telmo, la algecireña Inmaculada Nieto, cabeza de lista por Málaga de Por Andalucía. También lo hizo el presidente en funciones y candidato a la reelección, Juan Manuel Moreno Bonilla, del Partido Popular. Sólo que su visita fue, según sus propias palabras, institucional y se produjo justo la víspera del chupinazo de salida de la campaña.

Moreno Bonilla, con La Balona

“Me cogió con que no podía hablar, porque yo estaba recién operado de un pólipo en la garganta –evoca el alcalde--. Nosotros estamos reivindicando el tema de Ciudad Autonómica, le envíamos hace dos meses y pico un escrito al presidente de la Junta para que diera traslado al Consejo de Ministros, pero transcurrido este plazo, no hemos tenido conocimiento por parte del Gobierno andaluz. Sacar esto a pasear en plena campaña autonómica puede provocar una distorsión en la misma, pero en cuanto pase, mandaremos otro escrito”.

Su partido se presentó a las municipales con la promesa de convocar un referéndum para sacar adelante esta iniciativa. A su juicio, no es descabellado, ya que la situación local frente a Gibraltar supone “un hecho diferencial que no tiene ningún municipio en todo el territorio nacional; España mantiene una reivindicación territorial activa respecto al Peñón”. Esa circunstancia, sumada al alto desempleo, el narcotráfico y la economía sumergida como alternativa para el dinero fácil, el contrabando de tabaco, la baja esperanza de vida y altos niveles de fracaso escolar, suponen “un cóctel diabólico”, según sus palabras, que merece “una atención diferenciada”.

“Lo de la Ciudad Autónoma, al menos, ha servido para llamar la atención”, sostiene Juan José Uceda, ya jubilado y fundador, en su día, de la Asociación de Trabajadores Españoles en Gibraltar (Asteg).

A él, le sorprende que Moreno Bonilla sólo apareciera por allí para solidarizarse con la parroquia de San Bernardo que había sufrido un reciente incendio y para posar con la camiseta de La Balona, en espera de que su gobierno financie las obras de rehabilitación del estadio de fútbol local que, en pleno franquismo, alguna vez llevó el nombre de José Antonio Primo de Rivera: “Aquí no ha venido nunca Moreno Bonilla a contactar con los colectivos sociales. Otros presidentes sí lo han hecho. Y eso que los responsables locales del PP lo han intentado por todos los medios”.

“Yo creo que no ha venido nunca porque ve que no hay mucho por lo que luchar. No merece la pena venir a La Línea. A los partidos fuertes no debe interesarles si aquí seguimos votando de esa forma absurda”.

“No entiendo cómo van a votar a Vox”

De los trabajadores transfronterizos que cruzan a diario la Verja, 9.950 son españoles y 5.055, de otras nacionalidades comunitarias. Con una plantilla de 15.000 empleados, Gibraltar es la mayor factoría de la comarca. Por ello, a Uceda, tampoco deja de sorprenderle que haya trabajadores españoles dispuestos a votar a Vox, cuando el partido ultraderechista ha reiterado su intención de cerrar la frontera, tirando piedras sobre su propio tejado.

“Alguien que depende de su puesto de trabajo en Gibraltar, no entiendo cómo va a votar a Vox, que viene haciendo alarde de cerrar la frontera como única salida al problema de Gibraltar –remacha Uceda--. Eso no lo entiendo. En La Línea, hay mucha gente que es fanática de Vox y que, ahora, se les descubre realmente esa ideología. Pasan por alto todo lo negativo que tiene Vox, lo disculpan. La Línea va a seguir teniendo problemas, gobierne quien gobierne. La Línea no se va a recomponer nunca. Nos hacen falta diputados que estén en el Parlamento de Andalucía pero, por ahora, tenemos que depender de los de San Roque, Algeciras, Los Barrios. Así que los linenses hemos votado a todas las siglas posibles, incluyendo en su día al GIL. Ahora, hay quien habla de recomponer el partido de Jesús Gil, aunque ya no exista Jesús Gil. Dejaron endeudado al Ayuntamiento hasta las trancas pero yo te aseguro que el que fue su alcalde, Juan Andrés Juárez, aparece por aquí y la gente empieza a darle abrazos y besos, como si siguiera siendo el salvador que nunca fue”.

Ortega Smith llegó a llevarse hasta la sede del partido en Madrid una de las piedras que formaban parte del arrecife artificial que crearon los gibraltareños para preservar la pesquera pero que perjudica a unos cuantos pesqueros linenses que seguían faenando en el canal de Poniente, entre aguas fecales, la única zona libre para la pesca que había dejado expedita la Autoridad Portuaria de la Bahía de Algeciras.

El estigma del narcotráfico

El único candidato de Vox que se ha dado un garbeo por La Línea ha sido el cabeza de lista provincial, Manuel Gavira, acompañado por el diputado nacional José María Figaredo. Para evitar suspicacias, Vox le ha puesto sordina a sus propuestas de cierre fronterizo –algo harto improbable cuando es la Unión Europea quien negocia ahora con Gran Bretaña la supresión de la Verja—y se ha centrado en las reivindicaciones pesqueras, que también son controvertidas: “Los sucesivos gobiernos han impedido que estos pescadores sigan faenando porque han cedido al chantaje de los piratas del Gobierno de Gibraltar y no han tenido el valor suficiente para adoptar las medidas necesarias para que estas familias puedan seguir trabajando en estas aguas gaditanas”, afirma el candidato de Vox, aunque en la zona de levante siga habiendo numerosos pesqueros que salen a la mar, sin tener necesidad de volver a puerto de extranjis con una caja de tabaco de contrabando a bordo.

Gavira habla de que su partido es “la alternativa” a los otros “que han condenado al Campo de Gibraltar”. Lo cierto es que, de empleo, nunca anduvo bien La Línea, que en los años 80 llegó a superar la cota del 40 %de paro y ahora tampoco está para tirar cohetes. Los datos de la estadística 'Indicadores Urbanos 2022' muestran que en el ranking de los diez municipios con mayor tasa de paro estimada en 2021, lidera la tabla Linares (30,9%), seguido de La Línea (30,3%). Javier Sánchez Rojas, presidente de la Confederación de Empresarios de la Provincia de Cádiz, calcula que la economía sumergida de dicha circunscripción se mueve precisamente en torno al 30% del PIB, sin incluir al narcotráfico.

Conchi Álvarez González, profesora de primaria jubilada, acaba de guisar para 13 invitados. Nada extraño si se tiene en cuenta que dispone de ocho nietos, “nueve con un ucraniano al que hemos acogido”. Ella es la presidenta de Despierta, la coordinadora contra la droga que lleva más de treinta años luchando contra el narcotráfico en una ciudad marcada por dicho estigma. Aquellas mujeres se levantaron para hacer frente a un largo cementerio de jeringuillas, con cadáveres tan jóvenes como desguazados por el caballo: “Yo entré en el 91. En el 89, se habían fundado los pañuelos verdes, las madres contra la droga. José Chamizo, que todavía no era Defensor del Pueblo, nos hizo una jugarreta y nos metió allí -sonríe, divertida-. En un principio, era todo cuestión reivindicativa, salir a las calles, denunciar los puntos de venta pero luego entramos en la cuestión de la prevención. Como muchos pertenecemos a la rama educativa, la prevención nos parecía importante. Ahí cambió todo. Nos hemos dedicado a trabajar en colegios, en institutos. Ahora, desde la pandemia, es un horror porque no te dejan entrar en ningún centro. Hemos empezado a ampliar campos. Veíamos también que nuestros usuarios tenían muchas necesidades primarias sin cubrir y abrimos la parte social. Estamos dando comida, van a ducharse, servicio de lavandería, de ropa, para que puedan sentirse personas. Es una lástima pero nuestra sociedad no tiene cubierta esa parte, mucha gente en la calle que son carne de la droga y de lo peor que existe; da mucha lástima. Se sienten infravalorados. Piensan que no sirven para nada. Cuando se dan cuenta de que sí, se empoderan y milagrosamente se crecen”.

En una situación social tan extrema, no extraña que la exclusión termine en el hampa: “Es fácil poner la mano y cobrar de un narco. Por eso es tan importante la educación en valores, en los niños. Para que no sigan diciendo que por ocho horas de trabajo voy a cobrar mil euros, y por un rato dando un aviso, voy a cobrar tres mil. Las personas tienen que tener unas ideas muy claras; más los jóvenes, que quieren tener las tecnología habidas o por haber, quieren vivir con ropa de marca”.

Ahora las adiciones no sólo estriban en las drogas clásicas el hachís, la marihuana, la cocaína, la metanfetamina, la droga de diseño, o el rebujito: “La heroína menos, aunque se habla de un repunte”. “Necesitamos planes de educación que contemplen de forma seria la prevención de adicciones. A todo ello, ahora se nos han añadido las drogas sin sustancia, todas las nuevas tecnologías, en las que el juego es tremendo. Que lo digan, si no, las tarjetas de muchos padres, que de buenas a primeras desaparece el dinero de forma espontánea”.

La asignatura social pendiente

Ella echa de menos aquel viejo tren que llegaba hasta Campamento, en San Roque, o que mejore el tren que une a Algeciras y a su puerto con el resto del mundo: “Cuando llegué a La Línea en el 66, la gente decía que había una mano negra que no dejaba progresar a la ciudad. Vaya tontería, me dije. Ya no lo sé tan seguro. No se a quién le interesa que La Línea no tire para arriba como un pueblo cualquiera”.

“Es una ciudad que tiene un potencial muy grande y no se sabe aprovechar: 14 kilómetros de playa, ¿quién los tiene? Esa costa que se podría aprovechar para el turismo de una forma importante, nada de nada. Las personas vienen aquí, especialmente los funcionarios, para irse. Están un tiempo, cogen los puntos necesarios y se largan”.

Por eso, Conchi también reclama un plan integral para el Campo de Gibraltar, que reconozca su singularidad. El de seguridad llegó para quedarse, con el refuerzo de cuerpos y fuerzas de seguridad o de juzgados, pero las demandas sociales siguen siendo una asignatura pendiente: “Interior y Justicia, parece que han empezado a reforzarse, pero que estén coordinados es otro cantar. Sin embargo, nos faltan recursos en educación, salud, asuntos sociales y fomento. Todos esos ministerios se tienen que poner de acuerdo para mejorar esto”.

Más del 50% de abstención

Hay 63.365 habitantes censados en La Línea, como el bailaor David Morales, hijo predilecto de la ciudad, que actualmente se encuentra en Caracas, desde donde predica que “La Línea necesita más atención de la que se le presta”. La ciudad donde vivieran Imperio Argentina y Camarón de la Isla –su viuda, Dolores Montoya “Chispa” sigue regentando una mercería en la calle del Teatro-, sigue acogiendo a la familia del diseñador gibraltareño John Galliano, caído en desgracia, después de dictar la moda de la alta costura europea. Pero de allí salió hace mucho el actor Ángel Garó, el excelente poeta José Lupiáñez o la cantautora Carmen Boza.

Mitad y mitad de hombres y mujeres. Un 20% de la población tiene menos de veinte años y un 17 % ya está jubilada. Allí viven 4.824 extranjeros, de los que los británicos suponen el 21 %.

En las últimas autonómicas, hace tres años y medio, el censo electoral ascendió a 48.556 personas, pero, de entre ellas, 28.577 se abstuvieron. Entonces, el PSOE consiguió 9.374 votos –a Juan Espadas tampoco se le ha visto por sus calles--, pero Ciudadanos no le fue a la zaga, con 8.284 papeletas, mientras que el PP consiguió 6.284 y Vox fue la cuarta fuerza, con 5.572, seguidos muy de cerca por Adelante Andalucía, con 5.354. Con este mapa electoral, no sorprenderá que la derecha, en sus dos variantes, pueda hacerse con la supremacía electoral el próximo domingo.

La Línea del Brexit

Mientras tanto, sindicatos y empresarios de ambos lados de la Verja han creado un Foro Transfronterizo en torno al Brexit; el Brexit duro que pretende aliviarse con un Tratado que fije las relaciones entre Gran Bretaña y la Unión Europea en torno a Gibraltar, lo que podría conducir a eso que la diplomacia llama “área de prosperidad compartida”.

“La Junta de Andalucía propuso 112 medidas contra el Brexit y el Gobierno central hizo las suyas. El balance que hago en estos planes no es positivo –se queja el alcalde, Juan Franco-. Son planes que se sacan con el argumento de que hay una situación especial en la comarca, y se meten temas que estamos de acuerdo que son importantes pero que no tienen que ver con el Brexit. Por ejemplo, una de las medidas era una mejora en maternidad de Punta Europa, que me parece bien, por supuesto, pero no tiene nada que ver con el Brexit, o es que no me estoy enterando. Entre las medidas de la Junta, quedan muchas cosas por hacer pero se está avanzando bastante en el PGOU; ha sido un logro la gestión del distrito sanitario que ha supuesto mejor atención a nuestro hospital linense, aunque sigue teniendo muchas carencias. Hay otras que han mejorado. Por ejemplo, se ha llevado una actuación importante en la barriada Gravina, en 150 viviendas sociales, o con el dragado del puerto pesquero de la atunara y otras actuaciones que están ahí, como el desdoble de la carretera del Higuerón, o el plan especial de empleo, pero los de formación y educación están pendientes”.

A Franco le preocupa el curso de las conversaciones del Tratado de Gibraltar, sobre todo cuando Boris Johnson, el primer ministro británico, se desmarca del acuerdo sobre la frontera de Irlanda del Norte, lo que puede disparar la confianza comunitaria en sus compromisos diplomáticos: “Estoy muy preocupado. A mis cortas entendederas, al ver el telediario, parece ser que el Gobierno de Johnson propone una reedición de lo ya firmado. Si son capaces de tocar eso, son capaces de cualquier cosa. Llegará un momento en que la Unión Europea se va a cansar. No soy analista diplomático, pero la sensación es que el Reino Unido está intentando dilatar en la medida de lo posible las negociaciones y nos tocará un Brexit duro”.

“Aquí, nos hablan de zona de prosperidad compartida y en seguida se extiende de La Línea al Campo de Gibraltar, luego a Cádiz y ahora, se supone que llegará a toda Andalucía y a Ceuta. En cierta forma, el Brexit ha estado siempre, desde que se reabrió en 1985. Si no, hubiera sido una frontera normal y no habríamos estado luchando porque bloqueaban las fronteras con colas interminables, y las mercancías tenían dificultades en cruzar. Teníamos esa condición propia de los británicos de no aceptar el acuerdo aduanero, el problema era la bandera británica en Gibraltar. Me pregunto, si éramos frontera europea con dos banderas europeas, una británica y otra español y teníamos ese Brexit, ¿qué puede esperarnos si no llegan a buen puerto las conversaciones? La frontera que hemos tenido aquí no existía en Irlanda, en ningún otro lugar. Ahora, tenemos ese Brexit con cierta moderación y, al menos, hay unos acuerdos que recuerdan que hay que cumplir todo lo que existía con Europa respecto a lo laboral. Se va a seguir con esos acuerdos, la gente va a tener los derechos adquiridos hasta Nochevieja, los contratos de trabajo de antes, la tarjeta europea sanitaria E1, la misma que deberíamos llevar los españoles a Portugal, a Francia o a Italia. Eso, en el peor de los casos. Pero en Gibraltar empiezan a hablar de recesión y ya hay despidos de españoles en atención domiciliaria, porque se dan prioridad a saber inglés y a vivir en el Peñón, por las características especiales de ese empleo, dicen”, lamenta Juan José Uceda.

Así las cosas, hoy por hoy, el mayor cartel electoral sigue siendo la estatua de bronce de un trabajador español en bicicleta, al pie de la Verja. Ahora, eso sí, van a incorporar otra estatua en la que se vean a dos mujeres saliendo de la Roca. Como hace dos siglos.

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