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La “cronificación” de la pobreza en Andalucía, la secuela menos sanitaria de la pandemia

La pobreza empuja cada vez a más personas a buscar restos útiles entre la basura.

Javier Ramajo

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Las dificultades económicas de los hogares andaluces han crecido en pandemia. Así se desprendía de la última Encuesta de Condiciones de Vida del Instituto Nacional de Estadística (INE). Y los porcentajes coinciden bastante con la realidad que transmiten a este periódicos dos personas que conocen bien y de primera mano la situación de miles de personas que, en estos tiempos, han visto cómo su economía ha sufrido las derivadas del virus. Agustín Vidal-Aragon, presidente del Banco de Alimentos de Sevilla, y Mariano Perez de Ayala, presidente de Cáritas Andalucía y director de Cáritas de Sevilla, atienden situaciones complicadas de personas o familias que no pueden salir adelante siquiera con lo más básico y que se ven obligados a acudir a estas organizaciones allí donde las administraciones se supone que no llegan.

Agustín Vidal-Aragon, a la luz de las cifras de la mencionada encuesta, observa “una situación que se va convirtiendo en crónica”. “En España, en general, y en Andalucía en particular, de alguna manera la situación de la pobreza se va cronificando”, zanja ante “unos niveles altos de pobreza”. “Andalucía está económicamente muy posicionada en sectores que han sufrido mucho con la pandemia. Y se nota mucho. Y algunos sectores dependen mucho de la movilidad, de que haya libertad de movimiento, y eso hizo, sobre todo la primera etapa, que se agravara especialmente la situación. Percibimos que se está produciendo un incremento del riesgo de pobreza, hasta el punto de que nos encontramos con que muchas personas mayores, aun teniendo pensiones, tienen necesidades no cubiertas”, considera.

Precisamente, la nueva situación económica conlleva unos nuevos perfiles a sumar a los que ya hacían uso de este tipo de recursos. “Estamos comprobando una cosa relativamente inédita: personas jóvenes con cierta formación, o incluso con mucha formación, pues también viven esta situación de una manera importante”. La evolución y el crecimiento de la pobreza, y de los índices de personas en situación de riesgo, también está afectando mucho a las personas mayores, confirma el presidente. Canarias (15,6%), Andalucía (14,8%) y Extremadura (12,7%) fueron las comunidades autónomas con mayores porcentajes de personas que llegaban a fin de mes con “mucha dificultad” en 2020.

“Nosotros teníamos un perfil de personas marginales y un perfil de personas que estaban afectadas por una situación de empleo precaria o por encontrarse en un desempleo de la larga duración. Y ahora se empiezan a poner de manifiesto otros perfiles, fundamentalmente jóvenes con empleos precarios o temporales, perfil de jubilados y de personas mayores con ingresos insuficientes que no pueden hacer frente a lo que es el coste de la vida normal y de las necesidades básicas, familias con hijos menores incluso a su cargo, con sectores ligados a la necesidad de movilidad y que han visto mermadas sus posibilidades de ingresos. Son perfiles nuevos que están apareciendo y que están cronificando”, señala.

Esta es la situación que se vive, teniendo en cuenta que el Banco de Alimentos cubre una necesidad básica como es la alimentación. Por desgracia, no es una situación nueva. “En el año 2007 atendíamos aproximadamente a unas 20.000 personas, pero casi todas de un perfil sociodemográfico y económico bastante similar: personas en riesgo de exclusión, en situaciones muy precarias, población marginal desde el punto de vista de su formación, de sus condiciones de vida, etc”. La anterior crisis trajo una situación de paro y de desempleo “muy grave” que hizo que el Banco llegara a atender algún año “a 70.000 personas en los momentos más duros” que, con la recuperación económica, fueron bajando a unas 48.000 personas atendidas, según Vidal-Aragón. “Se habían conseguido reducir y mitigar los niveles de necesidad, y habíamos llegado a un valle, con unos niveles mucho más altos que los de 2007, pero con ese perfil de personas en situación de desempleo relativamente jóvenes, incluso con hijos dependientes, que se habían quedado en el paro y que no habían podido salir de él con la recuperación”, explica.

Y llegó la pandemia

Y a todo eso se le sumó una pandemia. “Ha habido momentos en que hemos estado atendiendo a 62.000 personas aproximadamente y ahora con una actividad económica en fase de normalización atendemos a unas 50.000 personas, es decir, con unos niveles de agudización otra vez más altos de los que teníamos con la salida de la crisis anterior”, cifra el presidente del Banco. Según sentencia, “los niveles de pobreza están aumentando, yo creo que eso es claro”.

Según indica, “hay muchas situaciones que, después de cada crisis, se clarifican, pero muchas personas no logran sobreponerse”. “Hay una mayor diversidad de perfiles sociodemográficos que se ven afectados por estas circunstancias, bien porque tienen un salario precario o porque tienen empleos temporales muy complicados, o bien porque porque son mayores y tienen unos niveles de pensiones muy bajos, o bien porque viven en una situación de paro cronificada”. Unos perfiles, según añade, que se unen a ese perfil original que “de personas marginales”, y que supone “una situación social y demográfica normalizada en todas las áreas geográficas y en todos los barrios de la ciudad”.

“La situación es proocupante, tanto por lo que queda por venir como por lo que se ve”, augura. “Si la encuesta se hiciera con los niveles de ingresos del último año, los datos que arrojaría serían peores. No hemos salido todavía. La actividad económica no se ha recuperado. Sigue habiendo muchas personas en situación de ERTE y todavía hay mucha incertidumbre con la pandemia, con lo que eso puede significar de alargamiento de la situación. Pensamos que todavía no se han manifestado todos los daños derivados de la pandemia de una manera clara y no sabemos lo que se va a poder recuperar, lo que se va a cronificar de una manera más a largo plazo. Es la duda que tenemos en este momento”, explica Vidal-Aragón.

Acerca de cómo puede evolucionar esta difícil situación para miles de familias, el presidente del Banco de Alimentos de Sevilla comenta que “ha habido un nivel de ayudas públicas y privadas muy importante en todo este período dirigidas a mitigar los efectos de la pandemia que tienen que tener solución de continuidad antes o después”. “Si pasados unos meses, cuando estas medidas hayan tenido una solución de continuidad, la actividad económica no se ha recuperado de manera clara, pues yo creo que vamos a ir entendiendo que vamos a tener un incremento de las personas que se van a quedar en el camino en esta crisis otra vez, no sé hasta qué nivel, pero la situación es preocupante”. Según detalla, “está mucho más contenida esa evolución con las medidas de carácter temporal y extraordinario que por la recuperación real de la economía española”.

“Vamos dejando cada vez más gente detrás”

A Mariano Perez de Ayala, presidente de Cáritas Andalucía y director de Cáritas de Sevilla, no le sorprenden algunos datos de la ECV porque su organización viene “evaluando la situación”, teniendo en cuenta que se entró en la pandemia “con unos niveles de pobreza y exclusión bastante altos”, con “estudios que decían que un 18% de la población andaluza estaba en situación de exclusión y un 11% en situación de exclusión severa”. “La pandemia ha venido a agravar todavía más esa situación, golpeando además fundamentalmente a la gente en mayor situación de exclusión, porque son personas con economías muy precarias, normalmente trabajando en la economía informal, que vieron cortados sus ingresos y algunos no los han recuperado. El INE ha venido a confirmar los datos en los que nosotros venimos trabajando”, apunta.

“Andalucía, desgraciadamente, sufre una situación estructural, ya de antiguo, con unos altos niveles de pobreza y exclusión, con una economía y un tejido productivo muy débil que, en cualquier circunstancia adversa, se desencadena en un tsunami. Ahí están los índices de paro, los problemas que se están agudizando de pobreza infantil o en relación con la vivienda, que nos preocupa mucho. Hay un 25% de familias en Andaucía que, una vez que satisface los gastos de vivienda, se quedan en la absoluta situación de indigencia. La subida de alquileres o el pago de los suministros, de luz fundamentalmente, es otro tema que nos preocupa, pues son todos factores que están incidiendo gravemente en la situación”.

Acerca de causas y perspectivas, Pérez de Ayala alude a “problemas estructurales derivados de carencias en el modelo de desarrollo económico de Andalucía”. “Y luego están las causas coyunturales, desde la crisis financiera del año 2009, que provocó a su vez una crisis económica, y ahora la situación de pandemia, que socialmente nos está dejando unas secuelas que van a tardar tiempo en curarse. No cabe otra que reforzar los mecanismos de solidaridad social”, considera el representante de Cáritas.

Respecto a la responsabilidad de las administraciones, Pérez de Ayala indica que “el Ingreso Mínimo Vital puede servir de ayuda para muchas familias, o los sistemas de renta que han puesto en marcha muchas comunidades autónomas, la posibilidad de incrementar las ayudas por ejemplo al alquiler, la contención del gasto en los suministros energéticos, etc. Después están los programas de entidades de acción social que podemos realizar para intentar ayudar a la gente”. Según cncluye, “la pandemia está haciendo engrosar la lista de familias en exclusión”. “Vamos dejando cada vez más gente detrás, y eso nos preocupa mucho, y ahí tiene que haber un esfuerzo fuerte de las administraciones para que el menor número de ciudadanos lo sufra”, añade finalmente.

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