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Caperucita roja y los cinco lobos feroces
Érase una vez una niña con una pañoleta roja al cuello que caminaba sola por el bosque de la ciudad iluminada bajo luces de fiesta y estrellas de colores. En un momento de la noche se sienta en un banco, y al poco tiempo se le acerca un lobo, después otro, luego lo hace un tercero, al rato llega uno nuevo, y al momento se le aproxima otro lobo más… En total cinco lobos, una manada.
Los cinco se ofrecen a acompañarla para que ningún otro animal pueda atacarla, hasta que en un momento determinado la meten en un portal y se abalanzan sobre ella. Pero unos cazadores que andaban cerca oyeron ruidos y se dirigieron corriendo hasta el portal, y al ver la escena, cuando se dirigían a ayudarle, uno de ellos detuvo al resto y les dijo que no hacía falta que le ayudaran, que “ninguno de los lobos estaba utilizando la fuerza y la intimidación”.
Colorín, colorado, este cuento se ha acabado.
Y sí, se ha acabado porque resulta difícil de creer, incluso como cuento.
La OMS define la violencia como “el uso deliberado de la fuerza o el poder, ya sea en grado de amenaza o efectivo, contra uno mismo, otra persona o un grupo o comunidad, que cause o tenga muchas probabilidades de causar lesiones, muerte, daños psicológicos, trastornos del desarrollo o privaciones”. Como se puede ver, no es necesario recurrir a la fuerza física para generar una situación de violencia, y menos aún de intimidación, algo tan claro que el propio juez Llarena justifica la existencia de un delito de rebelión en Cataluña al hablar de violencia como “demostración de fuerza y disposición a usarla”.
A raíz de los elementos que caracterizan los hechos, lo ocurrido con el ataque llevado a cabo por los miembros de “la manada” básicamente tiene dos posibilidades, o se trata de una relación consentida o se trata de una violación. La explicación intermedia en que han basado la sentencia resulta complicada de aceptar. Veamos los argumentos relacionados con cada una de ellas.
1. Relación consentida:
Los hechos son incompatibles con una relación aceptada de forma voluntaria por la víctima dadas las consecuencias que han tenido sobre ella, que fue encontrada sola y sentada en un banco en estado de shock. Esta reacción es propia de sucesos traumáticos graves capaces de provocar una impacto serio sobre la persona atacada, hasta el punto de dejarla paralizada tras el asalto durante un tiempo más o menos prolongado. Por otra parte, la descripción que hacen los propios agresores de la actitud de la víctima durante los hechos, no se corresponde con la de una persona que llega a esa situación de forma voluntaria, dentro de un contexto de diversión y fiesta en el que se decide mantener relaciones sexuales con los hombres que forman parte de él.
2. Relación no consentida:
El shock que presentó tras los hechos, tal y como hemos indicado, es propio de una situación traumática que en ningún caso puede deberse a la simple contrariedad o arrepentimiento por la decisión adoptada, ni a factores secundarios, como puede ser la difusión de las imágenes grabadas, tal y como se ha dicho. Para que aparezca la víctima tiene que haber vivido un suceso que genere un importante impacto psicológico, unido a la vivencia de que del mismo se podrían haber producido consecuencias más graves para su salud y vida.
Del mismo modo, si como dice la sentencia, no había consentimiento ni tampoco violencia o intimidación, no tiene sentido que esa falta de voluntad para mantener las relaciones sexuales, unida a la ausencia de circunstancia alguna que le impidiera expresar su contrariedad con lo que estaba sucediendo, no se tradujera en la expresión del rechazo de alguna manera y en algún momento. La pasividad de la víctima a la que se refieren se debe al miedo y a la intimidación, no a la aceptación de los hechos.
En esas circunstancias, si hay un consentimiento por parte de ella a mantener relaciones sexuales con los cinco hombres como parte de un contexto de diversión, tampoco tiene mucha lógica que ante la actitud pasiva de ella, ellos no demandaran una participación más activa y acorde con la decisión mutua de mantener las relaciones sexuales en ese contexto de ocio. Lo cual demuestra que ellos eran conscientes del significado de los hechos.
Un significado claramente relacionado con la violencia, puesto que cuando terminaron los mismos autores se encargaron de quitarle el móvil y destruir la tarjeta SIM y las tarjetas de memoria del terminal en una actitud claramente defensiva.
Todo forma parte de un relato, como si fuera una nueva versión del cuento clásico, ahora titulado “Caperucita Roja y los cinco lobos feroces”, porque feroces eran los cinco hombres de “la manada” que se llevaron a la víctima a un portal para mantener relaciones sexuales no consentidas con ella, algo que sólo pudo suceder, a tenor de lo que cuenta la sentencia, con violencia e intimidación, pues hubo exhibición y uso de fuerza y poder, así como la percepción de una disposición a utilizarla con más intensidad en caso de que se hubiera resistido.