Andalucismo de luces largas

Andalucía ni tiene idioma, ni es independentista, ni falta que le hace, para tener fuerte identidad. Esta provocación burlona siguiendo lo escrito de Lola Flores por el New York Times en 1953 -“ni canta, ni baila, pero no se la pierdan”- transmite una verdad innegable. En un mes, el 28 de febrero, se cumplen 40 años del referéndum en el que los andaluces dijeron que no aceptarían menos derechos que las “comunidades históricas” al pasar de dictadura a democracia. Que para histórico, el menosprecio y atraso al que se nos venía sometiendo.

Hoy Andalucía vuelve a asomarse al abismo de la irrelevancia. Hoy tres factores de riesgo coyunturales se unen al histórico centralismo de la derecha: el encaje de Cataluña, necesario y urgente para España; la negociación con el PNV imprescindible para el Gobierno progresista y sus presupuestos; y la idea que podrían tener PSOE y Unidas Podemos de que, siendo Andalucía tierra progresista, pese a este año de gobierno PP y Cs apoyado por Vox, cederá.

Ha sido una constante de las directivas nacionales de las derechas estos 40 años el desprestigiar el autonomismo, criticar la descentralización que gestiona los servicios públicos cerca de los ciudadanos, clamar por recentralizar. Para malestar de sus dirigentes regionales, abundan las declaraciones de responsables del PP para que la sanidad, educación o medios de comunicación sean centrales. Lo que quiere decir, de Madrid. Como si, por el contrario, no estuviera la realidad demasiado polarizada entre la capital y Barcelona mientras se eclipsan las necesidades, pero también las aportaciones y oportunidades, del resto del país. Y nosotros, “los periféricos”, que somos la mayoría, estamos hartos.

Se prevé subida de Vox y descalabro de Ciudadanos

Pues bien, el Centro de Estudios Andaluces, dependiente de la Consejería de Presidencia de la Junta, acaba de publicar un barómetro según el cual si las autonómicas se celebraran ahora volvería a ganar el PSOE (27,28% de votos), seguido del PP (24,5%). Pero la gran diferencia está en que Vox pasaría de quinta a tercera fuerza (16,16%), seguida de Adelante Andalucía (15,57%) y a costa de Ciudadanos (que se desploma del 18,28% al 10,54%).

Vox es anti-autonomías declarado y las quiere derogar. Si hoy, puntal externo de la Junta, quiere imponer al PP y Cs en sus pactos la censura en los colegios, ¿desinflará las autonomías de ser consejeros?

Una Junta de derechas y una Andalucía de izquierdas

Las direcciones regionales de PP y Cs, si de verdad creen en el Estado de las Autonomías, deberían protegerlo. Pero el PSOE andaluz y Adelante Andalucía también tienen hondos retos y ni un segundo que perder. Reemplazar a Susana Díaz como líder socialista es inexorable, como ya sus compañeros evidencian. Priorizar que se aprueben los presupuestos del Estado es sensato, pero si acto seguido no aceleran la sucesión, flaco favor harán a Andalucía, al proyecto progresista nacional y a sí mismos. Aquí se perdió la Junta por algo y ese algo no es que Andalucía haya dejado de ser de izquierdas.

En las elecciones municipales de 2019, el PSOE obtuvo el Gobierno de 458 Ayuntamientos del total de 786, un 60%. Y en 398 por mayoría absoluta. El reparto en los 82 municipios de más de 20.000 habitantes -donde viven 4,3 millones de andaluces, la mitad- es de 41 alcaldes para el PSOE por 30 del PP, 5 de Adelante Andalucía, 2 de Ciudadanos, 2 andalucistas y 1 independiente. De las ocho diputaciones, sólo Almería y Málaga corresponden al PP y el PSOE lidera Huelva, Sevilla, Cádiz, Córdoba, Jaén y Granada. En las ocho capitales y doce ciudades de más de 100.000 habitantes la elección es casi al cincuenta por ciento. Y en las autonómicas ganó el PSOE y las encuestas dicen que volvería a hacerlo.

Pero, ¿el PSOE-A ha resuelto, este primer año tras los 37 en que gobernó, las causas por las que el 41, 35% de andaluces se abstuvo el 2 de diciembre de 2018? Unos 2.602.546 se quedaron en casa frente a 3.691.859. Recordémoslo.

Cambios en el PSOE-A y acción en Adelante Andalucía

Susana Díaz debería haberse ido ya. El PSOE-A no tiene un problema personal. Su reto es rearmar su proyecto de avance social, que la gente vuelva a creer que con ellos habrá desarrollo y transparencia. Y Díaz, que tanta desconfianza inspira en el propio PSOE desde sus manejos para poner y echar a quien hoy es presidente del Gobierno, no puede aglutinar para ganar. Es el último eslabón del agotamiento de un proyecto, no un reinicio ilusionante.

Teresa Rodríguez, líder de Adelante Andalucía (AA), sopesa si se presenta a la reelección en Podemos, en marzo, u opta por AA como partido, mientras el responsable de IU Andalucía, Toni Valero le achaca que así debilita el proyecto y no respalda el gobierno PSOE-UP. Es un tema complejo porque IU bien podría estar escarmentada de los pactos con el PSOE tras el de 2012 con el presidente Griñán donde no tuvieron margen para grandes logros antes de que Susana Díaz los despachara. Es cierto que dividir el voto de la izquierda nunca ha sido camino para gobernar y ser útil a los miles que en las calles claman por la sanidad. Pero también que diluirse en partidos nacionales que ignoran y relegan a Andalucía tampoco es admisible. ¿Se puede tener el peso del PSC en el PSOE y de En Comú Podem en Podemos?

El autogobierno, hace 40 años, lo ganó la ciudadanía frente a los planes de la política de Madrid. Hoy dar un sólo paso atrás es intolerable para la comunidad más poblada de España -con un millón más de habitantes que Cataluña, dos que Madrid, tres y medio que Valencia-, con más habitantes que 13 de los 27 miembros de la UE y tanto que avanzar en empleo y progreso.