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Más madera
¡Es la guerra! Por lo menos para la izquierda, llamémosla así. Groucho Marx es una de las mejores fuentes de inspiración para interpretar, no solo la izquierda española, podríamos incluir también perfectamente a la italiana, entre otras.
En un lugar cercano adonde Iñigo Errejón se presentaba y también de donde Juan Luis Cebrián y Pablo Iglesias presentaban un libro, compartía conversación con amigos exdiputados ocupándonos del asunto. Como aún no sabíamos nada, especulábamos sobre el nombre, al rato revelado. Las apuestas iban desde “De Madrid al cielo” hasta “Ancha es Madrid”, pasando por “Madrid empieza en los Pirineos” y otras ocurrencias, todas en ese tono de cachondeo que suele utilizar la gente de izquierda cuando no tiene ni puñetera idea de lo que pasa, es decir, casi siempre. Nos lo podríamos haber ahorrado si alguno de nosotros hubiera tenido la idea de buscar en los registros, en donde estaba apuntado desde mayo. Pero, ¿quién se lo iba a imaginar?
Como si estuviéramos esperando el sorteo de la lotería, en este caso del Niño, el premio salió pronto e inundó la red: la gracia del neonato partido era Más País. El nombre se las trae, más ese día en el que Iglesias compartía sillas con Cebrián, su azote paisano antaño. Y poco más, el líder de un partido regional de Madrid que fue el cuarto en resultados en las últimas elecciones, de lleno metido en el fracaso de las izquierdas que han dado como resultado la emergencia del tripartido colombino en el gobierno de la comunidad, daba el salto fuera de Vallecas. ¿Quién se lo hubiera esperado?
Errejón tenía razones para estar feliz, no había tenido obstáculos como en Vistalegre 2, había conseguido que su partido regional sintonizara con su gusto y decidiera competir, casi a la búlgara, en la Champion española, y su persona, sin apenas despeinarse, era el encargado de dirigir su nave como número uno por Madrid. Su acompañante en sus últimos empeños, aún colgando de algunos balcones capitalinos, Manuela Carmena, saludó el propósito con entusiasmo pero de listas, de momento, nada.
También sabemos que en una especie de España Suma del otro bloque, los diputados que salgan, que el experto Narciso Michavila cifra en nueve, estarán por formar gobierno con Pedro Sánchez, se supone, sin apenas negociación, ni Carmen Calvo mediante; menos trabajo para el Rey y su artículo 99 de la Constitución, pero...
Pues resulta que los números demoscópicos no dan. Ni Sánchez va a sacar mayoría absoluta, ni Iglesias se va a hundir, ni parece que el bloque yeyé, en el que incluyo a Albert Rivera, esté dispuesto a sumar. Sánchez no sé si duerme pero al menos ya sabe que a Errejón y a Miguel Ángel Revilla los tiene seguros. Algo es algo.
Me recuerda a otra película, no de Marx, española de fiel tradición y realismo castizo: “Las que tienen que servir”. A todo esto sin programa, pero quién los lee; sin dinero, pero quién no debe; eso sí: con mucha seducción mediática. Para esto hay que servir, no todo el mundo está dotado para ello.
Lo de Más País es de alcance limitado. España, ese país evocado, tiene cincuenta provincias pero se presentará solo en algunas. Poco país: de momento, más Madrid que otra cosa. Dicen los “masistas” que no se presentan en todas para no dividir a la izquierda, o sea, que los que se presentan en las cincuenta la dividen. Andan trajinando con unos y otros periféricos. El resultado final tiene una carta de navegación, los resultados de Vistalegre 2. Como la navegación de Rosa Díez se aclaraba con los datos de su fallido asalto a la secretaría general del PSOE. También sedujo lo suyo, no había empresa demoscópica que se preciase que no la considerase la política más valorada.
Al final, las encuestas, tan buenas como las de siempre, aunque falta ya un Tezanos, aseguran que Errejón perjudicará incluso más a Sánchez que a Iglesias. Por algo se dice que los experimentos, mejor con gaseosa. Mayoría clara, sí, y dos huevos duros: otra afirmación marxiana espectacular.