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La resignificación del Valle de los Caídos como obligación internacional

La familia de Franco plantea la inconstitucionalidad de los Reales Decretos para la exhumación del dictador

Ruth Rubio

Quienes acusan de “necroshow” la salida del Valle de los Caídos de los restos del dictador Francisco Franco, donde fueran enterrados con honores de Estado hace casi 44 años, ignoran que a lo que en realidad España está dando cumplimiento es a una obligación de carácter internacional asentada en el derecho a la reparación que reconocen los derechos humanos. Y es que, de acuerdo con los principios y directrices básicos sobre el derecho de las víctimas de violaciones manifiestas de las normas internacionales de derechos humanos a obtener reparaciones -principios aprobados por Resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas el 16 de diciembre de 2005-, la reparación consta de cinco modalidades que incluyen la restitución, la indemnización, la rehabilitación, las garantías de no repetición y la satisfacción de las víctimas. Las víctimas y familiares de víctimas que este jueves sintieron satisfacción al observar la salida de los restos del dictador de ese lugar que se construyera para conmemorar “la gloriosa cruzada” tenían pues, en el sentido más estricto, un derecho humano a hacerlo.

De acuerdo con la teoría de los derechos humanos, la satisfacción es una modalidad compleja de reparación que incluye, entre otros, la revelación pública y completa de la verdad de lo ocurrido; la búsqueda de las personas desaparecidas y de los cadáveres de las personas asesinadas, y la ayuda para recuperarlos, identificarlos y volver a inhumarlos según el deseo explícito o presunto de la víctima; una disculpa pública que incluya el reconocimiento de los hechos y la aceptación de responsabilidades, así como actos conmemorativos de homenajes a las víctimas.  ¿Cómo reconciliar pues con esta obligación internacional que los restos del dictador siguieran yaciendo junto a los de las víctimas de la Guerra Civil y de la dictadura, muchos de ellos recuperados de fosas comunes y trasladados sin consentimiento de familiares, algunos identificados y otros aún por identificar?

Ante esta realidad, no es de extrañar que el entonces Relator Especial de Naciones Unidas sobre la promoción de la verdad, la justicia, la reparación y las garantías de no repetición, Pablo de Greiff, en su informe a la Asamblea General con ocasión de su misión en España (A/HRC/27/56/Add.1) en 2014, destacara la necesidad de resignificar el Valle de los Caídos, un lugar que se había constituido en lugar de exaltación del franquismo, criticando que la Ley de Memoria Histórica (Ley 52/2007) hiciera sólo referencia de forma general a las normas que habrían de regir el sitio y los objetivos de la fundación gestora. En el informe, el Relator alababa el que se hiciera una Comisión de Expertos para el Futuro del Valle de los Caídos en el 2011, subrayando la importancia de resignificar el sitio y explicar a todos los visitantes el origen de este monumento y su contexto sociopolítico. En su estado actual, destacaba el Relator de Naciones Unidas, el lugar no proporcionaba ningún tipo de información o señalización que explicase la prevalencia de simbología franquista y fascista y la exaltación del campo “vencedor” de la Guerra Civil. Nada daba cuenta de que fuera construido con el trabajo forzoso de miles de presos políticos bajo condiciones inhumanas. Tampoco se ofrecía información sobre los cuerpos de las casi 34.000 personas que ahí estaban inhumadas ni se explicaba por qué el general Francisco Franco había sido inhumado ahí sin ser víctima de la Guerra Civil.

El sitio podía ser aprovechado y “resignificado”, concluía el Relator, “con técnicas y pedagogías adecuadas, en favor de la promoción de la verdad y la memoria, con función educativa y preventiva. Pero difícilmente podrá pensarse como un lugar en favor de la paz y la reconciliación mientras predominase el silencio sobre los hechos relevantes al contexto y origen del sitio, y sobre todo, mientras siguiera en el centro del monumento la tumba con flores del dictador”.

Hoy queda mucho recorrido para que el Valle de los Caídos cumpla plenamente los requisitos que exige la reparación plena de todas la víctimas de la Guerra Civil y del franquismo de acuerdo con los estándares de los derechos humanos, pero ya no está ahí la tumba del dictador, ni sus flores, para justa satisfacción de las víctimas, por obligación internacional. 

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