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Segunda vuelta contra la extrema derecha

Valls rechaza acuerdos con Vox

Javier Aroca

No, no es que me haya pasado a la crónica pelotera. Son cosas de Emmanuel Valls. Según el político catalán, en Francia se pudo resistir a la extrema derecha gracias a la perfección del sistema electoral francés, es decir, ça veut dire, a la segunda vuelta. Así fue: los partidos galos vieron amenazados los valores republicanos y se conjuraron contra la amenaza ultraderechista de Le Pen.

Valls anda predicando contra la alianza de los suyos, Ciudadanos, con la extrema derecha en Andalucía. Se teme lo peor, es decir, que de ella se vaya al traste. Pero poco caso le hacen los riveritas; de hecho, acaban de nominar a Garicano, vicepresidente de los liberales europeos, candidato a las europeas por el partido catalán de origen.

Otra oportunidad

La idea del candidato a la alcaldía de Barcelona ha sido comprada al momento por la mayoría de los analistas, miembros de gabinetes, cabilderos y politólogos en activo. Oxígeno. Empezando por Susana Díaz. La lideresa andaluza se da otra oportunidad. Si no remonta en las municipales de primavera, se planteará retirarse.

La izquierda, en general, se da otra oportunidad. Nada de autocrítica. Entiende que el votante de izquierdas se ha echado una siesta, no ha acudido a votar en Andalucía y, si despierta, no hay peligro, se salvan. Pero no es por ellos, será por el chachachá. Es cuestión de esperar otra oportunidad; total , son cinco meses.

Resistir en los pueblos y ciudades y en ese reducto de lo orgánico en que se han convertido las Diputaciones provinciales sin que el oportunismo de Ciudadanos píe -recuerden a Garicano por la televisiones- . Ellos, que querían suprimirlas.

En Andalucía, además, el socialismo vernáculo y resiliente, piensa que es el tiempo de cochura necesario para que Pedro Sánchez se cueza en el caldo catalán. Se equivocan, creo. Ahora con otra excusa. Hasta los sondeos performativos de la prensa sinfónica lo aseguran sin darse cuenta.

Un sondeo de Sigma-Dos para El Mundo titula a bombo y platillo que la abrumadora mayoría de votantes de PP y Ciudadanos prefiere un Gobierno de “centro-derecha” con la extrema derecha, a otro de Susana Díaz. Trampa. Todas las letras de extrema derecha, sin comillas, son mías. Pero no destaca ni insiste en un aspecto relevante. La mayoría, un 39% de los encuestados, creen que la pérdida andaluza del paraíso se debió a la mala gestión de la Junta y no a la gestión del conflicto catalán. Esta cifra sube al 42,4 entre los votantes del PSOE y asciende al 56,6 entre los votantes de Adelante Andalucía, es decir, en sus territorios. Nada de Catalunya. La abstención o el voto disparatado no tienen su origen en el conflicto catalán sino en la nefasta gestión del PSOE en el Gobierno andaluz. Otra cosa es que Catalunya haya movilizado a la derecha. Sin duda.

Sin embargo, entre los partidarios de Susana Díaz y en las baronías gobernadas por los opositores a Pedro Sánchez, se sigue con el mantra de Catalunya. Sobre todo en Andalucía el socialismo dominante sigue queriendo pescar en el caladero de la derecha, extrema derecha, olvidando que es la izquierda, sobre todo mediante la abstención militante, la que les ha dado la espalda, y no por Catalunya ni Pedro Sánchez. De este error participa también el Podemos mesetario, con aires gramscianos, empeñado en competir con las señas de identidad y símbolos de la derecha, renunciando a construir las propias, inalcanzadas, o nuevas de la izquierda.

En fin, llegará la segunda vuelta. Si los abstencionistas se movilizan, lo será por miedo, no por la ilusión creada por la izquierda resistente, sillonera o aspirante a la comodidad socioliberal insistente. Así podrá atrasar su irremediable decrepitud, pero no mucho. En todo caso, la extrema derecha está aquí y no sólo en Vox; el discurso, al menos en parte, del nuevo PP y del oscilante Ciudadanos navega con comodidad, y a veces vergüenza, pero navega, por el discurso de la nueva extrema derecha.

Europeísmo versus euroescepticismo

Las elecciones europeas serán, por primera vez en la historia del proyecto europeo, ideológicas. El europeísmo, de izquierdas y derechas, que tanto bien hizo por Europa, teme a la extrema derecha euroescéptica. En ese teatro político europeo, la derecha moderada- la de Casado está en el monte - tendrá que competir con un candidato, de Ciudadanos socio de la extrema derecha de Le Pen y otros cubiertos por la estrategia de Steve Bannon y el trumpismo aterrizado en Bruselas. Incluso la prensa americana advierte del paso franco a la extrema derecha por parte de la derecha española en Andalucía.

La segunda vuelta puede dar aire a algunos dirigentes españoles, barones y baronesas. Pedro Sánchez puede convertirse, sin quererlo ni comerlo, en el único dirigente español pontífice frente la extrema derecha. Los independentistas catalanes quizá tengan la oportunidad que les falta para volver de la locura. Pero lo paradójico es que Valls no está ante una segunda vuelta sino ante la primera porque, si va a las municipales en Barcelona con Albert Rivera, aliado de la extrema derecha , no tendrá una segunda oportunidad. Será la única , tal vez la última. Una primera vuelta.

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