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La dignidad andaluza no la congela el 4D
Ayer fue 4 de diciembre toda la jornada.
Fue 4D, como si no hubiera otro desde el 77, como si los andaluces nos acordáramos, de pronto, del día en que decidimos no ser menos que nadie y gritamos que no al furgón de cola, costara lo que costase, que fue un alto peaje, como toda lucha importante: la vida de Manuel José García Caparrós. Sólo que, claro, ya el 10 de julio del 36 -una semana antes del golpe militar a la República- sonó en la Alameda de Sevilla el actual himno de Andalucía que habla de una tierra en pie, por sí, el país y la humanidad. Y esa médula de dignidad no nace sino que es reflejada por Blas Infante.
Tan honrado décadas después de asesinado, como maltratado en vida al punto extremo de finiquitarlo (algo tan corriente aquí que vale para estandartes del 98 y 27), Blas Infante guardaba en su memoria un canto religioso-jornalero-de siega desde que iba al colegio de los Escolapios en la malagueña Archidona. ¿Algún eco reciente chirría ahora? ¿Una interferencia se cuela en la hermosa historia que sobre nosotros nos contamos? Repito: Archidona. Quinientos seres humanos, al menos un menor, están encarcelados en ese municipio sin que se les impute delito; sólo han cometido una falta administrativa en su modo de emigrar que no lleva aparejada pena de prisión.
¿Qué clase de bandera agitamos en los fastos en que se nos azuza a exhibir la dignidad esencial del pueblo andaluz? Quiero creer que en esto, como se clamó el 15M de 2011, por la corrupción y el austericidio, el poder político-mediático tampoco representa el sentir ciudadano. Quieren echarnos a pelear -a golpe de topicazo que es lo único que ellos creen que se nos da bien- contra otros territorios, sobre todo con vascos y catalanes. Va de suyo que “recaudar según la capacidad y repartir en función de la necesidad” es presupuesto clave de la justicia social y de un sistema de convivencia progresista. Pero es el tándem PSOE y PP el que estos cuarenta años se ha turnado en el podio de sus vueltas ciclistas a rueda de nacionalistas, convergentes y peneuvistas, consagrando la brecha en financiación y, por tanto, en educación, sanidad, servicios.
En las exigencias sociales, en la estrategia para conseguir un desarrollo mayor y mejor, los ciudadanos de todo el Estado tenemos que estar unidos, reclamando lo justo y necesario: desde que en este país, sol de Europa, no paguemos por la luz más que nadie, hasta que la juventud más preparada de nuestra historia deje de emigrar, o aquí haya destino alternativo al de explotados kelly de hotel y tira cañas de barra.
Si de vergüenza y dignidad hablamos, podemos abrir hoy, ya, ahora, el tema de cómo hacer la digestión con las decenas, cientos de congéneres, hermanos nuestros, ¡aunque sean negros! que están llegando cada semana a esas playas que vendemos como destino paridisíaco en las ferias de turismo del mundo entero. Hombres, mujeres y niños, vivos ¡y muertos! Porque cada vez nos parecemos más a Lesbos (Grecia), a Lampedusa (Italia) y en el Mediterráneo central, salvando vidas, con sus propios fondos y riesgos, están los catalanes de Proactiva y el proyecto conjunto Maydayterraneo de los andaluces Proem-Aid y los vascos Salvamento Martítimo Humanitario. ¿Dónde está la Administración, estatal y regional? ¿Qué pasos están dando? Además del ya clásico recular y echar a la administración superior en jerarquía la responsabilidad. Algo que no llevará a nada bueno pues en la cúspide está Trump -con Putin deseando destronarle-.
Somos carne de efeméride. No genéticamente, por adoctrinamiento, antes y después del 92 de Juegos olímpicos y Expo. A alguien le pareció eficaz y fácil organizar los programas educativos, la agenda informativa, cultural, política en torno a una lista de nombres y fechas. Se pasa pronto de una pompa a otra, sin tiempo a romper la cáscara y llegar al germen transformador de la sustancia. Gracias al Centro Andaluz de las Letras releo a Miguel Hernández un mes antes del fin del 75 aniversario de su asesinato de muerte natural por parir Vientos del pueblo, El hombre acecha, por ser libre, luchador, de izquierda. ¿Más allá de un verso congelado, “La cebolla es escarcha”, contamos los ciudadanos con el patrimonio de su legado o nos lo han hurtado?
Recoged esta voz tituló este poema, con un imperativo que es ruego desesperado como se ve al ir avanzando. El mismo grito de auxilio que hoy nos hacen los masacrados de la partida de ajedrez que no acaba y ahora se juega en otras naciones como en el 36 fue en España. No vale que esa voz la recojan sólo Helena Maleno y un puñado de mujeres y hombres buenos. La dignidad andaluza, española, humana no se congela en un día, ¡4D de hace 40 años! Más que de épica vana se hace de esfuerzo y exigencia cotidianos.