Una noticia esperada en un momento inesperado

Que José Antonio Griñán no repetiría como candidato en las próximas elecciones andaluzas era algo que con lo que contaba casi todo el mundo. Con 67 años, unos resultados más que ajustados en los últimos comicios y la previsión de caras nuevas en PP e IU, la verdadera sorpresa hubiera sido que el Presidente anunciara su intención de repetir como cabeza de lista. Y sin embargo, mientras todos nos miramos con cara de “yo ya lo sabía”, lo cierto es que la noticia ha cogido a más de uno con el pie cambiado.

La sorpresa ha venido por eso que políticos y periodistas llamamos pomposamente la gestión de los tiempos. Es decir, que el líder socialista andaluz decida dar un paso atrás apenas un año después de su investidura, cuando quedan –teóricamente- tres años más de mandato. Y que lo haga justo en un momento en el que Andalucía se ha ganado un sitio en las portadas nacionales como ariete progresista frente a las políticas regresivas de Rajoy. Ayer mismo, la Junta anunciaba la concesión de becas a los alumnos sin recursos que se queden fuera con la reforma Wert. Un titular que ahora parece lejano, del que nadie va a hablar hoy.

“Cuando lleguemos al río, cruzaremos el puente”, le gusta decir al presidente. Y alguno se preguntará: ¿no hemos llegado demasiado pronto al río? Aunque, si hacemos un poquito de memoria, recordaremos que Manuel Chaves eligió exactamente ese timing político cuando, un Domingo de Ramos de hace algo más de cuatro años, se conoció su renuncia a la Presidencia y la elección de Griñán como su sucesor: había pasado un año corto desde su mayoría absoluta en las elecciones de 2008.

Entonces, la sucesión partió de un acuerdo entre Chaves y Zapatero. Ahora, hay serias dudas de que Rubalcaba haya estado en el cuadro de mando de esta estrategia. El anuncio ha pillado al líder socialista en Bruselas, pero le estará esperando en el mismo momento en que ponga un pie de vuelta en Madrid. El círculo próximo al secretario general lleva meses intentando contener los intentos de acelerar las primarias, pidiendo una prórroga a sus opositores internos para que el partido cure sus heridas antes de elegir nuevo líder. Tras el anuncio de Griñán, ese caballo podría ya galopar desbocado.

A quien desde luego no coge desprevenida es a Susana Díaz, quien lleva un año –si no más- en la línea de salida, con los pies en los tacos y la mirada fija en la meta. En estos momentos, la ‘chica de Presidencia’ –como la bautizó Chamizo con poca fortuna- vuela ya sobre la pista mientras sus eventuales competidores no han tenido tiempo ni de ponerse el chándal.

Algo sí parece claro: veremos tres caras nuevas en los carteles de las próximas elecciones. ¿Serán Susana Díaz, José Antonio Nieto y Antonio Maíllo? Está por ver. Hasta ese momento, otra cosa también es cierta: van a correr ríos de tinta y millones de caracteres, con y sin espacios, sobre un asunto que -lo sabemos- interesa muy poco a los ciudadanos. Justo en el momento en que la política andaluza parecía haber aprendido a hablar el mismo idioma de la gente –medidas contra los desahucios, becas, impulso a la cultura-, volvemos al debate orgánico, los nombres, las listas, los pulsos, las rivalidades internas. A los que se lamentan del desapego ciudadano hacia la política, les aconsejo darse una vuelta esta mañana por los pasillos del Parlamento andaluz, donde comienza el Debate sobre el Estado de la Comunidad: no se va a hablar de otra cosa. Y que luego se asomen a la calle y se tomen un café en el bar de enfrente. Y anoten las diferencias.