Desdeelsur es un espacio de expresión de opinión sobre y desde Andalucía. Un depósito de ideas para compartir y de reflexiones en las que participar
Perdonen que no me tire de los pelos
La República catalana ha sido declarada. Seis palabras. España ha aplicado el artículo 155. Idem. Elecciones catalanas el 21 de diciembre. Se escribe rápido, pasó en horas. El viernes, tras un jueves en que los gobernantes catalanes demostraron un nivel de marrullería que sonrojó. Se consumó la deriva antidemocrática con una DUI fuera del cauce legal y sin el mínimo respaldo para algo clave. Siento estupor, tristeza, vértigo. Sobre todo al comprobar qué débiles son las raíces democráticas de tantos políticos y ciudadanos. El Estado de Derecho hay que creérselo hasta el tuétano para no enfrentarnos como bárbaros. ¡Lo último el viaje a Bruselas de Puigdemont y miembros de su Gobierno! ¿A pedir asilo como perseguidos políticos?
Todo es complejo, arranca de lejos -como pronto el 2006 de las firmas peperas anti-Estatut-, tiene responsabilidades diversas y en distinto grado, análisis y analistas interesantes no han faltado... Pero en esta penúltima vuelta de tuerca la cuestión es clara: el referéndum del 1-O careció de las garantías: censo, “una persona-un voto”, estanquidad de las urnas, interventores/apoderados para un recuento limpio... Los observadores internacionales invitados por la Generalitat lo dijeron. Además, lo vimos. Una reportera de La Sexta votó en varias mesas. A esto le sobran veinte vueltas. Sobre unas elecciones chapuceras no se puede construir una realidad política democrática. Ya está.
Así que vamos a empoderarnos en nuestra mayoría de edad intelectual y no dejarnos llevar por la angustia que arrastra al engancharse a los especiales de la tele, al minuto a minuto en redes, con puntas de interés -cuando hay noticias- entre una marea tóxica de elucubraciones. Nociva en un doble sentido, porque nos daña y, sobre todo, porque eclipsa cuestiones vitales y urgentes que están pasando mientras vivimos hipnotizados por el córner superior derecho de un país pequeño, aunque sea el nuestro.
El Sur también existe -cantaba el catalán Serrat versos del uruguayo Benedetti- y aquí, este fin de semana se ha rescatado a 300 personas del mar, 80 con hipotermia. No es un episodio aislado, el anterior fueron 400. La secretaria de políticas migratorias del PSOE-A, Beatriz Rubiño, ha declarado (02’56’’): “Estamos preocupados por esa durísima y triste realidad porque no vemos por el Gobierno central e incluso la UE una apuesta decidida para luchar por una realidad que nos golpea a diario. Somos tierra solidaria y de acogida pero necesitamos el apoyo del Gobierno central”. Bien está que se diga, pero no basta.
La Junta ha podido y puede hacer más. Cuando Rajoy dependía de la abstención del PSOE para ser presidente y Susana Díaz era, tras el congreso de los cuchillos largos, la líder en la sombra, no se condicionó el apoyo ni a la acogida de los 17.680 refugiados que no han venido, ni a políticas migratorias. Rubiño me recuerda los llamamientos de alcaldes y gobernadores de Lesbos (Grecia) que en plena crisis de refugiados imploraban solidaridad europea. Ahí siguen los helenos, en su precaria situación económica, lidiando con el reto de atender a las 50.000 personas que hemos abandonado en inmundos campamentos el resto de europeos. Solidaridades reclamo que yo no ejerzo.
¿Aprenderemos de lo ocurrido con Cataluña que cerrar los ojos a un reto no lo desvanece sino agrava?
Es aplicable al tema migratorio, sentados sobre el polvorín del Marruecos antidemocrático, que usamos de valla de contención frente a esa África donde la injusticia abona cada día más el anhelo de escapar. ¡Ojo con querer que “la solución” sea impedir a la gente venir con pactos-tapón en países más alejados donde no veamos qué hacen con ellos. Porque ya una democracia civilizada como Australia confina en mínimas islas en medio del océano a 773 migrantes, la mitad con derecho a asilo, como el periodista kurdo-iraní Behrouz Boochani ¡que lleva, en Manús, 5 años!
Urge atender también al cambio climático por el que empezamos noviembre a 30 grados y sin llover. No seamos tan frívolos de caer en la euforia por el nombramiento de Sevilla mejor destino 2018 por la Lonely Planet, ni por el aumento de visitas ahora que no sólo Egipto, Túnez, Turquía, Grecia han caído sino Barcelona, ni porque el calentamiento global permita a los turistas bañarse en pleno otoño en playas y piscinas. Por esta senda, en vez de plazas de AirBnB y hoteleras vamos a ofrecer jaimas en paisajes desérticos. ¿Exagero? ¡Este verano ya ha durado 35 días más! Madrid y Barcelona están hermanadas por la contaminación.
Y con todo esto, deberíamos centrarnos algún día en cambiar el modelo productivo, crear empleo, aprovechar los recursos humanos, estas varias generaciones ya preparadísimas que exportamos para que otros países crezcan. Un horizonte apasionante y urgente al que no llegaremos si en vez de abordar como adultos el actual reto político concreto, caemos en la histeria.