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Pescadores españoles emigran a aguas marroquíes
La actualidad se reparte entre el debate de investidura de Pedro Sánchez y el riesgo de guerra internacional por la respuesta de Irán al secuestro de su petrolero por Gran Bretaña, ordenado por EEUU, en aguas españolas del Estrecho de Gibraltar. Los iraníes capturan un petrolero británico en Ormuz en un tú a tú que el Occidente no suele tolerar. Pero la gran noticia para cientos de familias de España esta semana es el acuerdo de pesca impulsado por la Unión Europea por el que 70 barcos y 500 tripulantes vuelven esta semana ya, tras un año, a pescar en caladeros de Marruecos.
“Buena noticia” es el sintagma estrella en los informativos de Andalucía, la comunidad junto a Canarias y Galicia más favorecida por el pacto (cuya sombra eclipsa otro con Senegal). Lógica alegría, dadas las consecuencias que el acuerdo tiene para tantos hogares que viven de la pesca en lugares como el Golfo de Cádiz, donde los armadores lamentan la falta de materia prima.
En plena negociación para formar Gobierno de PSOE y Unidas Podemos, ¿quién se atrevería a citar la paradoja de cerrarnos como país y UE a recibir migrantes económicos, pero celebrar “nuestro derecho” a pescar en caladeros de Marruecos?
Ningún político, claro. Para ellos los españoles son prioritarios porque son los que pueden votar. Todo elector se alegra si se crea trabajo y se indigna si va al paro. Sin embargo, en la lucha entre taxistas españoles y las multinacionales Uber o Cabify, políticos como el ex presidente de la Comunidad de Madrid y ex del PP Ángel Garrido defendieron con pasión los intereses extranjeros. ¿Y acaso no es traición a la ciudadanía nacional permitir que corporaciones como Amazon, Netflix, Facebook, Google, Apple paguen impuestos de tomadura de pelo mientras se forran destruyendo negocio local?
Cuestión de racismo
La relación “español precario vs multinacional” y “pescadores españoles vs caladeros de Marruecos” no se puede comparar por una diferencia clave: el racismo del blanco al moreno, del Norte al Sur. Ese que hace tan dispar el secuestro de petroleros en los Estrechos de Gibraltar y Ormuz.
El acuerdo UE-Marruecos conlleva un pago. Los europeos desembolsaremos 50 millones de euros/año durante los cuatro de vigencia del pacto. No lo haríamos si no sacáramos más a cambio. Ni jamás nos daría por meternos a pescar salmón noruego. El hecho, además, de que el rey Mohammed VI se acabe de comprar uno de los diez yates veleros mayores del mundo por 90 millones de euros mientras la mitad de los llegados a España en pateras (el 68% de los menores no acompañados) son marroquíes hace dudar acerca de qué migajas llegarán a los marineros de Marruecos que se queden sin género.
¿Podría yo decir a pescadores de la Costa de la Luz que tanto amo que renuncien al pacto por solidaridad, que pasen fatiga ellos y sus familias mientras yo sigo con mi vida? Por supuesto que no. Pero tan frívolo como hacerlo o más supondría callar, seguir la corriente por temor a incomodar y no advertir del doble hecho de que:
- De un lado, la falta de capturas en caladeros de España resulta de la destrucción medioambiental que no evitamos. Las redes aquí abajo, este verano, se llenan de medusas carabelas y algas asiáticas que obligan hasta a cerrar playas.
- De otro, que mientras más pesquemos en caladeros ajenos, compitiendo gentes de la mar del sur europeo con aún más humildes magrebíes y africanos, más humanos pescarán las ONGs o Salvamento Marítimo. Vivos y muertos.
La llegada de pateras es un diario en todo el litoral meridional dentro del cual destacan casos como el del joven marroquí que la noche del martes 16 fue desembarcado en el puerto ceutí, justo tras la marcha por Ceuta de La Caravana Abriendo Fronteras llegada del Motril granadino y el Campo de Gibraltar, para seguir por Sevilla y los campos freseros de Huelva. Atenazado por la hipotermia, fue salvado in extremis por un mercante, tras cinco horas braceando en una tabla de surf rumbo a Tarifa, meca de surferos del mundo entero. Ya de mañana le devolverían, como suelen, tras la alta valla alambrada.
A esto nos quieren acostumbrar como lo normal. Lamento informar a la legión de supuestos pragmáticos que tildan de inocente y buenista la defensa de los derechos humanos que su estrategia predadora no va a funcionar. Ni los sin presente, ni sus hijos y madres se van a conformar. Tienen poco que perder, todo por ganar. Son más jóvenes. Y muchos más.
Hasta aquí sin preguntar, ¿lo que el ministro Planas llama “caladero marroquí” incluye aguas del pueblo saharaui? Sería ya la guinda de nuestra ignominia.