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Querer es poder
“A mí no tienes que convencerme, yo soy una convencida”, fue la respuesta de la Presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, a mi llamamiento a que “instituciones y ciudadanos, con independencia de nuestras legítimas diferencias ideológicas y religiosas, nos unamos en la defensa de los derechos humanos de los refugiados con el objetivo concreto de abrir la frontera y que, al menos, los 16.000 que España ya aceptó ante la Unión Europea, vengan”. “Pues hagámoslo” -le alenté-. Pero, acto seguido, me trasladó su impotencia ante el obstruccionismo del Gobierno central, y la política de los Ejecutivos europeos, “que son los competentes en la materia”.
Insté a la acción urgente de la sociedad civil y nuestros representantes políticos en la entrega del premio de la Asociación de la Prensa de Sevilla (APS) a la ONG de rescate en Lesbos PROEM-AID. Una asociación creada por impulso de tres andaluces que, tras ver al niño ahogado Aylan Kurdi, quisieron actuar y desde diciembre, con efectivos ya de toda España, están ayudando a diario.
Sentí la obligación de aprovechar la presencia de autoridades como la presidenta de la Junta o el presidente del Parlamento andaluz, Juan Pablo Durán, porque desde mi estancia en Lesbos, del 2 al 12 de marzo, refugiados, voluntarios, periodistas e incluso políticos griegos me han transmitido la necesidad de que España active la acogida humanitaria de sirios, iraquíes, kurdos, paquistaníes, afganos, bangladesíes... que escapan de la guerra y del ISIS.
Me referí a una niña siria de 11 años esterilizada a balazos y trasladé mensajes de sus compatriotas Bashar de 14 años, el matrimonio veinteañero de Mohammed Jjo y Slava Nadir o los ya maduros Zlok Shabab (52 años) y Mohamed Kolen (50) y su hija Avin Abdel Hannan, de 12, de sonrisa perenne; los jóvenes iraquíes hermanos Noh, Salim, Afrah, Saham e Esmaeel, huidos del genocidio de yazidíes por el ISIS o el paquistaní Aadeel Ilyas que escapa de matanzas como la de Peshawar o Lahore.
Ellos nos confiaron sus tragedias para que fuéramos altavoz ante nuestros conciudadanos y, especialmente, ante quienes tienen el poder y la responsabilidad de transformar la realidad. Y sin negar que la competencia legal, dentro del marco europeo, corresponda al Gobierno nacional, yo soy una convencida de que la convicción de toda una presidenta de la Junta de Andalucía, de 8.000.000 millones de europeos (más población que 14 de los 28 estados miembros), tiene que tener margen de acción. Más aún dado su papel en el PSOE, segundo partido español.
Este fin de semana, dos figuras tan distintas como el Papa Francisco y el aspirante a liderar el partido demócrata de EEUU en la carrera a la Casa Blanca, Bernie Sanders, han coincidido en criticar el orden mundial como inmoral e insostenible.
Ninguno de los dos tiene competencia en materia de inmigración en la Unión Europea, pero a nadie se le escapa el peso de sus palabras, la influencia que tiene que el Papa ponga el dedo en la llaga de que de los 160.000 refugiados que la UE dijo asumir sólo haya acogido a 1.145 y añada: “Hay que hacer más”.
La política española, pendiente de los pactos o repetición electoral, la corrupción y batallas -externas e internas- de partidos, no puede obviar la doble tragedia de los refugiados: su huida de la guerra y el terrorismo; y la recepción europea: arresto en campos de internamiento para la deportación sin garantía a Turquía, mientras en Idomeni se les gasea.
Las autoridades que aplaudieron el premio a PROEM-AID por salvar vidas en el Egeo -también asistieron los consejeros de Cultura, Rosa Aguilar; Empleo, José Sánchez Maldonado; Hacienda, María Jesús Montero; e Igualdad y Políticas Sociales, María José Sánchez Rubio y el presidente de la Diputación de Sevilla, Fernando Rodríguez Villalobos- no pueden bajar los brazos en la tarea de que esas vidas no se pierdan tierra adentro.
Qué efectiva sería la imagen de presidentes de autonomía clamando juntos por la acogida de refugiados; Susana Díaz, Carles Puigdemont, Cristina Cifuentes, por citar sólo a tres, todos a una. Presidentes autonómicos, de parlamentos y diputaciones provinciales; alcaldes, gobiernos y grupos de oposición, unidos. Y coordinados con sus homólogos europeos, en particular con los griegos.
Los periodistas, desde la Asociación de la Prensa de Sevilla, estamos embarcados en la inminente campaña “Acojamos a los refugiados, ¡YA!” cuyo propósito es la movilización social y política para abrir una fisura en las conciencias que se ensanche, cual grieta, hasta abrir la frontera. Para que lleguen aquí a España, al menos, las 16.000 personas que nos comprometimos a recibir. Para convertir la convicción en acción.
No tenemos más remedio que poder. Se lo debemos a todos los que seguirán sufriendo cada día de espera hasta que lo logremos. ¡Vamos!