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No bales, cordero
Diez días después de que un alumno del CEIP José María del Campo de Sevilla fuera herido por otro, ¿qué ha pasado? No sabemos. Silencio. Lo último fue un comunicado del consejo escolar del centro subrayando el archivo de las acciones judiciales, la inexistencia de denuncias previas según la Delegación de Educación y la Inspección, hablando de “informaciones vertidas en diversos medios de comunicación”, “sin la necesaria contrastación de los hechos” y merecedoras de “disculpas a los afectados”.
Pues bien, con todo el respeto a la investigación y sus conclusiones manifiesto mi honda preocupación como madre de alumnos de la escuela pública andaluza y ciudadana que defiende a capa y espada la enseñanza pública por la minimización que el consejo escolar de este centro, pero también la administración educativa representada por la Delegada de Educación y la Consejera, han hecho en sus declaraciones públicas.
El comunicado que consta en la web del colegio manifiesta que “se ha comprobado que los hechos ocurridos se circunscriben a un incidente que se produjo en horario de comedor escolar, en presencia de una de las monitoras, en el que un alumno jugando con otro le golpeó con un tupper de plástico, ocasionándole una herida superficial en el labio inferior, tal y como consta en el único parte médico que la familia aporta”.
¿Tantos años de campañas en los centros educativos a favor de la resolución pacífica de conflictos, tantas páginas de los temarios de oposición de los aspirantes a docentes acerca de la transversalidad de los valores de convivencia, para considerar ahora “un incidente” el hecho de que un alumno “juegue” con otro “golpeándole”?
¿El que “el incidente” ocurra en el comedor es una eximente? ¿Lo es que suceda ante una monitora y no ante una profesora? ¿Resta importancia que la “herida sea superficial”? ¿Cuánto de superficial? Porque el labio se abrió hasta sangrar. ¿Y el hecho de que la herida fuera en el labio y causada por un plástico es menos grave que si hubiera sido en la mejilla y con un cristal? ¿Cuántos partes médicos debería aportar la familia para que la lesión que refiere el documento del hospital Virgen del Rocío de Sevilla fuera digna de crédito? ¿Se duda del criterio médico?
Frente a la acusación de que los medios han “vertido informaciones”, considero que la respuesta del CEIP José María del Campo es verter minimización. En el comunicado del consejo escolar se consigna la “repulsa más absoluta ante cualquier situación de acoso o maltrato en el seno escolar y en cualquier ámbito de la comunidad educativa que pudiera producirse”. Pudiera, condicional. En teoría, en plan políticamente correcto. Y pensando en una batalla campal o una tragedia sin arreglo. Ahora, si jugando, un alumno simplemente le causa una herida superficial a un compañero, con un tupper que le hace sangrar el labio, entonces damos a entender que el niño herido y sus padres son unos exagerados que al hacer público “el incidente” dañan la buena imagen del centro y la administración educativa en su conjunto.
Así somos. Así es nuestra sociedad adulta y así enseñamos a nuestros hijos a que sean por imitación. Tan importante como que aprendan Lengua o Matemáticas y, a través de la Plástica, a “no salirse de la raya”, les enseñamos la hipocresía de que en las asignaturas “Valores sociales y cívicos” y/o “Educación para la ciudadanía” o el “Día de la paz” se cante el Imagine de Lennon, se suelten globos blancos o dibujen palomas de Picasso, pero si en el recreo uno hiere a otro, todos desde la abuela del agresor en rueda de prensa a la puerta del colegio, al consejo escolar y las máximas autoridades educativas provincial y regional consideran esa herida algo normal dentro del ámbito del juego.
¿Es mucho esperar, como madre, periodista, ciudadana demócrata de una sociedad que deseo civilizada que la familia del agresor, los maestros y directivos del centro, el consejo escolar, el AMPA y la Administración hubieran resaltado que incluso si no ha habido maltrato previo es impresentable y no se va a consentir jamás que un compañero pegue, lastime, hiera a otro ni siquiera excediéndose en un juego?
Pues sí, se ve que es ir demasiado lejos, en la ingenuidad. Pérez Reverte en su actual promoción de novela le dice a Francino en la SER que él siempre ha sido más “lobo que cordero” y cosecha risas y aplausos. La viñeta de El Roto tras la victoria Trump muestra a tres corderos pensando: “Hemos elegido a un lobo para darnos protección”. Lara Moreno se pregunta en su novela Piel de lobo: “Quién sostiene a los débiles, quién los protege”, (pp. 232). La respuesta es tan clara que no necesita ser redactada.