Hace ahora justo un año, a finales de enero de 2016, la Diputación Permanente del Parlamento de Andalucía rechazaba una petición para la celebración de un Pleno monográfico sobre la situación de la infancia y la adolescencia en Andalucía. Por decirlo de otro modo, sobre la situación de un millón seiscientos mil andaluces que no votan.
Un año después, a finales de enero de 2017, de nuevo una petición para la celebración de este Pleno Extraordinario, una nueva oportunidad de situar la realidad de la infancia andaluza en el centro del debate político y social andaluz, ha sido rechazada con los votos en contra de PSOE-A y Ciudadanos.
Sorprende que en un año, dos propuestas gemelas sean rechazadas, teniendo en cuenta que la infancia andaluza es el grupo de edad que mayores tasas de pobreza y desigualdad sufre. Probablemente, por no decir con toda seguridad, la negativa radique en el origen de la petición. En este caso, parece no importar el qué, sino el quién.
Somos muchas las organizaciones que trabajamos día a día con la infancia, también codo con codo con la administración pública competente, autonómica o local, apoyando las iniciativas públicas, que las hay, encaminadas a reducir las altas tasas de pobreza, desigualdad o fracaso escolar.
Somos esas mismas organizaciones, juntas y por separado, las que hemos demandado públicamente y en privado, en muchas ocasiones, la celebración de este Pleno, que más allá de ser un acto simbólico, pretende ser un espacio institucional para solucionar los problemas de los ciudadanos, independientemente de si tienen o no edad para votar.
Pero no sólo hemos sido los adultos, sino también los propios niños, en dos plenos infantiles impulsados por UNICEF y el Foro Profesional de la Infancia –iniciativas que por cierto aplaudimos- celebrados a finales del año 2016, los que solicitaron a su vez que sus problemas y necesidades sean objeto de especial consideración por el Parlamento de su Comunidad a través de dicho Pleno.
En estos momentos, las organizaciones y movimientos sociales que trabajamos con y por la infancia estamos buscando la mejor manera de conseguir que este Pleno se celebre.
Entretanto, los grupos parlamentarios Podemos e Izquierda Unida hacen suyas las demandas de la organizaciones y solicitan la celebración de dicho Pleno Extraordinario.
El año pasado, una vez rechazado el pleno, se habló de instrumentalización de las ONG que trabajan con infancia a manos de algunos Grupos Parlamentarios, de banalización de la cuestión de infancia, de quién era más sensible y responsable con los problemas de los niños y niñas andaluces, de oportunismo, etc. Probablemente de lo mismo que se esté hablando ahora. Unos y otros se acusan de falta de responsabilidad, de oportunismo, o de otras historias que nada favorecen ni tienen que ver con el verdadero propósito del Pleno.
De nuevo, la realidad, un año después, es que, tras todas las declaraciones, el Pleno no se celebrará. Por ahora.
Save the Children entiende y conoce las vicisitudes de la actividad parlamentaria, así como el reglamento de la cámara, pero exige que cuestiones que a priori generan un alto consenso entre los diputados, como son la defensa y cumplimiento de los derechos de la infancia o la voluntad de reducir las altas cifras de pobreza y desigualdad infantil en nuestra Comunidad, generen un entendimiento entre nuestras fuerzas políticas, fuerzas que también representan a más de un millón seiscientos mil niños, que aunque no voten, tienen ideas, propuestas, derechos y están sufriendo la dejadez institucional, niños que merecen respeto por parte de todos los integrantes de, según cita el Presidente del Parlamento en el saludo de la web del Parlamento, “la sede de la soberanía popular”.
Así, mientras el mismo día que en Andalucía se volvía a negar la celebración de un Pleno sobre la situación de la infancia y la adolescencia, en el Congreso de los diputados, en el marco de la recién creada Comisión de Derechos de la Infancia y la Adolescencia – otra demanda de Save the Children y otras organizaciones para Andalucía- -, los niños expresaban sus ideas, sus necesidades, sus propuestas, y todas ellas eran tenidas en cuenta y bien anotadas por los miembros de la citada comisión.
Estamos seguros de que con la disposición de todos los miembros del Parlamento Andaluz, entre todos seremos capaces de dar a la infancia el espacio de debate y consenso político que se merece. Es el momento de dejar de instrumentalizar a los niños políticamente y de incorporarlos a los espacios institucionales para defender sus derechos, aunque no puedan votar.
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