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Cuando el reloj gira al revés
Todo apunta a que no son buenos los augurios de esta especie del cada vez menos complicado Juego de Tronos en el que se ha convertido la política andaluza. Y es que no hace mucho tiempo, según contaba en petit comité el propio protagonista, durante el cierre de campaña de las anteriores elecciones andaluzas, Juan Manuel Moreno –me niego a sumarme al compadreo del tuteo a la autoridad y llamarlo Juanma- veía como toda la plana mayor del PP presente en el mitin que estaba dando se reía de sus obligadas referencias políticas al futuro de Andalucía, si él llegaba a Presidente. Todos tenían cogida la soga, y se hacían visible con ella en la mano, todos levantaban el dedo como voluntarios a verdugos de quién para los allí presentes en poco tiempo iba a dejar de ser la cabeza visible del PP en Andalucía, tras su esperado fracaso electoral.
En el otro bando, la conversión peronista al que se había visto sometido el PSOE de Susana Díaz nada hacía presagiar una debacle de tal calado que diese al traste con el gobierno sempiterno socialista en Andalucía. El partido gestado a base de prebendas institucionales tras décadas de gobierno y la manu militari a cualquier tipo de disfunción con el mensaje de la dirección –excepción hecha de Toscano, que es un clásico- impedía cualquier tipo de crítica ni de puesta en cuestión de Susana Díaz, a pesar de la cantidad de torpezas políticas que ya había cometido en tan corto espacio de tiempo al frente del socialismo andaluz. Su previsible continuidad en el Gobierno andaluz volvía a encriptar el necesario debate interno de un partido que llevaba vegetando –segunda acepción del significado de la RAE- mucho tiempo y cuyas cuitas personales internas era casi el único debate al que se veía sometido, eso sí, con un susanismo convertido en espada de Damocles.
De aquellos días a hoy el escenario no puede ser más diferente y más desolador para la izquierda. La derecha gobierna con la ultraderecha y la izquierda es una especie de peonza que gira sobre sí misma incapaz de encajar la nueva situación surgida de las urnas. La derecha se afianza en Andalucía como nuevo feudo –ojo a esto de cara a las elecciones generales- y la izquierda es incapaz de articular un discurso que llegue como necesaria alternativa a la hoy conservadora sociedad andaluza. El conservadurismo que tantas veces manifestó la sociedad andaluza en su inmovilismo electoral, hoy se refleja con un creciente apoyo a las políticas conservadoras surgidas de la derecha. Ni la sociedad andaluza era tan de izquierdas como se pintaba, ni el PSOE era esa maquinaria demoledora contra la que nadie podía en Andalucía.
El PP no solo no defenestra a Moreno Bonilla, sino que lo encumbra como una especia de Feijoó del sur, líder conservador que más tiempo lleva ocupando un cargo de presidente en España.
El PP no solo no defenestra a Moreno Bonilla, sino que lo encumbra como una especia de Feijoó del sur, líder conservador que más tiempo lleva ocupando un cargo de presidente en España. El PSOE, por su parte, aparece cautivo del largo proceso de institucionalización de sus cargos y es incapaz de generar un proceso de renovación, de cambio, de ilusión y de frescura que le acerque a lo que siempre fue su base social, pues para ello gran parte de su madura cartelera de dirigentes estarían obligados a dar un paso atrás y eso es muy complicado en un partido profesionalizado en la política institucional.
El cambio de Susana Díaz por Juan Espadas es altamente significativo en esto que planteo. La daga mortal a Susana Díaz, que no del susanismo, es precisamente el peón utilizado por ella misma, y su ejecutiva, para derrocar un día a Sánchez Monteseirín; un Juan Espadas, otrora susanista y ahora sanchista, el cual es apoyado por una pléyade de exsusanistas que al calor del poder levantan el dedo para ser certificados como nuevos adeptos y adeptas al secretario general y de esa manera conservar los coches oficiales. Nada de renovación, nada de debate, nada de frescura, nada de nueva realidad socialista en el sur, eso sí, mucho cambio de chaqueta. El socialismo andaluz ha caído en la vieja trampa de creer que la resolución de sus tensiones internas es la solución a los problemas de conexión con la sociedad. Nada más lejos de la realidad.
Alguien dirá que de la otra izquierda, de sus líos, sus rupturas, sus personalismos, sus desencuentros, sus desnortes, no hablo. Creo que la triste realidad parlamentaria y los personalismos hablan por sí solos, por no hablar del fracaso y de la hartura que supone todo esto para sus propios votantes. Parece como si fuese el sino de la izquierda, siempre embaucada en sus líos y desencuentros internos que jamás la hacen madurar y crecer como alternativa de gobierno creíble, siempre bajo la tutela de las imposturas cainitas y el fuego amigo de camino hacia ninguna parte.
Creo que hay que transmitirle algo a toda esa gente que tanto ímpetu pone en los conflictos internos de los partidos para arreglar su situación personal y no perder el cargo: ahora en Andalucía el reloj gira al revés, quién nos iba a decir hace muy poco tiempo que el mal menor para Andalucía fuese que el PP saque los suficientes votos para que no dependa en su gobierno de la ultraderecha llamada Vox, quién nos iba a decir que el voto al PP pueda convertirse en el voto útil frente a la ultraderecha para mucha gente. O la izquierda espabila o la travesía del desierto se antoja larga. No me digan que no da para una temporada de Juego de Tronos.
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