En Abierto es un espacio para voces universitarias, políticas, asociativas, ciudadanas, cooperativas... Un espacio para el debate, para la argumentación y para la reflexión. Porque en tiempos de cambios es necesario estar atento y escuchar. Y lo queremos hacer con el “micrófono” en abierto.
'Tempus fugit' para la derecha andaluza
Hay momentos en la historia en los que el poder, acorralado por su propia sombra, acelera el paso como quien corre cuesta abajo sin frenos. Los romanos lo llamaban tempus fugit cuando querían vestir de poesía lo que en realidad era simple prisa por tapar los agujeros del Senado.
En Andalucía no necesitamos latín para entenderlo: cuando un gobierno legisla a velocidad de vértigo, rara vez es por amor al bien común. La experiencia nos enseña que las prisas del poder no suelen ser inocentes.
En las últimas semanas, el Partido Popular ha decidido convertir el Parlamento en una cadena de montaje. Ocho leyes, sí, ocho; tramitadas por la vía de urgencia, como si el porvenir de Andalucía fuera una olla exprés a punto de estallar. Son: la Ley Andaluza de Universidades, Vivienda, de Montes, de Espacios Productivos para el Fomento de la Industria, de Gestión Ambiental, de Producción Ecológica, de Agentes de Medio Ambiente, de Patrimonio Cultural.
Ocho leyes heterogéneas, complejas, de alcance profundo, metidas todas en el embudo del procedimiento abreviado. Y ya sabemos lo que significa eso: menos participación, menos controles, menos aportaciones de los agentes claves, menos democracia. La urgencia como coartada; el rodillo como método.
¿A qué viene tanta prisa? ¿A qué huele este sprint parlamentario de última hora? ¿Es miedo a la crítica? ¿Temor al escrutinio? ¿O simplemente el viejo instinto de quien quiere dejarlo todo bien atado antes de que la realidad les pille en falta?
Porque aquí está la ironía que indigna a cualquiera con dos dedos de frente: la única iniciativa que viene directamente del pueblo andaluz, la Iniciativa Legislativa Popular para salvar la sanidad pública, avalada por firmas reales, por problemas reales y por gente real… esa no se tramita por urgencia, así lo ha decidido Moreno Bonilla. Lo público, como siempre, puede esperar. La voz de la calle, la legítima, la que duele, la que interpela… esa siempre es la última en ser atendida por la derecha cuando gobiernan.
Un Gobierno que legisla deprisa suele ser un Gobierno que teme que los focos se enciendan demasiado. Por eso prescinden del debate, de los expertos, de los colectivos sociales y de los grupos parlamentarios. Por eso cuelan las leyes como quien cuela sobres por debajo de una puerta. La prisa, en política, rara vez es virtud: casi siempre es síntoma.
La Andalucía que merecemos no se construye con leyes aceleradas ni con intermediarios silenciados. Y mucho menos con un Parlamento convertido en ventanilla de trámite rápido al servicio del Ejecutivo. Legislar es escuchar, discutir, corregir y mejorar. No pulsar un botón.
Por eso, ante tanto atropello, conviene recordar algo muy simple, tan simple como antiguo: la democracia no tiene atajos. Y quien gobierna a base de atajos, acaba perdiéndose. El problema es que ellos se pierden para desviar la atención de los escándalos y Andalucía paga la factura.
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