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Coradino Vega, biógrafo de Arturo Barea: “Lo de la 'tercera España' es una construcción para no mojarse”

Arturo Barea, con su segunda esposa y traductora de sus libros al inglés, Ilse Kulcsar

Alejandro Luque

Huelva —

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Todo empezó durante una cena en compañía de Juan Bonilla, responsable de la colección Vidas térmicas de la editorial Zut, que lleva algún tiempo publicando biografías heterodoxas de personajes más que interesantes. Coradino Vega (Minas de Riotinto, 1976) recibió la invitación de Bonilla de embarcarse en algún proyecto de ese tipo. “Yo llevaba desde hacía tiempo queriendo hacer un tríptico con Arturo Barea, Manuel Chaves Nogales y Max Aub. Pero de los dos últimos se ha escrito bastante en los últimos tiempos, así que me decanté por el primero, que es con el que más afinidad tengo. No lo dudé”, explica Vega. El resultado es Arturo Barea. Retrato de un temperamento, que ha visto la luz recientemente en la citada colección.

Un libro híbrido que no rehúye la memoria personal ni la crónica de viajes pero que sobre todo trasluce una gran admiración por el personaje y una gran libertad formal. “Leí varios libros de Vidas térmicas, como el de Eduardo Jordá sobre Anna Ajmátova o el de Herta Müller de Rebeca García Nieto, y me gustaron todos. Pero también pensé en un librito como la biografía de Chéjov de Natalia Ginzburg”, recuerda el autor. “Por otro lado, al contrario de lo que suelo hacer en la ficción, donde me cuesta hablar desde el yo y de hecho me empalaga la moda de la autoficción, aquí me di cuenta de que tenía que partir de un yo que contara lo que ha sido Barea en mi formación sentimental”.

Así, Vega empezó a componer un juego de espejos entre su vida y la del autor de La forja de un rebelde, si bien evitando las comparaciones entre ambos e incluso entre pasado y presente: “Yo he vivido cosas que vivió Barea, como el rechazo de los círculos intelectuales, pero por ejemplo no he vivido una guerra, no sé qué es pasar ese miedo de oír las sirenas de alarma y tener que refugiarte, y pensé que debía ser respetuoso con esa memoria”.

Compromiso luminoso

Por otro lado, son muchos los atributos del pacense con los que se identifica Vega: “Yo me siento cercano a la clase obrera, aunque procedo de la clase media. En Riotinto conocí a la burguesía minera y a la clase humilde, y entendí que yo no pertenecía a una ni a otra, y eso me conecta también con él. También me llamaba mucho la atención que en España pasemos en las lecturas de instituto de la generación del 98 a la narrativa de posguerra de Delibes y Cela, saltándonos a nombres como Aub o el propio Barea”.

“Además, literariamente me gusta mucho, es parte de ese linaje que viene de Galdós, y al que a mí también me gustaría adscribirme. Y Barea tiene una actitud ante el mundo literario que me agrada, ese ir por libre sin padrinos, no alimentar ninguna capilla, no adular a nadie para esperar contraprestaciones a cambio… A él lo trató mal incluso la ortodoxia del exilio. Por si fuera poco, su prosa ha envejecido muchísimo mejor que la mayoría, con ese estilo cinematográfico, llano, directo, sin los barroquismos a los que son tan proclives los escritores españoles”.

Desde el desastre de Annual, que el protagonista vivió en primera persona, hasta el exilio en Inglaterra, pasando por el impacto de la Guerra Civil, el libro de Coradino Vega recorre la peripecia vital y el espíritu de un autor que es quizá, por encima de todo y como sugiere su título más conocido, un rebelde. “Ese niño humilde que estudiaba con los curas y vivía de lunes a viernes con unos tíos burgueses es el germen de esa rebeldía que es una defensa de la justicia social, ese no callarse, no arrugarse y no ser cínico, no caer en la indiferencia. Todo eso me parece una forma luminosa de estar comprometido y lo sitúa en la mejor tradición española, que para mí es la de los liberales del XIX de Cádiz y la II República. Porque aquí cuando se habla de tradiciones, siempre se cita las mismas, pero hay otras”.

Tres Españas

Aunque reconoce que Barea “tiene una obra desigual, con los cuentos y la última novela como títulos prescindibles, su trilogía es fundamental para entender el funcionamiento de este país y la España actual. El primero esta narrado desde la conciencia de un niño y yo creo que conectaría con los jóvenes mejor que cualquier lectura obligatoria de instituto. Eso y el ensayo sobre Lorca son lo mejor de su producción”.

Al mismo tiempo, Vega rechaza cualquier instrumentalización partidista de la figura y la obra de Barea. “¿Qué pensaría de la amnistía o de cualquier otro asunto del presente? A mí eso me parece fatuo. Creo que con Barea, como con Aub, se ha sido muy arbitrario, y hay por ahí lecturas que me ponen los pelos de punta. Y no estoy en absoluto de acuerdo con el concepto de ‘tercera España’, que me parece falso, elitista, de escuela orteguiana, y que en el fondo es una justificación de la derecha similar a llamarse ‘liberales’ para disimular de manera descarada e impúdica. Lo de la ‘tercera España’ es una construcción para no mojarse o justificar posturas conservadoras”.

“Tampoco hay que caer en el esencialismo de las dos Españas de Machado”, prosigue Vega. “Pero hoy sabemos que solo el 20 o el 30 por ciento de los soldados de la Guerra Civil luchaban por convicciones políticas: el común de la gente no era ni de unos ni de otros. Y en definitiva, creo que habrá tantas Españas como españoles”.

De hecho, a pesar de su filiación republicana, Barea critica los excesos y desmanes de su bando en el Madrid de la guerra. “Ahí es transparente. Cuando va a Escuelas Pías y ve a un cura que fue maestro suyo quemado, sin dejar de comprender el daño que había hecho al Iglesia Católica en España, entiende que eso no puede ser, que la República no puede permitirse eso. Aunque militó en la UGT, siempre fue por libre. Como Camus y Orwell, le pudo más la verdad que la ideología”.    

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