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La historia de las ausentes de la Historia

Clara Campoamor.

Sonsoles Valenzuela

¿Se imagina a la primera mujer que pisa una universidad en España entrando disfrazada de hombre para no ser descubierta? Así ocurrió. Entre los hitos democráticos de la Segunda República estuvo en 1931 el sufragio femenino, gracias a la defensa acérrima de Clara Campoamor. ¿Por qué Olympe de Gouges redactó la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, parafraseando la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano? ¿Sabía que se dice feminismos, en plural? Tantos como realidades y necesidades. Seguro que sabe quiénes son Martin Luther King o Malcom X, pero, ¿le suenan Sojourner Truth, Harriet Tubman o Audre Lorde? Ángela Davis y bell hooks, referentes del feminismo negro, señalaron que el sexismo, las clases y el racismo estaban unidos. ¿Ha leído el texto Thanks a feminist?

Estas son algunas de las preguntas que plantea Marian Pérez Bernal, profesora e investigadora del área de Filosofía en la UPO. Y demuestran una evidencia: los nombres de las mujeres están ausentes en los libros de Historia. Por un lado, porque las mujeres han tenido muchos obstáculos para poder desarrollar sus intereses y capacidades. Por otro, porque a las que han conseguido hacerlo, salvo señaladas y contadas excepciones, no se las ha reconocido y ni siquiera han sido nombradas en los relatos oficiales.

Esta memoria invisible de las mujeres está siendo crecientemente revindicada desde distintos ámbitos. En la Universidad Pablo de Olavide (UPO) lo han hecho en las jornadas “Mujeres en la Historia”, que ha reunido a 570 estudiantes de Bachillerato de Humanidades y Ciencias Sociales de quince institutos de Sevilla.

A través de varias actividades lúdicas y talleres organizados por investigadoras de la universidad, se han acercado a los jóvenes para que “reflexionen sobre la necesidad de contar con un estudio de la historia para construir sociedades equitativas. No un estudio como nos la han contado, sino también con la mirada de las mujeres, que ha sido silenciada”, explica Rosario Moreno, Decana de la Facultad de Humanidades de dicha universidad y promotora de las jornadas.

También han querido “fomentar la vocación investigadora de las mujeres. Hay muy pocas. Necesitamos más. En general, en la universidad hay un claro techo de cristal”. Así como “recordar el papel destacado de las Humanidades”, más allá de visiones utilitaristas que reducen todo a rentabilización: “estudiamos para transformar la sociedad. Las miradas al pasado nos sirven para entender el presente y construir en futuro”.

Más poder, menos mujeres

“20 euros a que nombra a Marie Curie”, se escucha a uno de los estudiantes sentado en las primeras filas de la sala. Comienza la presentación a cargo de 'Odisea en la historia', una empresa egresada de la UPO que lanza una primera pregunta: “¿quién se considera feminista?”. Una amplia mayoría de chicos y chicas levantan la mano. “Aunque queda mucho que recorrer en igualdad de género, vemos que se va tomando conciencia. Qué mejor sitio que la universidad para debatir este tipo de temas. Más allá de para tomar apuntes, es un espacio para el debate y la creación de ideas”, comenta el responsable de la presentación, que prosigue: “el feminismo es un compromiso, lo necesitamos para habitar y crear un mundo mejor”.

Y ahora “vamos a jugar a un juego. ¿Alguien tiene aquí un teléfono móvil?”. Tras las carcajadas, van por grupos respondiendo a una serie de preguntas que salen en la pantalla, dándoles distintas opciones. “¿Qué porcentaje representan las mujeres matriculadas en la universidad?” Tic, tac, tic, tac. “Un 54%”. Son más de la mitad, si bien la mayoría responde un porcentaje menor. “¿Cuántas mujeres rectoras hay en el total de Universidades Públicas de España”. Tic, tac, tic, tac. “Tres”. Un dato aún más llamativo si se añade que son 53 las universidades. Conforme avanza el juego los jóvenes van acertando más, al compás de su comprensión de la evidencia: a más poder, más status y más visibilidad pública, menor es la presencia de las mujeres.

Otro ejemplo: “¿Cuántas mujeres han sido galardonadas en los últimos años premio Nobel de las ciencias?” Tic, tac, tic, tac. “Cero”. Desde 1901, la Academia Sueca sólo ha reconocido la labor de 18 investigadoras. 581 hombres han sido premiados a lo largo de la Historia, o dicho de otra manera: el 96,99% de los premios científicos han ido a parar a hombres. Llegados a este punto, ha quedado claro que la evidencia de la ausencia de las mujeres no es una anécdota, sino una tendencia común y transversal.

Mujeres invisibles

Como denunciaron desde el feminismo negro, en los márgenes puede haber aún más invisibilidad. “Se sabe muy poco de las mujeres invisibles, las que hicieron historia aunque sus nombres no sean famosos”, es otro de los fines de estas jornadas. Concretamente del taller ¿Qué hacían las mujeres cuando no hacían nada?, de Inmaculada Villa Gil-Bermejo, profesora e investigadora del Departamento de Historia Contemporánea.

“La historia de España casi no se estudia en las zonas rurales y mucho menos se estudian las mujeres. Siempre hemos escuchado que nuestras antepasadas tuvieron dos funciones: cuidar la casa y tener muchos hijos; la historia ”oficial“ nos dice que las mujeres no trabajaron remuneradamente. No fue así”. En sus investigaciones están completando esta memoria: “hemos sabido que las mujeres hacían trabajos como amasar pan para las familias ricas, vender flores medicinales, fabricar queso y venderlo o intercambiarlo, hacer almohadones… Una economía para la superviviencia de la familia. Esta información nos da una visión de la economía, del trabajo y de la sociedad más allá de la masculinizada”.

Sara Pascual de 16 años es alumna de Maribel Gallardo, profesora de Lengua y Literatura, en el Bachillerato Internacional de Letras del Instituto Martínez Montañés. Ambas han acudido al taller Ese oscuro objeto del deseo: estereotipos sobre la mujer en la Historia Antigua, de la profesora Elena Muñiz, investigadora en el área de Historia Antigua. Reflexionan sobre la “muy buena” experiencia en las jornadas, y su propia historia como mujeres. Sara, señala: “de los estereotipos que han hablado del taller, ser dócil, agradable, sumisa, no mostrar tu opinión, pensar que estamos menos preparadas… Muchas veces me veo obligada a cumplir con estos tópicos aunque no me sienta identificada. Los roles de género están muy presentes y el machismo se ve a diario, dentro y fuera de las aulas, entre compañeros…”.

Maribel está contenta porque sus “alumnos han disfrutado muchísimo”. Ella también: “lo que más me ha gustado es el taller, analizar los estereotipos de la mujer buena, como refugio del guerrero cuando llega a casa… Me ha recordado a los libros que yo tuve que estudiar, a la asignatura de Formación del Espíritu Nacional (FEN), que adoctrinaba en los valores del movimiento nacional del franquismo, y a las asignaturas domésticas en las que nos enseñaban cosas del hogar, a hacer de comer, a cómo comportarnos como buenas hijas, esposas…Mientras los niños hacían deporte, creo”. También se suma la profesora el alegato a las Humanidades: “la ciencia hace mucha falta. La medicina para sanarnos el cuerpo y las palabras para hacernos sentir vivos y cambiar el mundo. Lo dice el del club de los poetas muertos, y lo firmo”.

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