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El periodismo cultural se busca a sí mismo entre las presiones del mercado: “se requiere conocimiento, experiencia, memoria”

Libros en una de las casetas de la Feria del Libro de Fráncfort (Alemania) en una imagen de archivo.

Alejandro Luque

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La cuestión viene de lejos: el periodismo cultural, siempre el más vulnerable en los recortes de paginación de los periódicos y de personal en las redacciones, a menudo sospechoso de excesivo activismo y confundido con la crítica por un lado y con la publicidad con otro, ha sido objeto de añejos debates. Estos días volvía a ser tendencia a causa de un artículo que, una vez más, cuestionaba las prácticas actuales del sector, y que ha recibido múltiples respuestas, entre ellas la de elDiario.es.

La polémica coincide con el VII congreso internacional de periodismo que la Fundación Alcántara celebrará en Málaga esta semana, del 20 al 22, precisamente bajo el título La crónica periodística y la crónica cultural. En él intervendrán destacados nombres de la prensa especializada, entre ellos cuatro Premios Nacionales de Periodismo Cultural. Blanca Berasategui, Sergio Vila-Sanjuán, Manuel Vicent, Enric González, Óscar López o Berna González Harbour figuran en el programa.

Uno de ellos, a la sazón director de la cita, es Guillermo Busutil, para quien “la existencia de un periodismo sumido o poco incisivo es extensible al periodismo en general. Hace tiempo que la información está adocenada porque no se puede cuestionar lo que suponga ingresos para un periódico, o lo que amenace las relaciones de conveniencia entre administraciones y medios. No solo a nivel publicitario, que sigue siendo un juego perverso y asumido. No existen medios, sino empresas, con los mecanismos perniciosos que pueda conllevar esa palabra. Y con todo, el periodismo cultural suele ser valorativo y tiene una independencia crítica, aunque cada vez es más difícil decirle a un gran grupo editorial que lo que hace es flojo o repetitivo”.

Mirada y lenguaje

“El periodismo sigue teniendo un papel de prescriptor, de brújula, pero también corre el riesgo de convertirse en un espectáculo de evasión. Hay espacios, por ejemplo, que se dedican a indagar más en lo personal que en lo profesional, lo que no me resulta particularmente interesante. Prima más lo políticamente correcto y lo trillado por encima de las miradas con un contenido más elaborado y con mayor brillo de lenguaje para comunicarlo”, añade Busutil.

Para este veterano periodista, último Premio Nacional del ramo, la clave es que para hacer un periodismo valorativo como el cultural “se requiere conocimiento, experiencia, memoria, y todo eso se ha perdido, porque en España se desprecia al periodista que tiene más de cuarenta y tantos años. Mirada y lenguaje son así dos cualidades desde las que resisten los veteranos como pueden o donde les dejan. Además, se confunde mucho la información cultural con la especialización cultural: no es lo mismo ir a una rueda de prensa y plasmar lo que te dicen que filtrar la información y hacer un análisis crítico”.     

Otra de las invitadas al encuentro de Málaga, Marisol Galdón, empieza observando que la situación nefasta en España no es tanto la del periodismo cultural como la de la cultura misma. “La fuente de la que bebe el periodismo cultural está abandonadísima, y el periodismo lo tiene cada vez más complicado para despertar el interés”, asevera.

Para esta profesional todoterreno, una clave es la desconexión creciente de lo que los medios ofrecen con lo que el público joven demanda. “El periodismo cultural debe ser sobre todo abarcador, porque vivimos en la era on line y la gente ya no solo se mueve en los medios tradicionales. El problema es que no hay una educación cultural sólida en este país, ni la enseñanza parece ocuparse de ello, por lo que la gente joven parece ir muy despistada. Los medios convencionales ofrecen por lo general información muy mainstream, mientras que las cosas que suelen ser más interesantes, desde libros o discos a cortometrajes, se quedan a menudo sin apoyo y difusión. No tienes acceso a los grandes canales de información”.

Por su parte, el barcelonés Álvaro Colomer, escritor y colaborador de varios medios de comunicación, explica que “el periodismo cultural es, por definición, el que informa de las novedades que se dan en la industria cultural, del mismo modo que el periodismo deportivo informa de las novedades que se dan en la industria del deporte. El público quiere estar al día, y el periodista tiene el deber de informarle. En este sentido, el periodista cultural siempre es cortesano, ya que depende de lo que las editoriales publiquen”.  

Una crítica demasiado suave

“Otra cosa es que la crítica literaria sea especialmente suave en España, porque la mayoría de los críticos son periodistas y escritores, y salvo honrosas excepciones no quieren llevarse mal con las editoriales. Sin embargo, creo que hay críticos que están demostrando que puedes criticar a la industria editorial y vivir tranquilamente de ellas. En este sentido, la industria ha demostrado ser más flexible y abierta a la crítica de lo que se ha creído tradicionalmente”.

“Yo personalmente creo en el periodismo selectivo”, afirma Colomer, “en la crítica en la que, aun habiéndote leído un libro, no hablas de él porque crees que no merece ocupar ese espacio. Prefiero apostar por los libros que vayan a ser útiles al lector, los buenos libros. Sé que hay mucha gente que no está de acuerdo con esta idea, pero no hablar de los malos libros ya es criticarlos. Estoy muy en contra de los periodistas que hablan de todo lo que leen para sacar dinero de todo lo que leen. El periodista que lea todo lo que pueda, pero hable de lo que considera de interés”.

Colomer intuye por último un salto peligroso en la crítica reciente. “Está saliendo un tipo de crítica que habla mal de todo lo que no coincide ideológicamente con el crítico. Ha tomado el modelo de tertuliano televisivo, posicionándose con los libros que lanzan los mensajes que ellos quieren, y atacando salvajemente a los autores por lo que opinan. Los críticos de Javier Marías o Ana Iris Simón son ejemplos muy claros”.      

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