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Cómo el bóxer Tyson salvó de morir a dos cachorros enterrados vivos

Foto cedida por Salvador Jiménez

Néstor Cenizo

Como muchos días, Salvador Jiménez paseaba este miércoles por la tarde con Tyson, un bóxer de dos años y medio, por una zona agreste de Churriana (Málaga), hasta que el perro se separó de él y bajó unos metros hasta un bancal inferior. Como no regresaba, Salvador fue a buscarlo y al llegar donde estaba el perro, observó que estaba escarbando y metiendo el cuerpo en una pequeña cueva. Tiró de sus patas y del zulo salió Tyson con alguien más: el bóxer traía consigo un cachorro negro, al que soltó rápidamente para seguir escarbando. Tyson rescató a dos cachorros, una hembra y un macho de unos tres meses. Habían sido enterrados vivos.

Alguien había taponado con tierra la entrada a ese pequeño zulo, y fue el bóxer quien escarbó hasta rescatar a los dos perrillos. Primero olió o escuchó a los cachorros, y después los sacó de la cueva. Estaban sucios y la hembra se tambaleaba. Inmediatamente, el bóxer los lamió y luego Salvador los limpió con toallitas. “Fue bonito pero también un poco duro”, explica Salvador, que suele pasear por ese lugar, muy cercano a su casa. El hombre explica que se trata de una propiedad privada pero abierta, donde es frecuente pasear a los perros.

Se trata de un terreno de roca caliza, donde no hay cuevas grandes pero sí muchas oquedades. Es seguro que había un orificio en la cueva por el que los cachorros pudieron respirar. Sin embargo, Salvador no cree que alguien los hubiese dejado allí para luego ir a recogerlos. Es una zona de difícil acceso, y quien los puso allí había taponado con tierra la salida, lo suficiente como para pensar que quería abandonarlos. Cuando los encontró, los cachorros estaban asustados y sucios. “El perro quitaba la tierra para atrás. Me imagino que cuando lo olió sería porque habría algo abierto. Yo no daba crédito”, relata Salvador.

Nada más sacarlos a la superficie, el hombre llamó a Asociación Ciriana, un grupo ecologista local. Mari Cruz Torres, integrante de la asociación, los llevó inmediatamente a una clínica veterinaria. Irene Delgado, la veterinaria que los atendió, explica que llegaron “deshidratados, con mucha hambre, sucios y parasitados”. Uno de ellos, con hipotermia, no se tenía en pie. Dejaron a la hembra, que llegó muy asustada, con medicación para aliviarle el apetito y en observación hasta la mañana siguiente. Por los síntomas que presentaban, la veterinaria cree que llevaban días abandonados.

La dificultad de denunciar estos casos

Torres explica que es difícil denunciar estos casos porque los perros no tienen el chip identificativo. “Cuando acaba la época de caza hay muchos casos de abandono”, explica. Según asegura, en los últimos meses la asociación ha desmontado tres zulos, espacios muy reducidos donde se encierra a los perros de caza. En marzo, la asociación denunció ante la Policía Local de Málaga el caso de dos podencos encadenados durante todo el día.

En el caso de los dos cachorros rescatados, el problema es la dificultad de hallar al responsable. “Como no tienen chip lo primero que te dicen es ”¿a quién vamos a denunciar?“, lamenta Torres, que opina que ”por edad y tamaño“, en este caso podría tratarse del ”resto de una camada que no han podido colocar“. Carmen Manzano, presidenta de la Protectora de Animales de Málaga, explica que, aunque está convencida de que es una práctica común, no han llegado a encontrar zulos en los que se mantenga a perros de caza: ”Es un mundo como las peleas de perros. Sigue habiéndolas, pero es muy difícil averiguar dónde“.

Hace tres años fue sonado el caso de un centenar de perros hacinados en jaulas en San Roque (Cádiz). Vivían rodeados de excrementos, sin luz solar y entre barrotes oxidados, según denunció entonces PACMA. Asociaciones y el partido animalista llevan años denunciando esta práctica que se recrudece con el fin de la temporada de caza. Los cazadores suelen minimizar la frecuencia e importancia de los casos. 27.724 de los 66.242 de los casos de maltrato investigados por el Seprona entre 2012 y 2016 afectaban a perros de caza (el 41,8%), según los datos que aportó en su día el Gobierno ante una pregunta de Maribel Mora, senadora de Unidos Podemos.

En este caso de abandono, se pudo parar a tiempo y los cachorros encontraron acogida al día siguiente. “Gracias a mi perro. Se llama Tyson”, concluye Salvador.

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