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Desintoxicación de datos, o cómo replantearse la vida digital

'La Experiencia de la Sala de Cristal' podrá visitarse en Etopía hasta finales de julio.

Óscar Senar Canalís

Zaragoza —

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“Estoy de acuerdo”. Cada vez que marcamos ☑ en el apartado de consentimiento de una aplicación móvil compatimos, seamos conscientes o no, nuestros datos con una o varias corporaciones. La vida digital son datos, y los datos son mercancía. Con el objetivo de concienciar sobre esta realidad, el Centro de Arte y Tecnología Etopia ha traído hasta Zaragoza 'La Experiencia de la Sala de Cristal', una iniciativa de Tactical Tech y la Fundación Mozilla que ha girado previamente por Berlín, Nueva York y Londres. Lo hace en colaboración con la Asociación Ondula, de la que es miembro Inés Bebea, especialista en alfabetización digital.

Para Bebea, “llevamos una herramienta en el bolsillo mucho más potente de lo que somos conscientes”, por lo que los usuarios deben plantearse “qué hay detrás de la pantalla”. En 'La Experiencia de la Sala de Cristal' se invita a ello a través de una serie de paneles y de juegos de preguntas que muestran de forma gráfica cómo la delegación de la vida diaria en la tecnología expone nuestros datos de infinidad de maneras. Así, desde lavarse los dientes con un cepillo eléctrico conectado a Internet -sí, existen- hasta establecer citas amorosas a través de Tinder, pasando por el simple hecho de detenerse en un parque mientras tenemos la ubicación del móvil activada, todas las acciones que realizamos conectados dejan un rastro al que un tercero puede sacar provecho, para bien o para mal.

“¿Eres capaz de recordar qué búsquedas hiciste ayer en Google?”, interpela Bebea. “Probablemente no, pero Google sí. Con cada búsqueda le estamos mostrando nuestras inquietudes, desde las más superficiales a las más profundas. Un acto que hacemos en la intimidad de nuestra casa, ante la pantalla, deja una huella que queda registrada”, invita a reflexionar.

Nadie se libra, ni siquiera los -“mal llamados”, precisa Bebea- nativos digitales. “Que alguien haya nacido cuando ya existían estas tecnologías no quiere decir que sepa utilizarlas. Los jóvenes necesitan una alfabetización digital que les ayude a entender el mundo en el que vivimos, donde la tecnología juega un papel fundamental en la política, la economía y lo social”, afirma la educadora. Para Bebea, el mejor indicativo de este poder es que las cinco compañías con más valor a nivel mundial son Apple, Amazon, Alphabet (matriz de Google), Microsoft y Facebook; empresas para las que “la información de los usuarios es clave en su modelo de negocio”.

En la pelea por el control de la vida digital, los usuarios, aunque obtengan a cambio ventajas y comodidades, tienen las de perder, afirma Bebea: “Al otro lado hay un ejército de personas con conocimientos muy especializados en desarrollo de 'software', pero también en psicología, sociología, filosofía... que están al servicio del diseño de esas aplicaciones. En cambio, nosotros vivimos las aplicaciones como una experiencia individual, sin las herramientas y conocimientos suficientes para hacer frente a los fines que ellos persiguen”. Además, “cuantas más cosas de nuestro día a día externalizamos en una aplicación, menos capacidad tenemos para controlar nuestra propia vida, porque nos volvemos cada vez menos autosuficientes. No somos ya capaces ni de asomarnos a la ventana para ver qué tiempo hace”.

Plan “Data Detox”

'La Experiencia de la Sala de Cristal' se completa con un programa de visitas participativas y talleres familiares. Los asistentes a estas actividades recibirán de manera gratuita un 'Data Detox Kit', una guía de ocho días para mejorar la privacidad digital y controlar los datos que los dispositivos y aplicaciones recopilan.

Alcanzar “un nuevo yo digital” es posible según este manual a través de una sucesión de sencillos pasos: desde comprobar qué información e imágenes aparecen en los buscadores al teclear nuestro nombre a hacer limpieza de aplicaciones inútiles en el móvil, pasando por revisar qué hemos subido a una red social en el pasado (y que puede comprometernos en el presente y futuro).

Bebea invita a “pasar a la acción”: “No hay que considerarse solo personas usuarias de las tecnologías, sino ciudadanas digitales en un mundo global”.

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