Aragón triplica el suelo industrial de hace quince años con un número similar de empresas
Los polígonos industriales aragoneses no consiguen remontar la crisis. Estas grandes extensiones de terreno a las afueras de ciudades y pueblos son, en muchos casos, auténticos desiertos de asfalto. Actualmente, la oferta de suelo en toda la comunidad ronda los 110 millones de metros cuadrados, es decir, prácticamente triplica los 38,7 millones del año 2000.
“Pero el número de empresas instaladas en la comunidad es casi el mismo que entonces”, asegura Juan Pedro Márquez, presidente de la Federación de Polígonos Empresariales de Aragón (FEPEA). “Tirando por lo alto, con la mitad del suelo que existe a día de hoy habría espacio más que suficiente para albergar a todo el tejido industrial aragonés”, subraya.
No existe información actualizada de la ocupación de los polígonos. El Instituto Aragonés de Fomento (IAF) está realizando una macro actualización que aún tardará varios meses en ver la luz. La base de datos vigente, de 2012, contabiliza 348 polígonos en Aragón: 195 en Zaragoza, 88 en Teruel y 65 en Huesca. La crisis no ha tratado por igual a todos ellos.
Los más antiguos han conseguido mantenerse, mientras que los de reciente creación han visto cómo muchos de sus negocios tenían que cerrar sus puertas. “La mayoría de las empresas instaladas en polígonos de solera ya tenían pagada la nave cuando empezó la crisis, de modo que han podido sobrevivir”, explica Márquez. En cambio, en los polígonos nuevos “las empresas acababan de asumir un inversión muy grande cuando empezó la crisis, la de instalarse y comprar maquinaria. Por eso han sufrido un grado de mortandad más elevado que otras que ya tenían todo amortizado”.
Según esta radiografía, los polígonos comarcales salen muy mal parados. “La mayoría se abrió justo antes de estallar la crisis. Pertenecen a pueblos pequeños que vieron en la oferta de suelo industrial la mejor manera de captar ingresos para el municipio y que ahora no tienen ninguna ocupación”.
Otros, también de reciente apertura aunque ubicados en la capital, tampoco han corrido mejor suerte. Es el caso del Parque Tecnológico de Reciclado López Soriano (PTR), con sus más de 8 millones de metros cuadrados de extensión. “No hay más que dar una vuelta en coche para ver que allí solo está el vertedero y Acerinox, el resto está completamente vacío. Son kilómetros y kilómetros de asfalto y farolas, eso sí”.
La ley española obliga a urbanizar toda la extensión del polígono antes de que se ocupe, al contrario que ocurre en otros países europeos donde se urbaniza conforme avanza la demanda, “por eso, muchos de estos parques empresariales tienen las calles asfaltadas y todo el alcantarillado listo, con la inversión que eso supone para la promotora, pero sin empresas”.
La solución que se apunta desde FEPEA para atraer nuevas empresas pasa por la reducción de costes que facilite su asentamiento. “Al final se está compitiendo con el municipio o la comunidad de al lado, pero es la única forma de hacerlo”, matiza Márquez.