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El Prismático es el blog de opinión de elDiario.es/aragon. 

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Lambán puede presidir un Gobierno progresista

Enrique Tordesillas

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Desde el 27-M estaba claro el papel decisivo del Partido Aragonés a la hora de conformar el futuro Gobierno de Aragón. Arturo Aliaga, el presidente del partido, en una entrevista en La Rebotica de Radio Zaragoza, ya manifestó su oposición a pactar con Vox –por incompatibilidad de programas- y su rechazo a un acuerdo con toda la izquierda por diversos motivos. Su alternativa era la formación de un ejecutivo estable, centrado y moderado, producto del acuerdo entre el Partido Socialista y Ciudadanos, con alguna aportación del PAR.

El viernes día 7 nos enteramos que la propuesta de Aliaga se había transformado en un acuerdo de coalición PSOE-PAR, supongo que con el objetivo de presionar a Cs pare que se sume a la misma. Pero la cosa no me parece tan sencilla, la decisión de la dirección del partido naranja de priorizar el acuerdo entre PP y Cs, se lleva a la práctica en todas las instituciones -hasta en Castilla y León, uno de los territorios en los que la dirección es crítica con Rivera y donde el enfrentamiento entre los dos partidos ha sido evidente en la última legislatura- y, de momento, nada apunta a que Aragón sea la primera excepción.

Con el giro a la derecha de Cs, el espacio en común con los socialistas se ha estrechado considerablemente, ¿va a aceptar Javier Lambán las propuestas en política territorial, fiscal, educativa… que propone Ciudadanos? Si es así, ¿dónde quedan las promesas electorales del PSOE? Porque, con 27 diputados, no creo que el presidente socialista en funciones considere su acuerdo con el PAR algo cerrado y, desde luego, no me imagino a Daniel Pérez, candidato de Cs a la presidencia de la DGA, sumándose a una propuesta elaborada sin contar con su partido, sin que elementos fundamentales de su programa aparezcan en un posible pacto a tres. Creo que en política hay que ser pragmáticos y que, a veces, solo podemos aspirar al mal menor, pero hay unos límites, no todo vale para estar en el Gobierno.

Por otra parte, para que haya un Gobierno estable, aspiración tanto del PSOE como del PAR, es necesaria una mayoría parlamentaria y una importante aceptación social, y no hay ninguna garantía de que la sociedad aragonesa -después de ver como la recuperación económica no ha impedido el incremento de la desigualdad, ni ha permitido llevar al nivel previo a crisis la calidad de los servicios públicos- aguante pasivamente unas políticas, las de Ciudadanos, que van a profundizar en las diferencias sociales.

Los socialistas aragoneses deberían pensarlo un poco, su acuerdo con los regionalistas ha tenido la virtud de dinamitar un posible Gobierno de derechas, pero la única alternativa no es un acuerdo con Ciudadanos, se puede mirar a la izquierda. José Luis Soro, presidente de Chunta Aragonesista ya apostó, días después de las elecciones, por un pacto PSOE, Podemos, PAR, CHA, e IU. El PSOE ya tiene experiencia de gobierno con PAR y CHA, Podemos e IU se han mostrado receptivos a explorar esa posibilidad.

El acuerdo no tiene por qué traducirse en un Gobierno de coalición entre las cinco organizaciones, ni siquiera en un pacto de legislatura conjunto, puede haber diferentes niveles de compromiso. Lo que sí es imprescindible es que PSOE y PAR no consideren su pacto algo cerrado al que se tienen que sumar los demás -no es esta la mejor manera de “hacer amigos”, de llegar a acuerdos-, que vayan con la idea de buscar espacios comunes con el resto de partidos. La izquierda, por su parte, debe dejar en un segundo plano los debates ideológicos y centrarse en resolver -o avanzar lo posible en su resolución- los principales problemas de las personas que vivimos en Aragón.

Una legislatura basada en un compromiso de estas características puede ser complicada -uno de los recelos de Arturo Aliaga es la incapacidad de la izquierda para sacar adelante los presupuestos de este año, aunque no creo que un pacto con Cs tuviese un resultado distinto el último año de la legislatura- pero merece la pena explorar esa posibilidad, no ser tan timorato.

Javier Lambán puede volver a ser presidente de la DGA, pero no tiene por qué ser el presidente de un Gobierno de centro-derecha.

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