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El pacto con la Universidad pública
La Universidad de Zaragoza, que es una de las principales marcas de prestigio y proyección internacional de la capital aragonesa y de la comunidad autónoma en un mundo en red, estaba, por ejemplo, por detrás de las universidades de Trieste, ciudad con la que competimos por la Exposición Internacional sobre Agua y Desarrollo Sostenible de 2008, de Coimbra, y, si nos centramos en España, por detrás de la Politécnica de Valencia, de la Universidad de Granada, de la Politécnica de Cataluña, de la Universidad de Santiago de Compostela, de la Universidad de Sevilla y de la Universidad del País Vasco.
Y, por supuesto, por detrás de la Pompeu Fabra, de la Complutense, de las Universidades Autónomas de Madrid y Barcelona, y de la Universidad de Barcelona que es la única que figura entre las 200 mejores del mundo en el puesto 176. Las cuatro anteriormente citadas figuran entre los puestos 200 y 300, y el resto en la parte baja de la clasificación.
No se sorprenderán si les traslado que 16 de las 20 mejores son estadounidenses, con Harvard, Stanford, el MIT y Berkeley a la cabeza. De las cuatro restantes del “Top 20”, tres son británicas, Cambridge, Oxford, y el University College London, y la otra suiza, el Instituto Federal Suizo de Tecnología de Zurich.
Un país tan pequeño como Suiza, alrededor de 8 millones de habitantes, un poco más que Cataluña y un poco menos que Andalucía, tiene hasta 4 universidades entre las 100 mejores, el mismo número que Alemania, Francia y Holanda. Por detrás, Suecia que suma 3.
No quiero abrumarles con más datos, ni hacer especial énfasis en la relación entre la calidad universitaria y las cifras de desempleo y de nivel de vida de un país, pero sí subrayar que nos queda mucho camino por andar, que sí, que con el nuevo Gobierno de Aragón se ha distendido la relación con el equipo de gobierno de la Universidad de Zaragoza, y se camina de nuevo hacia un mayor reconocimiento social y una financiación estable, pero el desafío no está en mirar de reojo a la Universidad San Jorge y sus titulaciones.
Está en esforzarse para que los investigadores de la Universidad de Zaragoza, de la Universidad pública, sean altamente citados, que publiquen en revistas internacionales de “Nature y Science”, que sus artículos aparezcan en los índices científicos de referencia, que suba el rendimiento “per cápita” respecto al tamaño de la institución y, por qué no, lo estamos esperando desde que en 1906 Santiago Ramón y Cajal recibiera el de Medicina, que podamos competir sin complejos por tener algún profesor y alumno Premio Nobel o medalla “Fields” para descubrimientos sobresalientes en Matemáticas.
Ese deber ser el pacto de la Universidad de Zaragoza con la sociedad y de la sociedad con la Universidad de Zaragoza: yo te garantizo la autonomía económica y el reconocimiento ciudadano y tú, a cambio, me das excelencia, prestigio internacional, transferencia de conocimiento, y atractivo para que los jóvenes talentos se sientan motivados para investigar y trabajar en Aragón.
