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El Gobierno de Aragón ‘bendice’ la reserva de la biosfera del río Cabriel

La escasa presión demográfica, industrial y agraria que soporta a lo largo de su despoblado curso hacen del Cabriel uno de los ríos con las aguas más limpias de Europa.

Eduardo Bayona

Zaragoza —

El Gobierno de Aragón ha dado su visto bueno a la propuesta de la Unesco (Organización de la ONU para la Educación, la Ciencia y la Cultura) para crear una reserva de la biosfera en el río Cabriel, un afluente del Júcar de 220 kilómetros que nace en los Montes Universales, en la comarca de Albarracín, y que atraviesa cinco pueblos de Teruel.

Se trata de uno de los últimos ríos salvajes del país, en su tramo inicial ya que a mitad de su curso está regulado por los embalses de Contreras, la Villora y Batanejo y cuenta con varias centrales hidroeléctricas, y fue declarado Patrimonio de la Humanidad hace veinte años, en 1998. Uno de los parajes más característicos se encuentra en los llamados Ojos del Cabriel, en El Vallecillo, donde nace de unas surgencias de agua en las rocas que generan una espectacular cascada.

El Consejo de Ordenación del Territorio de Aragón ha acordado emitir un informe favorable a la propuesta, con lo que se suma al apoyo que han dado a la iniciativa los gobiernos autonómicos de la Comunidad Valenciana y de Castilla-La Mancha.

La conservación de este río tuvo su momento de mayor tensión en la primera mitad de los años 90, cuando la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, presidida por José Bono, mantuvo un duro enfrentamiento con el Ministerio de Fomento que dirigía José Borrell. Este acabó cediendo y renunciando a imponer el trazado de la autovía Madrid-Valencia por sus hoces, de las que finalmente se alejó un centenar de kilómetros y que fueron declaradas parque natural en su tramo valenciano y reserva natural en el manchego.

La segunda reserva aragonesa, cuatro décadas después de Ordesa-Viñamala

Una vez concluidos los trámites, el tramo turolense del río Cabriel se convertirá en la segunda reserva de la biosfera de Aragón, tras la de Ordesa-Viñamala ( ), de 51.396 hectáreas de extensión y declarada como tal por la Unesco en enero de 1977. Hay otras 48 en España, entre ellas algunas cercanas como la de Bardenas y la del delta del Ebro, en Navarra y Cataluña.

El curso del Cabriel fue uno de los incluidos por el anterior Gobierno central en el escueto listado de reservas naturales fluviales, que finalmente incluyó 135 cauces que suman una longitud de 2.669 kilómetros pero del que se cayeron otros 320, entre reservas y paisajes, que reúnen 1.529 y que un organismo de prestigio como el Cedex había incluido en su propuesta inicial al considerarlas “áreas con escasa o nula intervención humana” cuya riqueza ambiental requería protección.

En Aragón, la comunidad en la que se localizan más ríos salvajes, la cuestión sigue abierta, ya que el Tribunal Constitucional reconoció a su Gobierno la competencia para declarar y gestionar reservas.

Saltos, cascadas, pozas, rápidos y remansos

El río Cabriel tiene una cuenca de hidrográfica de 4.754 kilómetros cuadrados y una aportación media cercana a los 230 hectómetros cúbicos anuales.

Considerado uno de los ríos con el agua menos contaminada de todo Europa, principalmente por la escasa presión demográfica, industrial y agraria que soporta ante la escasa población de los territorios que atraviesa, sus tramos medio y bajo son explotados por el turismo activo, con actividades de ráfting y piragüismo en los meses de verano.

Su cuenca, caracterizada en su tramo alto por la concatenación de saltos, cascadas, pozas y gradas de rápidos y remansos cerrados, incluye 52 municipios, 37 en Cuenca, seis en Albacete y cuatro en Valencia, además de los cinco turolenses.

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