El alcalde de Zaragoza encarga 11.000 euros en bocatas y menús para “artistas y personal” en los Pilares

Once mil euros (10.000 + IVA) en bocadillos y menús para dar de cenar, y ocasionalmente de comer, a “artistas y personal” durante las próximas fiestas del Pilar es el contenido de la apetitosa contrata que el Ayuntamiento de Zaragoza, presidido por Jorge Azcón (PP), tiene en licitación, con unos vertiginosos plazos que han reducido a menos de una semana el periodo del que disponían los hosteleros con local abierto en la ciudad para pujar por ella.

Fue publicada el martes 13 a mediodía con un plazo de presentación de ofertas que acababa a las 13.00 horas del quinto día natural, algo que, al caer este en domingo, permitió ampliarlo al lunes 19; aunque en cuanto a días hábiles en periodo disponible se reducía a tres más el medio de gracia.

La contrata, cuyo objeto formal consiste en el “suministro de diferentes bocadillos y menús para la semana del Pilar 2022”, contempla dos plazos distintos de ejecución según se atienda al anuncio, que lo establece del 7 al 17 de octubre (un día antes y después de las fiestas), o a la ficha técnica, que lo amplía “del 6 de octubre al 17 de octubre, a partir de la notificación de la adjudicación”, y lo gestiona Zaragoza Cultural, la empresa municipal de ese ámbito que preside la vicealcaldesa Sara Fernández (Cs), que es quien firma la convocatoria.

En resumen: una contrata relacionada con las fiestas del Pilar, que salvo contadas excepciones y al margen de la suspensión por la pandemia llevan varias décadas celebrándose entre la tarde del sábado anterior a la festividad del 12 de octubre y la medianoche del domingo posterior, sale a licitación cuando falta menos de un mes para que comiencen los festejos, una urgencia que resulta cuando menos llamativa.

Zaragoza Cultural no hace bocadillos

Las características y las condiciones del contrato han causado sorpresa en medios municipales, entre otros aspectos por el motivo utilizado para la “justificación de la necesidad y de la conveniencia y la oportunidad” del gasto: “con motivo de la realización de las fiestas del Pilar 2022, que se realizará en octubre, existe una necesidad de contratación [de] un suministro de bocadillos y menú para artistas y personal, y la sociedad municipal Zaragoza Cultural, SAU, no dispone de este material”.

Efectivamente, preparar bocadillos y ofrecer menús son actividades que nunca figuraron en el amplio abanico de contenidos de su objeto social, más bien ajeno a la gestión hostelera.

Y, también, por el utilizado para justificar la “concurrencia de los supuestos de uso” del contrato menor, apartado en el que la ficha técnica explica que “la excesiva variabilidad” de las necesidades que debe cubrir, por una parte, y, por otra, la “agilidad que se requiere para su ejecución” imposibilitan “su cobertura mediante acuerdo marco, sistema dinámico de adquisición o contrato típico, en función de [las] necesidades estimadas”.

Esas afirmaciones coinciden con la escasa concreción, esperable por otra parte en un encargo de estas características, de las “especificaciones técnicas”, que se limitan a indicar que “los bocadillos, serán encargados con la mayor antelación posible para que la empresa adjudicataria pueda hacer una previsión del producto”, aunque con el aviso de que eso ocurrirá “fundamentalmente por la tarde-noche”, y a señalar los tipos de comida.

Las condiciones de pago limitan las posibilidades de acceder al contrato

Las propuestas de los hosteleros, que competirán con ofertas a la baja sobre el precio de salida, debe incluir cinco bocadillos calientes, otros tantos fríos, un vegetal y algunos aptos para celiacos, mientras los menús, que se consumirían “en el local de la empresa adjudicataria, tiene que contener cuatro primeros con verduras, guisos, ensaladas, pasta o arroz, y cuatro segundos compuestos por carne y/o pescado, además de postre, pan y agua, sin que aparezca el vino.

Los precios máximos serán de 4,25 euros por bocadillo y de 16 por menú, unas tarifas al alcance de cualquier empresa hostelera, aunque las condiciones de liquidación del servicio reducen notablemente las posibilidades, que quedan limitadas a algunas que dispongan de cierto músculo financiero, ya que el pago se realizará “mediante la presentación de una única factura, a la finalización de la prestación, expedida por la entidad y conformada por el responsable del contrato”.

El adjudicatario tendrá que soportar por adelantado unos costes que pueden alcanzar los 11.000 euros (menos el beneficio) durante un periodo indeterminado de tiempo, algo que puede resultar una barrera insuperable tanto para los pequeños negocios de hostelería como para algunas oenegés que operan en el ámbito de la alimentación.

La documentación de la contrata asegura que “no se está alterando el objeto del contrato para evitar la aplicación de las reglas generales de contratación”, algo que resultaría obligatorio si la adjudicación alcanzara un valor de 15.000 euros.