El balneario de Panticosa comienza a recibir la nieve sin protección frente a los aludes
“A día de hoy, las estructuras continúan instaladas en los montes de utilidad pública”: la Consejería de Medio Ambiente y Turismo que dirige Manuel Blasco ha ratificado con esa breve respuesta la situación de desprotección ante los aludes que se da en el Balneario de Panticosa, y que se viene prolongando prácticamente desde su puesta en marcha hace más de un siglo pese a las graves consecuencias que las avalanchas han provocado en el complejo.
El balneario de Panticosa, propiedad por completo del grupo zaragozano Nozar a través de la empresa Aguas de Panticosa desde hace algo más de dos décadas, se ubica en un circo glaciar a 1.636 metros de altitud y rodeado de montes que alcanzan los 3.000, una zona en la que riesgo de aludes ha sido históricamente elevado, tal y como prueban varios episodios históricos.
Así ocurrió a finales de febrero de 2015, cuando una avalancha caída desde la ladera de Argualas, con más de medio kilómetro de deslizamiento y seis metros de altitud una vez asentada, destruyó uno de los hoteles del complejo y dañó gravemente otro de ellos y el casino.
Algo similar ocurriría dos años más tarde, cuando otro alud llegado desde la ladera del Brazato sepultó por completo la casa de La Laguna y parcialmente la del balneario, en un fenómeno que se ha ido repitiendo con relativa frecuencia, que se cobró varias vidas en 1960 y 1970 y que, aunque con avalanchas de menor magnitud, ha venido provocando el aislamiento del complejo en varias ocasiones en las últimas décadas.
La evolución de los riesgos en el monte
¿Sigue existiendo ese riesgo? Obviamente, sí; por tratarse de una zona de alta montaña en la que, aunque con menores intensidad y extensión temporal que el siglo pasado, continúa nevando.
Otra cosa es la magnitud con la que puede materializarse ese riesgo, algo que depende de la estabilidad, el nivel de asentamiento y el ritmo de fusión de cada capa de nieve.
No obstante, varios estudios apuntan a que la frecuencia y la magnitud de los deslizamientos, tanto de nieve como de las propias laderas, pueden verse incrementadas como consecuencia del cambio climático.
“Todavía resulta complicado definir con exactitud la relación entre la intensidad de las precipitaciones o el aumento de las temperaturas con el incremento de eventos como caídas de piedra, deslizamientos o derrumbes”, señala un estudio del Instituto Pirenaico de Ecología, que considera “previsible que eventos naturales generalmente detonados por factores meteo-climáticos (altas temperaturas, precipitaciones intensas) sean más frecuentes en futuro” en la cordillera.
“El incremento de las temperaturas y las olas de calor han provocado un aumento de fenómenos tipo deslizamientos de rocas, aludes, así como de corrimientos de tierra”, anota el informe, que añade que “en algunas zonas de los Pirineos ha habido un incremento del número de aludes de gran magnitud en los últimos años”.
Trece kilómetros de vallas y de parapetos
Mientras el complejo turístico se encuentra en fase de transformación con el vaciado de algunos edificios, la rehabilitación de otros y el derribo de elementos, las laderas que lo rodean siguen careciendo de un sistema de protección homologado frente a los aludes que pueden caer desde las laderas de las montañas que lo rodean.
Sí hay uno instalado, como confirma la misma DGA que ya hace más de una década dictaminó que no cumple los requisitos necesarios para proteger el complejo turístico frente a los aludes y que debería haber sido retirado.
El grupo inmobiliario Nozar obtuvo en agosto 2007 una autorización para reemplazar el dispositivo colocado seis años antes en las laderas que circundan el balneario por otro de mallas y barreras antialudes que sumaban una longitud de 12,7 kilómetros y al que se añadían otros 600 metros de parapetos de protección ante las ventiscas.
Cuatro años después, en enero de 2011, la Dirección General de Gestión Forestal revocó ese permiso tras concluir que su diseño y dimensiones carecían del sustento de cálculos y mediciones, en una decisión firme en la que las alegaciones de Aguas de Panticosa, la filial de Nozar que gestiona el recinto, no llegaron a ser contestadas.
“El titular autorizado deberá retirar las estructuras” y acondicionar “la zona afectada” de acuerdo con una serie de indicaciones“, indica el consejero. Sin embargo, doce años después esa orden sigue sin ser cumplida.
¿Está garantizada la seguridad de las personas?
En realidad, la presencia de las barreras y las mallas generaba “una situación de riesgo” para el complejo y para sus usuarios, según recoge la exposición de motivos de la batería de preguntas parlamentarias del diputado autonómico de IU, Álvaro Sanz, a la que Blasco ha dado parcialmente respuesta.
Esa orden, añade, recordaba la “obligación, por parte de la promotora de salvaguardar la seguridad de bienes y personas” en el recinto.
De las cuatro preguntas formuladas por Sanz, Blasco solo ha respondido a las dos “que se refieren al Departamento de Medio Ambiente y Turismo, que no es competente en materia de Protección Civil”, y que se centraban en la aplicación de la orden de 2011.
En las otras dos se interesa por el grado de “cumplimiento del plan de protección de la zona ante los riesgos advertidos” y por las garantías para “la seguridad de las personas, ante los riesgos señalados, para desarrollar la actividad hotelera en el entorno del Balneario de Panticosa durante los próximos meses de invierno?”
“La legislación vigente obliga al propietario del balneario, para poder abrir las instalaciones en temporada invernal, a la instalación de barreras antialudes contempladas éstas en el Plan Especial de Protección y Rehabilitación Integral (PEPRI)”, señala la exposición de motivos de la batería de preguntas de IU, que también recoge cómo “las instituciones deben velar por la seguridad de personas y bienes, vigilando las diferentes actividades que allí se producen en periodo invernal, en el marco de las competencias de cada una de ellas”.
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