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“Es insólito que una mujer escribiera un diccionario a mediados del XIX”

Pilar Benítez, coautora del 'Diccionario de voces aragonesas de María Josefa Massanés Dalmau. Una curiosidad lexicográfica del siglo XIX'.

Ana Sánchez Borroy

Zaragoza —

Pilar Benítez (Zaragoza, 1964) y Óscar Latas han publicado recientemente su 'Diccionario de voces aragonesas de María Josefa Massanés Dalmau. Una curiosidad lexicográfica del siglo XIX', una obra que recupera la figura de una de las predecesoras de María Moliner. Pilar Benítez es profesora del Instituto La Azucarera y de la Facultad de Educación de Zaragoza. Óscar Latas es técnico de Cultura de la comarca Alto Gállego y miembro del Consello d’a Fabla Aragonesa.

¿Quién fue María Josefa Massanés Dalmau?

Fue una escritora catalana, que nació en Tarragona en 1811. Quedó huérfana de madre muy pequeña. Su padre nunca llevó bien el hecho de que fuera hija única y que fuera mujer, porque pensaba que una mujer nunca podría engrandecer su apellido. Entonces, Pepita Massanés fue una mujer que se formó a sí misma y que intentó que su padre no tuviera razón. Es una autodidacta que, desde muy niña, sintió vocación por la escritura. Hasta los 32 años vivió en Cataluña, donde publicó su primer poemario, 'Poesías en castellano'. A esa edad, se casó con un militar y le fue acompañando en sus diferentes destinos militares. Uno de esos destinos fue Zaragoza, adonde la pareja llegó en 1847. Aquí, en Zaragoza, ella continuó su actividad literaria, participaba en la vida cultural, escribía y entró rápidamente en contacto con todos los intelectuales aragoneses de la época: Jerónimo Borao, que fue rector de la Universidad de Zaragoza; Domingo Doncel, que años después fue bibliotecario en la Universidad de Salamanca; Mariano Ponzano, que fue director de la Escuela Normal... Es decir, con todos los prohombres aragoneses de ese momento, entre los que Pepita causó más que admiración, como se puede comprobar en la correspondencia y en los poemas que le dedicaron: se convirtió en la musa de todo ese círculo literario. Ella, en contacto con ese círculo aragonés, emprendió el proyecto de redactar una serie de leyendas ambientadas en Aragón y también proyectó hacer un drama en aragonés. Para la redacción de todos esos escritos costumbristas se confeccionó ella misma un 'Diccionario de voces aragonesas', como una herramienta para utilizar en sus escritos. Es decir, no solamente ambientaba los textos con el paisaje, las costumbres y los trajes aragoneses; sino también con aragonesismos.

¿Qué importancia tiene ese diccionario?

Es uno de los primeros diccionarios de palabras aragonesas; en ese siglo XIX es cuando floreció la lexicografía aragonesa. El de Mariano Peralta es un diccionario pequeño que se publicó antes de que Josefa Massanés escribiera el suyo y Jerónimo Borau, su gran amigo, escribió después que Josefina Massanés un diccionario que se titulaba igual: 'Diccionario de voces aragonesas'. La mayoría de los diccionarios del siglo XIX intentaban que las palabras aragonesas que, irremediablemente, se iban a perder estuvieran en el diccionario de la lengua castellana. Tal vez, la novedad de Pepita es que construye un diccionario de voces aragonesas autónomo, para el cultivo literario; por tanto, le da cierta autonomía a la lengua. A finales del siglo XIX hubo algún escritor, como Blas y Ubide, que era de Calatayud, que también hizo lo mismo que Pepita: construir un vocabulario de voces de Calatayud para sus escritos.

En el título de vuestro libro habláis de una “curiosidad lexicográfica”, ¿qué más curiosidades esconde este diccionario?

Es una curiosidad porque es un diccionario breve, tiene unas 300 voces y, además, es muy esquemático. La estructura es muy sencillita: tiene la voz en aragonés, que es la entrada, y después, la definición o correspondencia en castellano. Realmente lo que ella quería hacer era un diccionario bilingüe, para utilizarlo ella misma. Por eso, hablamos de curiosidad. Para elaborarlo utilizó sobre todo el diccionario de la lengua castellana, de la Real Academia Española, que ya había incluido muchísimos aragonesismos. Ella consultó varias ediciones y de allí mayormente sacó las voces. Era una práctica habitual en el siglo XIX. Mariano Peralta o Jerónimo Borau hicieron lo mismo: la base de sus diccionarios también eran los numerosos aragonesismos que hay en el diccionario de la Real Academia. Lo más importante en el de Josefina Massanés es que es un diccionario hecho por una mujer; es un hecho insólito. De hecho, es la primera y única mujer que ha hecho un diccionario de voces aragonesas general; hay dialectales. Y es una pionera, si no la primera mujer, en el ámbito hispánico de la lexicografía. En esa época las mujeres no habían tenido acceso aún a la Universidad ni a la educación secundaria. Por lo tanto, era difícil que hicieran trabajos muy académicos, porque no se desenvolvían en esos ambientes. Tan apenas se ha estudiado a las mujeres lexicógrafas en España, pero, de lo poco que se sabe, Pepita Massanés es, desde luego, una pionera y tal vez, la primera mujer que en España se ocupó de labores lexicográficas. Además, en el siglo XIX fue una escritora muy reconocida y muy prestigiosa. Y el prólogo de su primer poemario se considera un texto pionero del feminismo español porque defiende la educación para la mujer, que la mujer pueda escribir y publicar, es decir, que salga de ese ámbito doméstico donde habían querido recluirla a ella.

Hablar de una mujer pionera de la lexicografía en Aragón nos hace pensar, inevitablemente, en María Moliner… ¿María Josefa Massanés es la María Moliner del aragonés?

(Risas). Realmente, las siguientes mujeres que tenemos constancia de que trabajaron en lexicografía en Aragón después de Pepita Massanés fueron las del Estudio de Filología de Aragón: las primeras fueron Áurea Javierre, otra aragonesa maravillosa que siempre reivindico, y su sucesora, que fue María Moliner. En ese Estudio de Filología de Aragón también se dedicaron a hacer un diccionario aragonés; no lo sabían, pero estaban continuando el trabajo de Pepita, del que no se tenía noticia y había quedado inacabado porque volvió a Cataluña, por un nuevo destino de su marido. Realmente, si María Moliner hizo el mejor diccionario que ha tenido la lengua castellana, el 'Diccionario de uso del español', es porque en su juventud había trabajado con otras personas elaborando un diccionario aragonés. Massanés sería una predecesora de María Moliner y de otras mujeres que trabajaron en el Estudio de Filología de Aragón. Pepita aún realizó otra estancia en Zaragoza en 1877, cuando su marido había fallecido y ella estaba en una situación económica muy precaria, vivía de la literatura y de la caridad de sus amigos. Aquí la acogió un matrimonio durante un tiempo; escribió algunos poemas durante esa época ambientados en el Huerva. Es decir, la relación con Aragón permaneció toda su vida, pero el proyecto de obras aragonesas quedó inacabado. Todos esos manuscritos se conservan, junto con el 'Diccionario', en la Biblioteca Museo Víctor Balaguer de Vilanova i la Geltrú, porque ella donó toda su biblioteca, sus textos inéditos y su correspondencia a esta biblioteca que creó su amigo Víctor Balaguer. Óscar Latas lo encontró.

¿Cómo fue ese hallazgo?

Óscar Latas estaba buscando otros documentos relacionados con la filología aragonesa y, como en ese momento estaban catalogando toda esa biblioteca, les salió este diccionario. Lo habían catalogado hace poco. Había quedado entre los materiales inéditos de la autora; se desconocía que existiera. Esto es algo bastante común en las trayectorias vitales de las mujeres, porque siempre piensan que sus trabajos tienen poco valor, no lo publican, no lo dan a conocer... Son vidas que quedan silenciosas y silenciadas. Su amigo, Jerónimo Borau, hizo un diccionario importante, que fue todo un hito en el siglo XIX para el aragonés. Supongo que Massanés pensaría que lo suyo tenía poco valor al lado de lo que había elaborado su amigo. Esto es una suposición, claro.

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