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“Ningún médico querrá ejercer en el rural si no conoce cómo se trabaja realmente”

Guillermo Bernués: “Para ser sanitario en un pueblo los futuros médicos necesitan un tutor del mundo rural”

María Bosque Senero

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Guillermo Bernués es médico de familia en la localidad de Plan desde hace 39 años. El Ministerio de Sanidad le ha concedido la Cruz Sencilla de la Orden Civil en reconocimiento a su desempeño profesional como médico rural en el valle de Gistaín, en Huesca. A la ministra le pidió en su discurso: formar a más médicos, más plazas MIR y mayor inversión en Sanidad. 

Nació y creció en Huesca capital, ser médico rural ¿fue una decisión vocacional?

Somos una familia de las de antes, de siete hermanos, en la que tenemos todas las profesiones: arquitecto, físico, biólogo, pero no hay ni ha habido médicos. Estudiar medicina supongo que fue una decisión vocacional. Ser médico en el mundo rural sí fue una decisión muy consciente que tomamos en familia; tanto mi pareja como yo teníamos claro que nos gustaba la montaña y Plan es un pueblo estupendo para vivir. 

En estos años de carrera profesional ¿ha echado de menos vivir la experiencia de ser médico en un hospital o una ciudad?

Antes de ser médico de familia en Plan, durante cuatro años trabajé en la zona sur de la provincia haciendo sustituciones en Tamarite y Benéfar; también en Monzón en el servicio especial de urgencias. Cuando aprobé la plaza podía haber elegido trabajar en cualquier punto de España, la Sanidad no estaba trasferida por aquel entonces, y aun así, elegí ejercer como médico de familia en Plan. Siento que no me equivoqué para nada al tomar la decisión. Nunca he tenido la duda de pedir un traslado para acercarme a un hospital más grande o a una ciudad; el mundo rural me aporta mucho a nivel profesional y personal. 

Seguir formándose habrá sido un reto en algunos momentos. 

Los primeros años era complicado, no lo podemos negar. Seguir formándome para estar al día me suponía el esfuerzo de tener que trasladarme a Huesca o a Zaragoza, para asistir de manera presencial a los cursos y conferencias. Afortunadamente, desde hace un tiempo todo eso ha cambiado; internet permite hacer cursos a distancia desde los pueblos, consultar información y asistir a formaciones a través de webinars, sin necesidad de residir en una ciudad o trasladarte a ella. 

¿Cómo es un día cualquiera como médico en una localidad como Plan?

Cada mañana sales pronto de casa, el equipo de atención primaria está en La Afortunada y a las 08:00 tenemos reunión de equipo para ver qué casos se han atendido en la noche y ponernos al día. A las 09:00 ya vemos las citas programadas y las visitas no presenciales o administrativas que tenemos para ese día. A 12:00 comienza la consulta en Plan, hasta acabar y antes hacemos los domicilios. Además, dos días a la semana, pasamos visita en los consultorios más pequeños: Saravillo, Serveto, Gistaín y San Juan. Estos consultorios facilitan la accesibilidad de las personas más mayores al sistema sanitario; todos los centros están equipados. 

¿También le paran por la calle sus pacientes?

También, también. Me preguntan si ya están los resultados de los análisis o me consultan sobre alguna pequeña dolencia. Casi siempre puedo responder a sus dudas y la verdad es que no me importa que me paren en la calle o en el café, algunos me llaman fuera de horario de visitas y a otros, si me preocupan, me paso a verlos en mis días festivos. La verdad es que no me molesta, al contrario, no interfieren en mi vida porque forman parte de ella. Es algo que creo que la gente de las grandes ciudades envidia de nosotros, ese contacto tan estrecho.  

Lleva casi cuarenta años en la misma localidad, habrá visto crecer a familias enteras. 

En 39 años son tres las generaciones de una misma familia a las que he atendido, incluso más. Visitaba a los abuelos, a los padres y ahora también a los hijos. Esto te aporta una importante parte de conocimiento social, que es fundamental a la hora de tratar y de diagnosticar a los pacientes. Conoces su historia clínica, pero también sus antecedentes, de primera mano. Ese seguimiento personal es un plus que ofrece la medicina en el medio rural, y que es impensable en las ciudades donde los cupos de pacientes son mucho más numerosos y van fluctuando.

En verano, pueblos como Plan crecen en número de población ¿cómo se gestiona desde un punto de vista sanitario?

En verano tenemos a muchos desplazados. A todos los conocemos y muchos son personas mayores. Algunos están tres meses, otros hasta seis, pero todos cuando llegan pasan a saludar.  Tener el sistema informatizado hace que la atención sea ágil porque podemos acceder a la historia clínica de todos los pacientes independientemente de donde vengan; el trabajo se ha vuelto más cómodo y más productivo para nosotros y de mejor calidad para los pacientes. 

¿Qué le ha aportado ser médico rural?

Personalmente me ha aportado muchísimo, siempre me ha gustado la montaña y aquí el paisaje es inmejorable, además vivió en una comunidad donde todos nos conocemos, muchos de mis amigos están aquí, aunque conservo a los amigos de Huesca. A nivel profesional, tengo una relación muy cómoda con mis pacientes. Estos casi cuarenta años de servicio me ha aportado mucho, con cupos de 500 personas y perteneciendo a un sector como es el de Barbastro, he tenido la suerte de participar en la implantación de programas pioneros como el de control sintrón, colaboraciones en telemedicina de interconsulta virtual en psiquiatría una vez al mes, o el programa de cribado de Retinografía en pacientes con diabetes de tipo dos. La medicina en el medio rural no atraviesa un buen momento, pero nuestra participación activa en estos programas demuestra que se pueden hacer grandes cosas si se nos tiene en cuenta.  

Dice que la medicina rural está en un momento delicado. Muchos médicos no quieren ir a trabajar a zonas poco pobladas ¿qué está pasando y qué se puede hacer para ponerle solución? 

Para que los médicos quieran o se planteen venir a ejercer al mundo rural primero tienen que conocer cómo se trabaja, y hasta ahora eso no está pasando. Hay un problema en el sistema; la rotación rural se da siempre en centros muy cercanos a grandes hospitales y ese no es el rural real. Sería conveniente que los futuros médicos tuvieran tutores en centros alejados, como el nuestro, en el que llevamos años recibiendo médicos de familia de la zona de Baleares. Cuando llegan aquí conocen el medio, aprenden cómo aplicar la medicina en base a las necesidades del entorno y esto es fundamental para que, a la hora de decidir en el futuro dónde quieren trabajar, al menos, puedan tomar una decisión sabiendo cómo se ejerce realmente en estos pequeños pueblos… 

El Ministerio de Sanidad le ha concedido la Cruz Sencilla de la Orden Civil en reconocimiento a su desempeño profesional como médico rural ¿cómo se siente?

Al principio, cuando me lo comunicaron, me quedé descolocado, no sabía que esto existía. Después entendí la magnitud de este reconocimiento y la responsabilidad que conlleva. Ha sido un reconocimiento a mi vida profesional; un nombramiento unipersonal que no esperaba, pero quiero dejar claro que no podría haber hecho la carrera profesional que he hecho sin mis compañeros, los que he tenido a lo largo de estos años. Recibo esta mención y la interpreto como un espaldarazo a la medicina rural que, como ya he dicho, no atraviesa un buen momento.

Hizo varias peticiones al gobierno estatal a través de la ministra del ramo, Carolina Darias.

La ministra estuvo receptiva, también la consejería del gobierno de Aragón, ellos son plenamente conscientes de las necesidades que tenemos en la sanidad y me consta que intentan buscar soluciones. Como médico creo que no llegamos tarde al problema, pero hay que buscar respuestas reales pronto. Aragón somos una comunidad con un 57% de población viviendo en una sola ciudad: Zaragoza. Somos la única comunidad autónoma así de descompensada. Es un momento complicado para la sanidad española en general y para la aragonesa en particular. Nosotros, desde los pueblos, vemos las carencias que tiene la atención primaria, pero también somos conscientes de la falta de profesionales que sufren determinadas especialidades de la medicina. Como le dije a la ministra cuando me hizo entrega del reconocimiento; hay que formar a más médicos de familia, sacar más plazas para el MIR, y hacer una mayor inversión en Sanidad.  

Todo el mundo pensaba que a usted le tocaba jubilarse pronto, pero no es así ¿verdad? 

Llevo seis años de retraso en mi jubilación; con 60 años y 30 de servicio podría haberme jubilado hace un tiempo, pero este es un trabajo que me gusta, aunque esté mal decirlo lo paso bien trabajando, y ahora no tengo urgencia por jubilarme así que mientras la cabeza y el cuerpo me lleven seguiré al lado de mis pacientes.

Recorren entre 80 y 100 kilómetros diarios para atender a su medio millar de pacientes en todo el Valle, seguro que la medicina de aquí no tiene nada que ver con la de un hospital de Zaragoza. 

Solo les diré que estamos a cien kilómetros de distancia del hospital más cercano y a 50 de la UVI móvil más cercana. Podemos solicitar helicóptero; si no es de noche y no hace mal tiempo. Aquí un infarto de miocardio no es igual que en Zaragoza, y no hay que dramatizar, pero para trabajar en el medio rural, aun teniendo toda la tecnología como tenemos, es necesario un plus de conocimientos y de herramientas personales con las que solucionar este tipo de problemas.  

Si no hubiera sido médico ¿Qué habría hecho Guillermo Bernués?

Gustándome como me gusta la montaña y el mundo rural, creo que hubiera sido veterinario.

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