Arsenio Escolar es periodista y escritor. Con sus 'Crónicas lingüísticas del poder' –información, análisis y opinión de primera mano–, entrará semanalmente en elDiario.es en los detalles del poder político, económico, social... y de sus protagonistas. Con especial atención al lenguaje y al léxico de la política.
Varios candidatos, voto directo de los afiliados, renuncia de Feijóo: todo abierto en el PP
Hace apenas una semana, crecía en el PP la hipótesis de que habría una candidatura única para reemplazar a Mariano Rajoy en el liderazgo del partido. No sería un dedazo del saliente nombrando a su sucesor, como el de José María Aznar con Rajoy en 2004, sólo algo un poco más civilizado y de apariencia más democrática: los notables poniéndose de acuerdo en privado en un nombre y una fórmula con los que todo quedara atado y bien atado y ninguno de ellos pusiera en riesgo ni su parcela de poder ni su futuro personal. Pero no, no habrá ni siquiera ese oligodedazo. Contra mucho pronóstico, el liderazgo del PP va a estar competido. Hay ya varios candidatos. Puede haber partido, y si hay partido cualquier resultado es posible, como en la Copa del Mundo de Rusia. No serán ni Aznar ni los virreyes de Rajoy quienes decidan por dónde empezará la reconstrucción del centro derecha. Salvo nuevo cambio brusco de guión, serán los afiliados del PP en su conjunto quienes lo hagan.
La carrera comenzó hace apenas tres días. Mientras los tres grandes precandidatos -Alberto Núñez Feijóo, 56 años, presidente de la Xunta de Galicia; Soraya Saenz de Santamaría, 47 años, diputada, exvicepresidenta del Gobierno; y María Dolores de Cospedal, 52 años, exministra de Defensa, secretaria general del PP- guardaban silencio, se vigilaban mutuamente y hacían cálculos para medir sus oportunidades y sus riesgos, varios dirigentes no tan de primera fila anunciaban su candidatura... y no les dejaban otra a los primeros que dar el paso o renunciar expresamente a hacerlo.
Lo anunciaban además estos últimos con muy distinto tono de voz, con muchos matices diferentes, pero todos algo críticos con el pasado reciente del partido.
El sábado pasado se postulaba José Ramón García Hernández, 46 años, diputado por Ávila, portavoz de exteriores del PP en el Congreso y secretario ejecutivo de Relaciones Internacionales del partido, doctor en Ciencia Política, licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales. “¿Refundar el PP? Me gusta más la palabra reformarlo”.
Este lunes era Pablo Casado, 37 años, diputado también por Ávila, vicesecretario general de Comunicación del partido, abogado y economista (y con incertidumbres judiciales recientes por su máster). Si García Hernández hablaba de “reformar”, Casado habla de “renovar” -“Presentaré un equipo renovado”- para intentar recuperar “a aquellos votantes o afiliados que se fueron a otros partidos políticos, a Ciudadanos, a Vox, a los que a lo mejor no se han sentido tan identificados últimamente con el PP”.
También este lunes, José Manuel García-Margallo, 73 años, diputado por Alicante, exministro de Asuntos Exteriores, doctor en derecho, inspector técnico fiscal del Estado, poniendo énfasis en que el PP está en una “situación extraordinaria”, sumido en una crisis profunda tras ser desalojado del poder con la moción de censura del PSOE de Pedro Sánchez, y proponiendo casi una catarsis: asegurando que pastelear la sucesión de Rajoy sin “confrontar ideas” llevaría al partido “a la desaparición”.
Y en la tarde de este lunes, un candidato más: José Luis Bayo, 40 años, expresidente de Nuevas Generaciones del PP en Valencia, abogado, que dice que llega “con las manos limpias”, se postula como el representante del “cambio generacional que necesita el partido” y “el candidato de la militancia”, habla de “democratizar” la formación política y aboga por “la transparencia y la coherencia”.
Cuatro médicos y cuatro diagnósticos sobre la gravedad del enfermo, luego cuatro recetas diferentes a aplicarle. La cosa se animaba. Tanto, que a los grandes precandidatos no les quedaba otra que pestañear por fin. Ya lo ha hecho Feijóo, anunciando contra todo pronóstico que renuncia a presentarse. ¿Miedo a competir? ¿Miedo a volar? ¿Miedo a perder? ¿Era Feijóo el candidato único que querían algunas élites del partido y ahora que va a haber competencia no quiere arriesgarse? Este martes se pronuncia Cospedal, en cualquier momento lo hará Santamaría.
El sistema electoral por el que el PP elegirá al sucesor de Rajoy es novedoso y hace difíciles tanto los pronósticos como las estrategias a seguir por los candidatos. La presentación de candidaturas es barata: solo se necesita el aval de 100 afiliados al partido. En las primarias del PSOE -por poner un ejemplo- para elegir hace poco más de un año a su secretario general se necesitaba muchísimo más: la firma de al menos el 5% de los militantes, y los militantes socialistas eran entonces casi 190.000, luego había que reunir cerca de 9.500 firmas para presentarse.
En el procedimiento que ha puesto en marcha el PP, la presentación de candidaturas acaba este miércoles a las 14 horas. Todo el que lleve la firma de 100 afiliados se convertirá en candidato. El día decisivo es el 5 de julio, jueves. En las sedes del partido habrá dos urnas diferentes. En una, los militantes que se hayan inscrito previamente votarán de entre los candidatos presentados a su preferido. Los dos más apoyados pasarán a la final, a la segunda vuelta. En esta, que se celebrará durante el Congreso Extraordinario del PP, los días 20 y 21 de julio, los compromisarios elegidos en la segunda urna del día 5 de julio elegirán al nuevo presidente. Pero puede no haber segunda vuelta: si el 5 de julio un candidato logra más del 50% de los votos totales o gana con más de 15 puntos porcentuales sobre el segundo o es el preferido en más del 50% de las 60 circunscripciones electorales será proclamado candidato único, y por tanto ganador de la Presidencia del PP.
Con ese procedimiento tan complejo, nadie las tiene todas consigo. Ni Feijóo, como se ha visto con su renuncia. Ni Cospedal ni Santamaría. Nadie ha olvidado, ni siquiera en el PP, que hace apenas un año Pedro Sánchez ganó las primarias del PSOE imponiéndose con una gran diferencia de votos a Susana Díaz pese a que ésta controlaba el aparato del partido y estaba apoyada por toda la vieja guardia socialista y por la mayor parte de los grandes grupos de comunicación. Cuando son los militantes quienes se pronuncian en voto directo, la sorpresa puede saltar.
El resultado del proceso electoral del PP no afectará sólo al propio partido sino al conjunto de las fuerzas políticas, y en especial a las que se mueven en la misma zona ideológica.
Algunos de los Barómetros del CIS -cuatro al año, los que estudian intención de voto- incluyen una pregunta en la que se pide al encuestado que se coloque a sí mismo y coloque a las diferentes formaciones políticas en una escala ideológica en la que el 1 representa la posición más de izquierdas y el 10 la más de derechas, luego el centro sería el 5,50. En el último Barómetro con esa pregunta, el de abril pasado, el conjunto de los encuestados veían al PP en el 8,25, a Ciudadanos en el 6,77, al PSOE en el 4,53 y a Podemos en el 2,25. La media de los encuestados se situaba en el 4,55. España se dice de centroinquierda... aunque no vote así.
Al PP se lo percibe en una posición tan de derechas desde siempre: en abril de 2017 los encuestados lo veían en el 8,22, en abril de 2016 en el 8,24, en abril de 2015 en el 8,18... En el primer abril con Rajoy en La Moncloa, en 2012, lo situaban en el 8.00, luego en los seis años que ha estado en el Gobierno se le ha visto escorarse aún más a la derecha en un cuarto de punto. ¿Seguirá el PP del que sea el nuevo líder y en la oposición esa misma deriva o virará rumbo aunque sea levemente hacia posiciones más moderadas?
La escala ideológica del CIS detecta otro desplazamiento mucho más rápido y más profundo que el del PP. Es el de Ciudadanos. En abril de 2015 (en el primer abril en que fue medido), los encuestados situaban al partido de Albert Rivera en el 5,77, casi en el centro, y ahora, en abril de 2018, está en el 6,77. Un punto hacia la derecha en tres años es una distancia enorme, nadie se desplaza tanto tan deprisa. Si se atiende a las encuestas de meses atrás y a los resultados en las elecciones catalanas de diciembre pasado, la deriva le ha dado sus frutos a Ciudadanos. El abandono de la socialdemocracia en su ideario, en febrero del año pasado, para irse hacia el liberalismo le fue muy rentable a Ciudadanos mientras el PP estaba en el Gobierno y los de Rivera hacían unos días de apoyo y otros de oposición y la crisis de Cataluña se recrudecía. Ahora, con ambos partidos en la oposición y el PP cambiando de líder y el PSOE en el Gobierno y quizás yéndose más a la izquierda, al apoyarse en Podemos para gobernar, ¿seguirá derechizándose Ciudadanos hasta la colisión con el PP, que probablemente se va a moderar?
Las placas tectónicas de la política española sufrieron una gran sacudida con el triunfo de la moción de censura socialista, y experimentarán una réplica en julio, cuando una de ellas, el PP con sus militantes, decida quién lo lidera y previsiblemente hacia dónde se dirige. Hemos entrado en el completo estado líquido de los sólidos.
Sobre este blog
Arsenio Escolar es periodista y escritor. Con sus 'Crónicas lingüísticas del poder' –información, análisis y opinión de primera mano–, entrará semanalmente en elDiario.es en los detalles del poder político, económico, social... y de sus protagonistas. Con especial atención al lenguaje y al léxico de la política.