Fuentes, charcos y cloacas contra Pedro Sánchez

Habréis oído hablar con frecuencia de las fuentes de los periodistas. Una fuente, en la acepción 8 del Diccionario de la Lengua Española, es una “persona o cosa que proporciona información”. La calidad de una información va muchas veces ligada a la calidad de las fuentes.

Desde la noche de los tiempos de nuestro oficio, en el periodismo ha habido muchas fuentes y también muchos charcos. Los charcos tienen también agua, como las fuentes, pero en la mayoría de las ocasiones es agua detenida y corrompida. Si se bebe sin haberla antes filtrado y depurado, sin separar el agua del cieno y de otros elementos en suspensión, se corre serio riesgo de intoxicación y de diarrea. Hasta de infoxicación, neologismo que por ahora no viene en el DLE, pero sí viene y desde hace ya años en Fundéu.

Armado con agua corrompida de charcos varios y de agua pútrida de una gran cloaca, la del comisario Villarejo, Alberto Núñez Feijóo sacude inmisericorde desde hace unos días a Pedro Sánchez con lo de las saunas de su suegro.

El artefacto argumental es de muy alto riesgo: es un bumerán de retorno lesivo. Si acusas al presidente del Gobierno de haber sido beneficiario a título lucrativo de una actividad de un familiar —actividad mal vista por parte de la sociedad, sí, pero legal—, no te extrañe que con la misma lógica le acusen a Isabel Díaz Ayuso de beneficiaria a título lucrativo de la actividad presuntamente ilegal de su novio y compañero de piso comisionista y quizás defraudador fiscal. O incluso que te acusen a ti de beneficiario a título lucrativo de la actividad ilegal a la que se dedicaba Marcial Dorado, el capo del narcotráfico con el que hacías viajes recreativos en yate por las rías gallegas y excursiones a Andorra no se sabe aún muy bien a qué. ¿O era a los Picos de Europa, como dijo Feijóo años después, creyendo que así le quitaba hierro al asunto, pues Andorra suena a dinero y Picos de Europa suena a naturaleza? “Recuerdo que había nieve”, dijo Feijóo, y todos entendimos que era nieve de la primera acepción del Diccionario (“f. Agua helada que se desprende de las nubes en cristales sumamente pequeños, los cuales, agrupándose al caer, llegan al suelo en copos blancos”) y no de la octava acepción: “f. jerg, cocaína”.

En Burgos aconsejan en ocasiones lo de “llámalo antes de que te lo llamen”, versión popular y matizada de aquello que le dijo la sartén al cazo: “apártate, que me tiznas”.

La última cruzada de la derecha política contra Sánchez me recuerda unos versos de Antonio Machado: “Yo he visto garras fieras en las pulidas manos;/ conozco grajos mélicos y líricos marranos.../ El más truhan se lleva la mano al corazón,/ y el bruto más espeso se carga de razón”.