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Coya: el pueblo asturiano donde niños y mayores diseñan su propio parque

Lluc y Rita muestran su propuesta para el parque de Coya.

Elena Plaza

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Coya es una pequeña parroquia rural del concejo asturiano de Piloña, con 363 habitantes empadronados en 2022 según el Instituto Nacional de Estadística (INE). Hacía más de 30 años que reclamaban un parque para la zona, pero pasaban años y alcaldías y no lo conseguían. “De hecho, hay quienes lo pedían para ellos y ahora lo solicitan casi para sus nietos”, apunta Paula Sánchez Blanco, presidenta de la Asociación Roblón de Coya. ¿Así que, qué hicieron? Pues arremangarse y ponerse ellas mismas en marcha.

Un buen día fueron a hablar con el alcalde de Piloña para contarle su idea: el propio pueblo se encargaba de gestionar su parque, contaban con un dinero para ello, y solicitaban al ayuntamiento un compromiso económico, al que accedió.

Como cuenta Paula Sánchez, siempre revierten el dinero que consiguen como asociación en el vecindario, como los bancos que colocaron tiempo atrás en diferentes zonas de Coya. Así que, por qué no hacer lo mismo con el parque en 'El Campu', un 'prao' multiusos que es zona de juegos, lugar para la foguera, las fiestas y la convivencia que se presente.

Total, que ya habían empezado a mirar catálogos de parques estándar (todos son iguales, da igual el entorno). Entonces surgió la propuesta original: la participación comunitaria, o lo que es lo mismo, la gobernanza participativa por parte de la sociedad civil.

La arquitectura colaborativa, la tercera pata

Una vecina, , la ilustradora bitxo (Laura Lara) y parte del colectivo de mediación artística Raposu Roxu, propuso intermediar junto con su compañera Eider Goñi en un proceso de mediación comunitaria donde fuera el propio pueblo quien decidiera lo que necesitaba atendiendo a los usos tradicionales del espacio y no convertirlo en un parque de corta y pega.

“Hay un montón de críos en Coya y aspirábamos a un parque básico, hasta que Laura nos propuso todo este proceso de mediación”, rememora Paula Sánchez.

En todo esto hay una tercera pata que es el estudio F5 Proyectos y Arquitectura, especializados entre su campo de acción en la arquitectura colaborativa (no en vano participan también en el desarrollo del 'cohousing Axuntase'). Y allá que 'bitxo', Jorge Alonso Nicieza, socio fundador de F5, y Aurora Hevia, en representación de Roblón de Coya, vuelven al ayuntamiento y les plantean el proyecto en una especie de intercambio donde 'Raposu Roxu' participa de manera altruista elaborando una metodología para otros posibles proyectos en otras zonas del concejo manteniendo ese compromiso económico consistorial.

Buscamos dar a las letras de 'Campu' un contenido convirtiéndolas o nutriéndolas en diferentes elementos que van desde una parrilla con forma de U, un banco que es una C, un columpio que es la A o una fuente con agua para beber y jugar con forma de M

Jaime Rojo Arquitecto

“La idea es trabajar con código abierto, es decir, que sea replicable”, coinciden en señalar tanto la ilustradora como el arquitecto. Un proceso que arrancó en abril con diferentes grupos de trabajo en los que la gente se implicó de manera sorprendente, explican, con una participación que “nos rompió muchos prejuicios”, dice Sánchez Blanco.

Una pregunta clave: ¿Qué os gustaría que hubiera?

'Bitxo' explica el desarrollo: “teníamos una propuesta de metodología, pero queríamos que la gente participara para adaptar la propuesta a sus necesidades, de modo que creamos dos grupos de trabajo, los menores de 12 años y los mayores de 12 años. Con las criaturas trabajamos a partir del dibujo, buscando sacar una información concreta que fuera el eje central. A partir de la pregunta ”qué os gustaría que hubiera“ convertimos cada dibujo de un elemento, como puede ser el columpio, en una acción, que es columpiarse, para deshacer la idea del concepto de objeto para centrarlo en esa acción, porque sino ellos piden lo que ven”, es decir, esos parques de corta-pega.

Con los adultos se llevaron a cabo sesiones de diálogo colaborativo con mesas temáticas. “De ahí se sacaron medidas concretas, lo que no queríamos era que fuera la simple acción de votar, sino de analizar y evaluar, en el marco de una merienda de traje y con un tendal, las diferentes propuestas que las vecinas y los vecinos hicieron pensando en esas necesidades y valorando en un cuestionario qué podría ser lo más utilizado por todas las personas. La gente se implicó un montón en el diseño, no solo en las sesiones”.

Ahora, en base a las ideas consolidadas, F5 acaba de presentarles una propuesta manteniendo ese espacio multiuso e intergeneracional. “Buscaban un apoyo técnico para llevar a cabo este diseño colaborativo, que ahora se da en llamar codiseño, trabajando también con la idea de la economía circular”, aspectos en los que son expertos.

Los críos de ahora crecerán. Lo que buscamos es un espacio de utilidad para diferentes edades, no que en dos años se quede desfasado

Paula Sánchez Blanco Presidenta de la Asociación Roblón de Coya

“Los críos de ahora crecerán. Lo que buscamos es un espacio de utilidad para diferentes edades, no que en dos años se quede desfasado”, apunta Paula Sánchez.

Recogiendo este guante, Jorge Nicieza y el arquitecto que lideró el proyecto, Jaime Rojo, diseñan este espacio que gira en torno a las letras de Campu (el nombre de esta zona) convirtiéndolas, o “nutriéndolas”, en diferentes elementos que van desde una parrilla con forma de U, un banco que es una C, un columpio que es la A o una fuente con agua para beber y jugar (y pingarse) con forma de M.

“Buscamos dar a las letras un contenido”, explica Rojo, que apunta que se trata también de una “crítica a esos espacios que se replican en todos los lugares pero sin relacionarlo con el propio lugar. Buscamos aportar o contribuir a la identidad del sitio”.

Hablábamos también de economía circular y aparece reflejada en qué parte de los elementos de este parque, que mantendrá el suelo de hierba (“nada de gomas. Ye Campu, no me pongáis nada”), serán reciclados aprovechando diferentes materiales en desuso que el propio vecindario done.

Porque generar identidad del lugar junto con la optimización de recursos son pilares básicos, junto con la gobernanza colaborativa, de este proceso pionero en el sentido de que no suele ser la sociedad civil la que proponga y actúe frente a las instituciones.

“Si viene alguien de fuera, es la que nos va a decir o poner lo que considere. Y nosotros no queremos romper con la tradición de este espacio. Aquí de guajes veníamos a jugar a voleibol con nuestras madres y padres después de cenar a las ocho de la tarde en verano, aquí se hace la fiesta, se juega al balón, se pone la foguera, la gente mayor viene a charlar y queremos que jueguen al dominó… Con la participación sabemos para qué se usaba y para qué se quiere usar”, reflexiona la joven presidenta de la Asociación, que actualmente vive y trabaja en escuelas infantiles en Alemania.

“Allí se da mucha importancia al juego, al agua, a construir… es una manera de aprender. Aquí somos muy sobreprotectores, no dejamos que se manchen, demasiados límites y barreras, sobre todo en la ciudad, que es más limitado. A veces con cuatro troncos lo pasan genial, no hace falta una gran infraestructura”, añade.

Un proyecto innovador y pionero

Este parque comunitario de 'El Campu' es un proyecto innovador y pionero que esperan que sea una realidad dentro de este año, ya que no estamos muy acostumbradas como sociedad a tomar las riendas de nuestras necesidades debido a que las instituciones son las que proveen. O no.

No hay muchas iniciativas similares a nivel estatal, y menos en lo regional, aunque no deja de haber ejemplos, como el Ecomuséu La Ponte, con iniciativas como la que elDiario.es Asturias Asturias contaba aquí. La que firma este artículo visitaba meses atrás diferentes proyectos comunitarios en las Tierras Altas Escocesas que contemplaban la construcción de un cine o de un complejo compuesto por camping y hotel y que, además de surgir de la participación ciudadana, asienta población y crea empleo. Es la sociedad civil la que es dueña y señora en la gobernanza de sus necesidades. Y esto no deja de ser una contribución social.

“Es importante que tengamos herramientas, instrumentos de participación. Y esa participación influye en un mayor cuidado, miras más por las cosas porque contribuiste a su creación. Lo sientes tuyo. Es importante encontrar ese equilibrio: si la comunidad lo hace todo y la administración se desvincula, perdemos fondos y derechos; pero también es cierto que no podemos depender para todo de las instituciones porque o no lo hacen o no queremos lo que hacen y cómo lo hacen. Y no todo tiene que salir del dinero del bolsillo de los que siempre estamos aquí”, comenta Paula Sánchez.

Todas las personas que han participado de este proyecto innovador se muestran encantadas. “La dinamización de 'Raposu Roxu' fue genial. La propuesta de F5 increíble. Todo el mundo está súper emocionado. No nos esperábamos algo así, porque aspirábamos a un parque básico”. Y el resultado es que son dueñas y dueños de sus propias decisiones en un espacio planteado para ser dinámico, para crecer, adaptarse a nuevas necesidades y a seguir siendo centro palpitante de esta pequeña parroquia piloñesa llena de vida.

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