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Bizkaia da la bienvenida oficial a los niños de Chernobyl

Autoridades de la Diputación de Bizkaia posan junto a niños y organizadores de Chernobileko Umeak. /Bizkaimedia

Gorka Ascorbebeitia

Bilbao —

A pesar de que queda únicamente una semana para que vuelva a Ucrania, para Julia ayer todo eran sonrisas. Esta adolescente de 14 años lleva ya dos meses en Euskadi disfrutando de un verano que en su pueblo no puede tener. Aquí puede ir a la playa y la piscina, jugar todo el día sin preocuparse y comer todo lo que sus padres de acogida le pueden ofrecer. Y lo más importante de todo, después de seis años pasando los meses de julio y agosto junto a la familia de Puri Vicario en Trapagaran, tiene “un montón” de amigos con los que pasarlo en grande.

Julia es una de los 72 niños y adolescentes ucranianos que han podido pasar este verano en Euskadi gracias a la asociación Chernobileko Umeak y a las familias de acogida que colaboran con ellos. El objetivo de la misma es que los jóvenes nacidos cerca de donde hace 27 años tuvo lugar la mayor catástrofe nuclear de la historia puedan pasar dos meses alejados de la contaminación radiactiva que todavía hoy se puede encontrar en las cercanías. Casi 70 días en los que cargar las pilas y disfrutar de las actividades típicas del periodo estival antes de volver a su rutina en septiembre.

Ayer, las puertas del palacio foral se abrieron de par en par para ellos en un acto de recepción oficial promovido por las autoridades vizcaínas. El diputado general, José Luis Bilbao, agradeció directamente la implicación de las familias y de la asociación y ensalzó los “valores” que promueven con sus actos. “Os agradezco a las familias esta solidaridad que mostráis y espero que os podamos seguir recibiendo en esta casa durante muchos años”, declaró Bilbao.

La situación para Chernobileko Umeak, sin embargo, no es demasiado halagüeña. La situación económica ha provocado que cada vez menos familias estén en situación de acoger y atender a un niño durante los meses de verano. En 2012 tuvieron 92, este año 20 menos. “Han bajado los que acaban el programa, la mayoría de las familias que tenían un adolescente que ya ha cumplido los 17 años no han optado por acoger a otro”, explica Amparo Hernández, miembro de la junta directiva de la asociación que se encarga de coordinar los viajes de los niños desde Ucrania. Hernández advierte que cada vez hay menos familias vascas dispuestas a colaborar con ellos, mientras que “niños sigue habiendo muchísimos”.

Niños y adolescentes ucranianos como Julia o su hermano, que ya ha cumplido los 17 años, pero que hasta el 2011 venía con ella a pasar el verano con su familia de acogida en Trapagaran. Julia habla castellano sin rastro de acento hasta el punto de que resulta sorprendente oírle confesar que en su Ucrania natal no estudia el idioma. Lo que sabe, lo ha aprendido en los seis años que lleva veraneando en Euskadi. De euskera también conoce algunas palabras, pero confiesa que no es capaz de mantener una conversación. En todas sus respuestas destila alegría y prácticamente ninguna timidez.

Todo lo contrario que la pequeña Taya, de 10 años y de un pueblo cercano a Kiev, que ante las preguntas trata de esconderse cada vez más detrás de las piernas de su padre de acogida, el leioarra Antonio Gutiérrez. Taya lleva cinco años viniendo cada verano a Euskadi, donde disfruta de Leioa y de sus viajes a Medina de Pomar y Noja junto a su familia de acogida. Quizás debido a su juventud o por su timidez, ella no tiene tantos amigos como su compatriota Julia aunque su padre de acogida puntualiza que “alguna sí que hay”. Lo que más le gusta es andar de un lado a otro y emprender actividades nuevas. Este verano sin ir más lejos ha aprendido a montar en bici y a nadar en la piscina.

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