Alex Txikon da por concluida la expedición y regresa a Katmandú. Adam Bielecki intentará la cima en solitario
Las congelaciones en su dedo pulgar del pie izquierdo no mejoran pese a los cuidados y curas a los que se ha sometido estos días y tras consultar tanto a sus médicos como a sus compañeros de expedición ha decidido no intentar de nuevo la cumbre.
Alex termina la expedición con pena tras haberse quedado a poco más de cien metros de la cima y porque cree que hay muchas posibilidades de alcanzarla en el segundo intento, que realizará en solitario el polaco Adam Bielecki. “El trabajo más duro ya está hecho y la vía está abierta hasta la cima. Por Adam y yo hasta los 8.400 y por Denis hasta arriba”. Pero “sinceramente, a estas alturas de mi vida, todavía prefiero un dedo a una cumbre”.
Alex ha partido hoy mismo a pie hacia la localidad de Tapleljung, punto de inicio del trekking de aproximación al Kangchenjunga y a donde espera llegar en tres o cuatro días. Luego viajará en autobús a Katmandú, desde donde espera volar lo antes posible a España para ser tratado de las congelaciones.
Adam partirá del campo base hacia la cima el día 25 con el objetivo de hollarla tres días después, el 28. Por su parte, los rusos Artem Braun y Dmitri Sinev partieron ayer hacia el Campo Base de la vertiente Sur, por la que intentarán ascender en los próximos días. Denis Urubko, líder de la expedición, permanece en el campo base y esperará a Adam para volver a Katmandú.
El propio Alex Txikon lo explicaba todo en su blog tal y como lo reproducimos a continuación:
“Hoy es 23 de mayo. Cumplimos ya un mes y tres días en el campo base, y es un día raro. Un día de esos de cambios y de emociones a flor de piel. Recuerdo no hace nada cuando estábamos por arriba, cuando tratábamos de escalar este pedazo de montaña que aún veo si asomo la cabeza por la puerta de la tienda. Y digo ”tratábamos“ porque mi primavera ha acabado. La expedición ha terminado para mí. Ha llegado la hora de recoger todo y volver casa. Y lo hago muy a mi pesar y después de muchas dudas, de muchas horas pensando en cual era la mejor decisión. Pero viendo como tengo el dedo gordo del pie izquierdo, y con los consejos que me han dado mis dos compañeros, Adam y Denis, y los médicos a los que he consultado, creo que lo correcto es marcharme para casa.
Ahora mismo, el grado de congelación que tengo en el dedo no es muy grande, pero si vuelvo a subir y vuelve a enfriarse me estoy arriesgando a perderlo... Y, sinceramente, a estas alturas de mi vida, todavía prefiero un dedo a una cumbre. Al fin y al cabo, el Kangchenjunga siempre estará aquí y podré volver cuando quiera. Pero si pierdo el dedo, lo pierdo para siempre.
Tampoco puedo ocultar que me marcho con un poco de pena. Incluso con una cierta sensación de frustración. En 2009 me quede a 8.500 metros y este año casi a la misma altura, a unos 8.450. La primera vez por la cara Sur y ahora por la Norte.
Pero ahora creo que es mejor recordar lo bueno de esta expedición. Lo bien que lo hemos pasado, los pedazo de alpinistas con los que he escalado y convivido, la cumbre que hemos conseguido con Denis. Y lo que hemos disfrutado. También hemos sufrido, desde luego, pero lo poco o mucho que hemos hecho, lo hemos hecho nosotros cinco: Adam, Denis, Arteum, Dima y yo. Nos hemos enfrentado a la montaña con honradez y respeto, con todas las cartas sobre la mesa. Y ella nos ha devuelto ese respeto permitiendo la cumbre de Denis. Y ojalá la de Adam dentro de unos días. Lo deseo de todo corazón porque se la merece como el que más.
Ahora me toma hacer la mochila y volver a casa. Bajaré andando hasta Taplejung y de allí en autobús a Katmandú. Quizá no sea lo mejor para mi pie, pero esta es una expedición modesta, pese a lo que algunos puedan pensar, y no nos podemos permitir un helicóptero pasa salir de aquí.
Mil gracias, eskerrik asko a todos y todas que me habéis seguido y hasta pronto.“