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¡Más champú!

David Veloso Larraz / David Veloso Larraz

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Aunque la evidencia es palpable, no hay unanimidad al respecto. Desde la orilla de la oposición, se apunta que el coste de este producto es elevado. Así, se recomiendan recetas económicas más acordes al ideario liberal, dejar al olvido actuar, siguiendo el clásico eslogan laissez faire, laissez passez, y poder seguir recogiendo beneficios democráticos. Por el contrario, esta valoración subjetiva del bienestar, no tiene en cuenta otras dimensiones más humanas, lo que impide avanzar en la protección social de las víctimas; además de dejar de lado, que olvidar el pasado es la antesala para la repetición en el futuro.

Encima, con la crisis, y la falta de champúes en los mercados, se está disparando los precios en el mercado negro (muy negro). Como cabría de esperar, están surgiendo desde las alcantarillas grupos residuales que pretenden hacer “su abril”, vendiendo sucedáneo por champú. Semejante estafa afecta al precio de las acciones de la democracia, por lo que los ahorradores están con los nervios a flor de piel, esperando remesas de champúes verídicos. Y es que, se puede engañar a todos los ciudadanos pero no todo el tiempo.

España siempre ha sido diferente. No nos hace falta invertir en inventos sino exportar otras fórmulas. No viajar muy lejos, que la situación económica no está para tirar cohetes, sino adaptar las viejas consignas industriales a los tiempos cercanos del copiar y pegar. De esta manera, podríamos fijarnos en nuestro vecino, Portugal, que pudo adaptar su modelo productivo rompiendo con su enfermedad, y todo esto, al módico precio que costó un mejunje a base de cláveles.

Respecto a las declaraciones de los dirigentes conservadores, creo que más vale pensar que es una cuestión de ignorancia, atrevida ella, allá por donde camina, más que por un odio acérrimo, sentimiento ya de por sí ruin, como para colmo de males elevarlo a su máxima potencia. Se han equivocado, cosa humana, confundiendo el cántico de los manifestantes “España mañana será republicana”, con una declaración “radical” para utilizar los mismos (supuestos) venenos pasados. La “cosa pública”, significado etimológico de la palabra república, me imagino que puede traer dolores de cabeza para el imaginario conservador, y pensar en nacionalizaciones, socialismo, desorden o vaya usted a saber qué. Pero, en este caso, no se ha de asociar a lo público, ni al contexto histórico que representaba esa bandera tricolor, sino a la creación de un sistema político diferente a la monarquía. Estados Unidos, Francia, Alemania, usan lociones republicanas, gozan de buena salud cutánea, y por supuesto con garantías democráticas, pues no es incompatible con esto último. En cierta medida, lo ocurrido es algo normal, no se preocupen, es el miedo a lo desconocido, pero la república es un sistema político que está consolidado en los mercados desde los tiempos de la Ilustración. Así que, si esta petición legítima (que no legal, ya que está bloqueada por la Constitución de 1978) se hiciese realidad, votándose por referéndum, como ya ocurriera en nuestro reciente (y único) pasado democrático, no sería más que un acto de participación ciudadana para instaurar un sistema propio de la modernidad; lo otro, es decir, el sistema de libre mercado, no se preocupen, también está garantizado.

Lo mejor de esta crisis democrática, pues todas las crisis son una oportunidad, será cuando escuchemos estas perlas discursivas dentro de unas décadas. Nos producirán algo así, como cuando escuchamos hoy en día esos discursos sobre la pureza moral de la mujer de bien, lo infeccioso del gen marxista, y otras representaciones de tal calibre. Por ello, más vale reír que llorar, en este espectáculo gratuito que nos ofrece la risueña derecha política, ya que en el fondo, hemos de pensar que lo que se busca es algo tan generoso como producir multitud de carcajadas al leerlas. La risa es un valor seguro para el desarrollo social. Es de alabar en este sentido, las declaraciones que afirman que la manifestación fue un acto en contra de la independencia del Tribunal Supremo, así como vanagloriarse del supuesto desconocimiento masivo de los ciudadanos en torno a la dictadura y sus personalidades.

Como el espacio me lo permite, me gustaría agradecer a los fieles teloneros del franquismo, por seguir con las mismas premisas de hacernos reír durante todos estos años. Darle las gracias en esta ocasión, a Esteban González Pons, Mariano Rajoy, María Dolores de Cospedal, y si me olvido de algunos, son tantos, espero no me lo tengan en cuenta, su contribución democrática ha sumado una anécdota más, que pasará a la historia. Esto además, contribuirá a la reconciliación con el gremio de los titiriteros. Brillante: dos por uno.

A modo de conclusión, la recuperación económica (léase democrática) necesita crear algo sólido para hacer frente al diagnóstico que los expertos financieros han dictaminado, Pityriasis Simplex, más conocida en el argot ciudadano como ...“caspa”. Esta caspa es el resultado de una dolencia en los principios democráticos, debe ser curada a tiempo, para evitar que llegue a ser crónica. Aunque parece una enfermedad menor, es más seria de lo que parece, pues al maltratar las heridas, la piel se enrojece, y ya saben que los rojos según la psiquiatría franquista, son enfermos y degenerados. Así que, ante este superávit de caspa, el escaso producto democrático que pulula, deberíamos atender a la ley infinita de la oferta y la demanda. Actuemos con oficio, recetemos medidas jurídicas, por favor: ¡Más champú!

*Licenciado en Sociología

David Veloso Larraz *

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