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Recuperar la convivencia, el primer reto del PSOE

Gustavo Matos

Acaba de despejarse la incógnita temporal de los procesos orgánicos del PSOE y con ello se ha abierto un largo periodo de cinco meses para elegir a la nueva dirección federal y luego a las de los territorios, Canarias incluida. Y ello abre también la caja de la reflexión de cuáles deben ser los pasos que los socialistas debemos dar para volver a ganar a la derecha. Y en ese conjunto de retos que el PSOE deberá resolver en mi opinión el principal al que se enfrenta no es sólo de modelo de partido, o de definir mejor sus contornos ideológicos en un escenario político cambiante y con nuevos actores que obligan a los socialistas a repensarse para los próximos años. Todo ello en un escenario en el que la socialdemocracia europea busca su lugar y los nacionalismos y populismos, cocinados a fuego lento en el caldero de la desconfianza, ganan espacio electoral. El principal reto del PSOE es el de recuperar su propia convivencia. El de volver a crear el clima necesario para ser motor de ideas y liderar desde posiciones de progreso el debate social. Un clima de confort en el que todas las ideas sean bienvenidas, respetadas y debatidas. Difícilmente podremos ser atractivos de puertas para fuera si de puertas para dentro practicamos una especie de guerra civil permanente en el que ya no nos escuchamos. La ciudadanía quiere hoy partidos abiertos que sepan escucharles, si no lo hacemos entre nosotros difícilmente seremos creíbles cuando digamos que lo hacemos con los ciudadanos. Por tanto, recuperar esa normalidad del debate sin que el 50% de la militancia deteste al otro 50% solamente por opinar distinto o plantear soluciones diferentes a los problemas actuales es vital para volver a ser fiables para la ciudadanía.

El PSOE siempre fue en toda esta larga etapa democrática un almirez, una coctelera, una mestura como dirían los portugueses, en el que se daban cita ideas distintas, espectros políticos progresistas amplios, donde todo el mundo se podía sentir identificado al menos con una idea. Jóvenes, pensionistas, amas de casa, profesionales liberales, funcionarios públicos, emprendedores, el mundo universitario, las vanguardias culturales. En el PSOE siempre ha habido una idea con la que la mayoría social se sentía identificada. Cuando lo hemos hecho así, cuando todas las ideas eran respetadas y debatidas, éramos lo que siempre hemos sido, el partido que más se parece a España. Un país de diversidades y de contrastes, pero con un clima enrarecido eso no es posible. Debemos partir de la premisa de que no hay socialistas buenos ni malos, solo ideas distintas, diferentes propuestas de por donde debe ir la socialdemocracia española, y posiblemente ninguna de esas propuestas será del todo correcta ni del todo desacertada. Aceptemos en los otros que seguramente igual que nosotros sus propuestas están pensadas en lo que ellos consideran más acertado. Sólo de ese debate respetuoso saldrá el mejor de los proyectos.

La ciudadanía exige nuevas formas de hacer política, y una nueva relación más directa , fresca e inmediata con sus representantes, propia de la era de las nuevas comunicaciones y de las redes sociales. Las nuevas formas colaborativas también se han impuesto en el mundo de la emprendeduría, de la cultura, en las relaciones entre profesionales, científicos etc. Han empapado a una buena parte de la creatividad de esta sociedad del siglo XXI. En el mundo exterior a los partidos, en el que ahora cambia las cosas, nadie se guarda ya una idea o detesta la de otro por no estar de acuerdo con su enfoque. Esto es algo que debemos tener en cuenta. Decía Meryl Streep, en su discurso de los Globo de Oro en el que alertaba sobre los riesgos que supone para la calidad democrática de USA pero también del mundo la llegada de Donald Trump, que cuando este ridiculizó a un periodista discapacitado lo peor había sido que gente rio y fue condescendiente con esa actitud, que la falta de respeto incita a la falta de respeto, y que la violencia invita a la violencia. Mucho más grave cuando lo practican quienes defienden modelos de sociedad. Por eso, que el PSOE recupere su propia convivencia es además una obligación moral para poder ser un referente social digno. Ese será el inicio del cambio.

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