Así es educar a distancia: la suspensión de clases hace trabajar a contrarreloj para romper la brecha digital

La suspensión de clases hace trabajar a contrarreloj para romper la brecha digital.

Jennifer Jiménez

Las Palmas de Gran Canaria —

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Profesorado, estudiantes y familias están realizando estos días un esfuerzo extra para que la suspensión de las clases presenciales trastoque los menos posible el aprendizaje. La situación de confinamiento por el Estado de Alarma declarado el pasado fin de semana en todo el país está provocando importantes cambios de hábitos y poniendo a prueba la utilidad de ordenadores y smartphones más allá del ocio. La Consejería de Educación del Gobierno de Canarias ha facilitado más de 6.000 recursos digitales, sin embargo, la plataforma oficial para estas clases online se colapsa con frecuencia y presenta numerosos problemas tanto para que el profesorado pueda compartir recursos como para que el alumnado responda. “Es más estresante que las clases presenciales”, comentan algunos docentes. Educación es consciente de estos problemas y asegura que trabaja a contrarreloj para afianzar y ampliar estructuras. 

Desde la Consejería explican que hasta ahora el uso de la plataforma digital lo realizaba sobre todo el alumnado de Formación Profesional, que cuenta con mayor autonomía y compagina muchas veces la educación con el empleo. Sin embargo, estos días se ha producido una utilización masiva de estos servicios que pretenden dar respuesta a los 303.873 estudiantes a quienes les afecta la suspensión. Por ello, se trabaja por ajustar todos los procedimientos tecnológicos. La idea es reforzar otros recursos hasta que las clases puedan volver a la normalidad y que no exista una única plataforma. 

Profesores y profesoras consultados por esta redacción describen diferentes realidades según las zonas en las que se encuentren sus centros educativos. Se aprecia así una brecha entre aquellos lugares donde las familias tienen más recursos o menos, no solo a la hora de si tienen o no ordenadores suficientes para todos los miembros de la unidad familiar sino sobre el uso que realizan de ellos y la capacidad para realizar actividades como responder a un correo electrónico. “Hay padres o madres que nos han dicho que no saben utilizarlo”, explica una profesora. También detectan en algunas familias la falta de costumbre de dedicar tiempo a estar con los menores. No obstante, las situaciones son diversas, hay padres y madres que están dejando a sus hijos estos días con otros familiares porque tampoco pueden dejar de acudir a sus puestos de trabajo o viven en pisos estrechos sin posibilidad de que los niños o adolescentes tengan espacio suficiente, lo que se une a quienes tienen problemas de Internet y realidades complejas de medir. 

Familias desbordadas por la situación

La mayoría de docentes consultados comentan la cantidad de quejas que les están llegando por parte de las familias, que consideran que los menores se están viendo superados por la acumulación de tareas. “El problema es que no existe unificación de criterios”, señala otro profesor, que añade que en cada centro está funcionando de una manera. Algunos optan por hacer uso del correo electrónico para ponerse en contacto con los estudiantes y mandar tareas, otros incluso se han llegado a grabar impartiendo clases “pero al ver que hay problemas para subirlo a la plataforma, se te quitan las ganas”, explica. 

La respuesta del alumnado también es diversa. Una docente explica que en su centro se optó por hacer videoconferencia y en ella suelen entrar la mitad de los matriculados en su clase. Su instituto también ha elaborado un banco de actividades “con ejercicios adaptados y también en diferentes idiomas”, ya que hay centros con alumnos que no hablan español y hay que adaptarse a cada situación. Hay padres y madres que, sin embargo, no pueden ayudar a sus hijos y desde el centro se les anima a que hagan otro tipo de ejercicios como lecturas, resúmenes…en los que no tengan que utilizar tanto la tecnología. 

El tema de las contraseñas, de las que muchos usuarios no se acuerdan o los cambios instantáneos han hecho que cada persona se adapte al sistema a su ritmo, pero “es un estrés”, afirma una madre, que sí cree que este “caos” va a servir para que “todos nos pongamos las pilas”. Le parece bien que los niños y niñas sigan con una rutina, pero considera que en algunos casos son demasiados cambios y  hay quien lo vive con agobio, porque hay colegios que sí que fijan un plazo específico de entrega de actividades. No obstante, el Ministerio de Educación no ha concretado aún hasta qué punto es obligatorio hacer estas tareas ni de qué manera se va a controlar ya que es una situación sin precedentes. 

Una de las profesoras explica que prepara actividades para 150 alumnos y alumnas de seis grupos por correo electrónico. Afirma que en el caso de Bachillerato es más sencillo porque está enfocado a realizar actividades para la EBAU (que se ha aplazado hasta nuevo aviso) pero con el resto especialmente hay problemas para escanear o enviar la tarea. Y es que “la crisis del coronavirus excluye a aquellos que menos tienen y en especial a barrios de la periferia”, opina. 

En general, el profesorado coincide en que son más eficientes otras herramientas como Google Clasroom que suele funcionar mejor que la página de la Consejería al no sufrir colapsos. Para aquellos casos en los que no hay suficientes o ningún ordenador en casa, recuerdan que muchas de las actividades también pueden realizarse con el móvil, como ver una clase. No obstante, la brecha digital no se produce solo entre las familias sino también entre el propio profesorado, ya que hay quienes se niegan a tener teléfono móvil o docentes que no se han puesto al día con las Tecnologías de Información y Comunicación (TICs) . 

Algunos profesores intentan sacar el lado positivo de esta crisis y consideran que esta realidad obligará a replantear el modelo educativo que sigue sin apoyarse suficiente en las nuevas tecnologías, fundamentales en los empleos del presente y futuro. Los docentes consideran en general que todos los trabajadores de la Educación tendrán que terminar por adaptarse y ponerse al día con las nuevas herramientas que se ponen a prueba en este estado de crisis. 

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