Las fuertes restricciones en Lanzarote doblegan la curva de contagios con un descenso del 85% en cuatro semanas

Situación epidemiológica de Lanzarote

María Rodríguez Santana

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Lanzarote comienza el mes de marzo con un escenario algo más alentador que el de febrero. El presidente del Gobierno de Canarias, Ángel Víctor Torres, informó tras el consejo de Gobierno extraordinario celebrado este lunes que, después de someter a revisión los informes epidemiológicos elaborados por la Consejería de Sanidad, Lanzarote baja de nivel 4, el máximo en la escala, a 3, mientras que el resto de islas se mantienen en las mismas fases. Este descenso de la isla oriental responde a los buenos datos epidemiológicos registrados en los últimos días, ya que después de más de un mes de restricciones severas, ha conseguido reducir su incidencia en un 85%.

El 23 de enero, como consecuencia de la subida preocupante de los contagios y de los malos datos epidemiológicos registrados, Lanzarote estrenó el nivel de alerta 4. Pasar las Navidades en la fase más baja le pasó factura a la isla, haciendo que, junto a Gran Canaria, subiera del 1 al 2. Sus datos favorables empezaron a caer en contraposición a la incidencia acumulada y a los contagios, que ascendieron estrepitosamente e hicieron encender las alarmas. El 14 de enero, día en el que el Ejecutivo canario anunció la nueva subida de nivel de Lanzarote (del 2 al 3), la incidencia acumulada (IA) a 14 días de la isla era de 448,5 por cada 100.000 habitantes. 11 días después, este dato llegaría a su pico más alto con 798,9 casos, un aumento del 1.047% de la IA desde el último día de 2020.

Lanzarote endureció sus medidas una vez más, con toque de queda entre las 22:00 y las 06:00 horas todos los días, aforo límite de personas entre no convivientes de cuatro personas en espacios al aire libre (la actividad interior quedó completamente prohibida), mientras que en espacios cerrados y privados se redujo solo a convivientes, entre otras medidas.

Sin embargo, la evolución de los datos epidemiológicos de la isla seguía sin ser favorable, por lo que el Consejo de Gobierno acordó una nueva subida de nivel para la isla. Lanzarote y la Graciosa estrenaron el nivel de alerta 4 el 23 de enero, el máximo decretado por el Ejecutivo de Torres para contener la pandemia. En ese momento, la mayoría de los indicadores epidemiológicos de Lanzarote se encontraban en riesgo extremo.

Días más tarde, la isla volvió a batir récords, esta vez, de contagios, llegando a registrar 122 en un solo día. Todo ello, mientras la fase de alerta más alta obligaba a respetar el aforo de dos personas en todos los ámbitos excepto en la terraza de un local de restauración, donde se permitían cuatro; y a cerrar todos los establecimientos a las 18:00 horas, entre otras restricciones. Mientras Lanzarote permanecía en un aparente nivel 4 indefinido, el resto de islas experimentaban subidas y bajadas, aunque, por el momento, ninguna otra ha conocido la realidad de este último nivel de alerta.

Este lunes, y después de más de un mes de restricciones severas, la isla pareció vivir un ligero alivio al bajar de escalón y situarse en el nivel 3. Este descenso respondió a una clara mejoría de la situación pandémica en la isla oriental, registrando el 1 de marzo una IA a 14 días de 116,9 casos y cero nuevos contagios, según los datos diarios ofrecidos por la Consejería de Sanidad.

Presión hospitalaria, en riesgo muy alto

Los últimos datos epidemiológicos de Lanzarote recogidos en el informe de Sanidad pintan un escenario mucho más esperanzador en todos los indicadores, excepto en la ocupación por COVID-19 en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), que sigue teñido del color morado al estar en riesgo muy alto.

El Hospital Doctor José Molina Orosa de Lanzarote sigue sin levantar cabeza desde el inicio de año, ya que su capacidad asistencial ha conocido cifras nunca antes vistas desde que comenzara la pandemia. El 26 de enero, 52 camas estaban ocupadas con pacientes COVID y durante el 6, 7 y 8 de febrero, de manera consecutiva, estaban ingresadas 24 personas en UCI. Estas cifras no se han vuelto a sobrepasar, pero la isla todavía sigue notificando malos datos datos de capacidad asistencial.

Sin embargo, el gerente de Servicios Sanitarios de este centro hospitalario, José Aparicio, explica que el motivo por el que este indicador está todavía en riesgo muy alto no es tan desesperanzador. La situación ha mejorado “muchísimo en las últimas semanas”, reconoce, algo que se nota también en el hospital, aunque es cierto que esta mejoría es “muy lenta”, destaca. “En planta la estancia media de los pacientes es entre siete y diez días y, por eso, se ven los cambios más rápido”. Sin embargo, la UVI no sigue el mismo ritmo, ya que la estancia media de los pacientes COVID es de cuatro a seis semanas, lo que crea una “gran incercia”, asegura Aparicio.

El gerente explica que si “hoy se acabara la pandemia por arte de magia, los pacientes que ingresemos desde este momento van a estar en la UVI de cuatro a seis semanas, con lo cual, la presión asistencial y la ocupación persistiría todo ese tiempo” pese a que los otros datos experimenten una mejoría.

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