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Memoria Histórica
La historia tras los claveles rojos que conmemoran a los ‘cinco de San Lorenzo’, fusilados en marzo de 1937

Claveles que conmemoran el fusilamiento de los Cinco de San Lorenzo y la represión en el entonces municipio.

Jennifer Jiménez

Las Palmas de Gran Canaria —

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Juan, Francisco, Antonio, Matías y Manuel. Cada mes de marzo se recuerda a los ‘cinco de San Lorenzo’, hombres condenados a pena de muerte tras estallar el golpe franquista y que son símbolo de resistencia y de lucha. Tras ser apresados, se celebró un consejo de guerra sumarísimo que determinó su condena por “rebelión”.

87 años han pasado desde aquella tarde del 29 marzo de 1937 en la que Juan Santana Vega alcalde republicano del entonces municipio grancanario de San Lorenzo (durante el franquismo anexionado a Las Palmas de Gran Canaria) fue fusilado junto a otros cuatro hombres de la misma localidad en el campo de tiro de La Isleta. Entre ellos se encontraba el sindicalista Francisco González, también Antonio Ramírez Graña, secretario municipal; Manuel Hernández Toledo, jefe de policía y el sindicalista Matías López Morales.

Meses antes, en febrero de 1936 las elecciones habían llevado a la alcaldía a Juan Santana Vega. Por ello, el 18 de julio se disparó contra el Ayuntamiento (hoy la Casa de la Cultura de Tamaraceite) y se produjeron persecuciones y detenciones en todos los barrios del entonces municipio.

Los cinco de San Lorenzo no fueron los únicos represaliados en el municipio, donde se constató al menos que hubo '14 claveles rojos' (jornaleros, personas que pertenecían a asociaciones obreras o sindicatos y también había funcionarios que fueron desaparecidos, llevados a la fosa común de Vegueta, a la Sima de Jinámar o a los pozos de Arucas ). Una placa en el calabozo en el que fueron encarcelados rememora desde hace unos años el sufrimiento de estas personas asesinadas por sus ideales.

Unos claveles rojos recuerdan esta semana la memoria de estos hombres junto al monolito situado en el Parque de la Mayordomía, en Tamarecite. Cada año familiares, amigos o personas que quieren mantener viva esta historia acuden a este lugar.

La terrible historia tras el golpe de estado

Los cinco de San Lorenzo fueron perseguidos tras el golpe de Estado- En la Navidad de 1936, el sindicalista Francisco González se entregó a los falangistas después de que las Brigadas del Amanecer asesinaran a su hijo, Braulio, de cuatro meses. Lo hizo para evitar más represión contra su familia.

La familia ha contado que el crimen ocurrió cuando registraron la vivienda del sindicalista para tratar de encontrarlo. Al no hallarlo, el grupo de hombres golpeó al bebé que se encontraba en su cuna contra la pared. En su libro Tormenta en la memoria, su nieto (que lleva el mismo nombre que él) ha relatado esta y otras historias del horror franquista, que marcaron a su familia para siempre. 

La historia de los González es un ejemplo de las muchas que vivieron las secuelas de la represión. En el libro, su nieto rememora el relato de su abuela, a quien se le cerraban todas las puertas tras haberse quedado viuda de un represaliado del franquismo. Sola tuvo que criar a sus hijos con las dificultades de aquel momento. Diego, uno de los hijos de este sindicalista mantuvo viva la esperanza por reparar la memoria de su padre y localizar sus restos mortales hasta su fallecimiento en 2018

Cuando asesinaron a su padre, Diego pasó algún tiempo separado de su madre, Dolores, que además de perder a su marido sufrió el hecho de que le quitaran a sus hijos durante un tiempo. Él y su hermano Lorenzo llegaron a vivir en la Casa del Niño hasta que, más tarde, la familia volvió a estar unida y, a pesar de las penurias económicas, lograron superar los distintos obstáculos de la vida aunque siempre con el dolor por la pérdida de Francisco. 

La vida de su esposa, Lola Tejera, también estuvo ligada a la lucha por la memoria de los fusilados de San Lorenzo, aunque en realidad fue víctima del franquismo por partida doble. Su padre, a quien llamaban “el comunista” fue encarcelado cuando ella era una niña y su madre Frasquita sufrió muchas penurias para sacarla a ella y a sus hermanos adelante en una sociedad devastada por la guerra y después por el hambre de la posguerra. Lola falleció en 2020 a los 89 años.

La lucha de la familia González

Paco González es nieto del sindicalista asesinado con su mismo nombre y una de las personas que más ha luchado por mantener viva la memoria de estas personas y la de otras cientos que fueron asesinadas y desaparecidas en Canarias. Sus padres, fallecidos hace muy pocos años, aguardaban la esperanza de poder encontrar los restos mortales de Francisco, una esperanza que quedó desterrada tras un informe elaborado por un comité de expertos de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) determinó que no era viable exhumar esta fosa.

González sigue abogando por la memoria histórica con los relatos que recoge en sus libros, el último Señales del Alba. También escribiendo en su blog Viajando entre la Tormenta, donde recientemente contaba la anécdota de que su madre, Lola, guardaba aún una fotografía con el presidente del Cabildo de Gran Canaria, pese a que se desvanecieran las esperanzas.

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