“Un periodista muerto no ejerce su labor, pero la percepción del riesgo es muy personal y a menudo inexplicable”
Ángeles Espinosa (Santo Domingo de la Calzada, 1963) es periodista y analista internacional, especializada en Oriente Próximo y Medio. Desde su atalaya de las corresponsalías que ha desempeñado en las principales ciudades y conflictos del mundo islámico estos años -desde la guerra del Líbano, hasta las guerras de Afganistán e Irak, pasando por las intifadas palestinas-, ha llegado a la conclusión de que el problema de base que bloquea la paz y la prosperidad es de índole democrático o, como ella misma dice, “la falta de sistemas democráticos que escuchen a sus propias poblaciones”.
El Colegio de Periodistas de Cantabria inaugura con su presencia el Foro de Periodismo Matilde Zapata, un espacio abierto a los ciudadanos para el análisis de la profesión y de la actualidad informativa a través de la mirada de expertos y profesionales de periodismo y la comunicación. Sus primeros pasos los dará esta periodista de El País, quien este viernes 22 de marzo, a partir de las 19.30 horas, protagonizará el primer encuentro con una charla moderada por la decana, Olga Agüero, y que se desarrollará en la Sala María Blanchard del Palacio de Festivales de Santander con entrada libre hasta completar aforo.
¿Cómo surgió su especialización periodística en el mundo árabe? ¿Fue electiva o le vino dada?
Ambas cosas. Por un lado, hice uno de mis trabajos del último curso de Periodismo sobre la cobertura de la guerra de Líbano en la prensa española porque era un conflicto que me despertaba mucha curiosidad. Por otro, se dio la coincidencia de que recién contratada en El País se produjo la vacante de Beirut. Fui muy osada y me ofrecí al director para ocuparla. No lo conseguí a la primera, pero un par de años después se repitió la oportunidad.
¿El periodismo puede servir para cambiar la realidad?
Eso nos gusta pensar a los periodistas. Me parece que ocurre pocas veces. Cuando se revelan casos de corrupción o se exponen malas prácticas políticas. A veces también ayuda a que el rechazo popular a un recorte social, o a una guerra, se haga visible y permita una mayor concienciación de todos los afectados.
En cinco meses, al menos 103 periodistas han sido asesinados en Gaza por los ataques israelíes, de los cuales al menos 22 se encontraban ejerciendo su labor, según informa Reporteros Sin Fronteras. ¿Los periodistas son víctimas colaterales o son el objetivo en este y en todos los conflictos?
En el fragor de un conflicto, resulta difícil establecer la causa. El periodista corre los mismos riesgos que la población entre la que trabaja. A veces incluso más porque busca acercarse a las líneas de frente. Demostrar la intencionalidad de los ataques que les alcanzan es algo que suele establecerse a posteriori, pero requiere una investigación con acceso a los responsables políticos o militares, y la documentación pertinente, que no siempre se autoriza. Mientras tanto, solo habrá indicios e intuiciones.
¿Merece la pena poner en riesgo la vida para ejercer su labor?
Un periodista muerto no ejerce su labor. La vida es demasiado valiosa. Al mismo tiempo, la percepción del riesgo es muy personal y, a menudo, inexplicable. Personalmente, me ha ocurrido repetidas veces tener miedo justo al regresar de una situación que seguramente era peligrosa, pero que no percibí como demasiado arriesgada mientras estaba en el lugar. Estoy pensando en el frente del aeropuerto de Bagdad horas antes de la entrada de las tropas estadounidenses en abril de 2003, o más recientemente, en diciembre de 2021, durante mi visita a Badghis, la provincia afgana en la que estuvieron desplegados los soldados españoles entre 2005 y 2013. Aunque logramos salir bien, el conductor, el traductor y la fotógrafa que me acompañaban terminaron retenidos conmigo en un centro de los talibanes.
Me ha ocurrido repetidas veces tener miedo justo al regresar de una situación que seguramente era peligrosa
De su dilatada trayectoria en numerosos países, ¿cuál ha sido su experiencia más amarga y cuál su experiencia más positiva?
La más amarga, haber revelado involuntariamente la identidad de una fuente en Afganistán, una persona a la que apreciaba y que sintió que traicioné su confianza; la más positiva, ver los avances de las mujeres a pesar de las numerosas restricciones jurídicas y sociales que sufren en todos los países en los que he trabajado.
Oriente Próximo y Oriente Medio son áreas castigadas desde hace décadas. ¿Por qué no parece haber solución o nadie interesado en encontrarla?
Hay numerosos problemas simultáneos y dependiendo de cada país. Pero para resumir, destacaría dos comunes a todos ellos: uno, dentro: la falta de sistemas democráticos; no porque lo diga Occidente, sino porque no escuchan a sus propias poblaciones; y dos, fuera: el error de Occidente de haber apoyado a dictadores en aras a no ceder el terreno a la influencia soviética, durante la Guerra Fría, o a los islamistas, después de aquel periodo.
¿Los conflictos surgen por los extremismos de uno y otro bando? Pienso en el conflicto de Gaza, por ejemplo, ¿en dónde están los dirigentes ecuánimes, generosos y compasivos?
Es la pregunta del millón. En teoría, así debiera de ser. En la práctica, no lo logramos. Siguiendo con Gaza, cubrí directamente las dos Intifadas (la primera entre 1987 y 1991, y la segunda entre 2001 y 2005). Entonces, todavía había voces moderadas y compasivas en ambos lados. Un movimiento pacifista israelí fuerte y una sociedad civil palestina que, a pesar de la desigualdad de trato que sufría, también empatizaba con el otro lado. La ausencia de voluntad política para hacer realidad un Estado palestino ha acabado con la mayoría de esos puentes y radicalizado a ambas poblaciones.
La ausencia de voluntad política para hacer realidad un Estado palestino ha acabado con la mayoría de esos puentes y radicalizado a ambas poblaciones
¿El fanatismo religioso es el principal obstáculo para la paz en Oriente Próximo y Medio o es la política internacional de las grandes potencias?
Más que de fanatismo religioso, yo hablaría de utilización política de la religión. Porque ese fanatismo se alienta desde los centros de poder que, a falta de legitimación democrática, se apoyan en la religión para alcanzar sus objetivos. Y no es un instrumento que utilicen solo los regímenes teocráticos. La grandes potencias, como avanzaba antes, han cometido el error de apoyar a dictadores (lo malo conocido), una apuesta que ha terminado volviéndose contra ellas porque al impedir el desarrollo de alternativas políticas locales ha dejado como única oposición creíble a los islamistas.
¿Qué diría a los que lo califican de limpieza étnica e incluso de genocidio planificado la política de Israel en Gaza? ¿Qué diría a los que piden la eliminación cueste lo que cueste de grupos como Hamas?
El debate sobre si se trata de genocidio o limpieza étnica me parece un tanto estéril. La mayoría de quienes eligen una u otra etiqueta lo hacen de forma pasional sin haber leído las leyes que definen esos delitos. Decida lo que decida en el futuro el Tribunal Internacional competente para ello, para mí se trata de un acto inmoral que no tiene cabida en el siglo XXI. La legislación internacional no reconoce el derecho de venganza y el derecho a la defensa tiene límites. Hay otras formas de combatir los actos de terrorismo. Respecto a la segunda parte de la pregunta, en la medida que Hamás no es solo un grupo armado sino una idea, veo muy complicado que incluso si Israel mata a todos sus milicianos pueda decir que ha acabado con Hamás.
Lo que ocurre en Gaza es un acto inmoral que no tiene cabida en el siglo XXI. La legislación internacional no reconoce el derecho de venganza y el derecho a la defensa tiene límites
¿Qué país de la zona tiene un camino más esperanzador por delante?
Aquel cuyos gobernantes se atrevan a abrirse a la participación de sus ciudadanos y obtengan de ellos su legitimidad.
¿Cómo evalúa la política exterior española en Oriente Próximo?
La política exterior española está en función de la política exterior europea, aunque quizá en Oriente Próximo haya sido algo menos timorata por más que solo sea de palabra. Analizarla en detalle requeriría un tratado.
España ha anunciado su decisión de reconocer el Estado Palestino. ¿Hasta qué punto es este un hecho significativo y qué consecuencias puede tener para la propia España?
Ya vamos tarde: Lo han reconocido 139 de los 193 países de la ONU, nueve de ellos miembros de la UE, y los Veintisiete debieran haberlo hecho desde que se firmaron los Acuerdos de Oslo en 1993. El reconocimiento es un paso importante, aunque simbólico si no va acompañado de otras medidas.
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