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“Hay que intentar controlar el mercado del alquiler antes de que estalle”

El consejero de Obras Púbicas y Vivienda de Cantabria, José María Mazón. | JOAQUÍN GÓMEZ SASTRE

Laro García

Cuando llega la recta final de la legislatura, ¿qué balance hace de su gestión al frente de la Consejería de Obras Públicas y Vivienda?

A estas alturas puedo decir que estoy muy satisfecho de lo conseguido porque todo ha salido razonablemente bien. Dentro de que no ha sido una legislatura fácil por razones económicas, y todos los años hemos tenido dificultades para llegar a final del ejercicio, creo que en la Consejería de Obras Públicas y Vivienda se ha aprovechado bien el dinero. Sobre todo, porque se han hecho muchas cosas pequeñas, pero para todo el mundo. Creo que hemos cubierto las necesidades más urgentes, llegando a todos los sitios.

¿Han tenido que adaptar sus planes iniciales ante las dificultades económicas y la falta de recursos del Gobierno?

Es cierto que grandes inversiones hemos hecho pocas. Algunas, eso sí, muy necesarias. Si tienes que hacer un puente sobre el río Saja, va a ser caro... Por otro lado, en cuanto a las necesidades sociales en materia de vivienda, nosotros podemos presumir que tanto en el decreto de desarrollo como en las ayudas estatales que han gestionado las comunidades, Cantabria ha sido la autonomía que mejor las ha gestionado. Hemos sido los primeros en sacarlas adelante y en pagarlas, aunque la fórmula no sea perfecta. En la gestión de los planes de vivienda me siento muy satisfecho.

Sí es cierto que ha habido temas que no dependían directamente de nosotros, como la recuperación de áreas urbanas como la del Cabildo de Arriba en Santander, que se nos han escapado. Estaba fuera de nuestras competencias, ya que dependía principalmente del Ayuntamiento de Santander y de las asociaciones de particulares. No han conseguido sacarlo adelante, pero no ha sido por falta de voluntad del Gobierno de Cantabria.

Su Consejería está ubicada precisamente en pleno corazón del Cabildo y desde aquí se aprecia el deterioro de este barrio. ¿Qué ha fallado a su juicio para que su rehabilitación lleve tantos años pospuesta?

Yo creo que ha fallado, primero, el enfoque global de los tipos de ayudas. Que tenga que ser una iniciativa privada, de los vecinos y promotores, hace muy difícil llegar a un acuerdo. Hay muchas familias y muchos vecinos afectados. Luego, el Ayuntamiento tampoco ha desarrollado en condiciones su propio planeamiento urbanístico, y se ha visto afectado a su vez por la anulación del Plan General. Si no se toman algunas decisiones muy drásticas aquí, es difícil sacarlo adelante.

Acabamos de ver un derribo con el que se ha ganado un solar nuevo. Igual es lo mejor así, que empiecen poco a poco... Además, creo que hubiera hecho falta más dinero. Nosotros lo hemos tenido disponible, casi dos millones de euros, dispuestos para invertir, pero si no avanzan los demás, si el Ministerio de Fomento no ofrece unas condiciones adecuadas, si los vecinos están temerosos, si el Ayuntamiento tampoco responde, todo esto no sale adelante.

Se marcaron como prioridad la vivienda. ¿Cómo se ha evolucionado en esta materia en los últimos años?

Hay un tema que ha sido clave, que es la Oficina de Emergencia Habitacional. Ha estado asesorando, colaborando y apoyando a todas las familias que han estado y están en situación muy precaria, con riesgo total de irse a la calle, quedarse sin vivienda y prácticamente sin otra alternativa digna. La Oficina de Emergencia Habitacional ha sido algo nuevo que ha funcionado bien. Por supuesto, no arregla el mundo, pero es un instrumento que tenemos para mejorarlo. Apenas ha habido críticas ni sobre el instrumento en sí ni sobre su funcionamiento.

Se ha hecho bastante con los mimbres que teníamos. Repito que no vamos a arreglar el mundo, porque el mundo es muy grande y la inercia social tiene más fuerza que la actuación de los gobiernos. Cuando lo digo, me critican mucho, pero es así. No se puede cambiar la sociedad por decreto. La sociedad es algo que tiene una inercia y los gobiernos la dirigen, la apoyan, la encauzan, pero no arreglan los problemas de la noche a la mañana.

Esa atención a los problemas de emergencia habitacional se ha intentado llevar a cabo a través del diálogo con colectivos y plataformas de afectados. ¿Qué frutos ha dado esa estrategia hasta el momento?

La coordinación con todas las organizaciones que hay, privadas y públicas, ha sido constante. Nosotros nos hemos reunido muchísimas veces con la PAH y ellos tienen acceso directo a la Oficina de Emergencia Habitacional. Normalmente, cuando estamos apagando fuegos siempre llaman. Mi jefe de Gabinete, junto a la Dirección General de Vivienda, siempre está al tanto de estos problemas. Es una persona que está a mi lado, que me mantiene informado, quien se ocupa, porque le hemos dado absoluta prioridad.

Pero no solamente hemos hablado con estas organizaciones, con Stop Desahucios o la PAH, sino que también hemos estado junto a los afectados y hemos estado hablando con instituciones financieras o empresas como la Sareb, que son propietarios de viviendas y que nos han ayudado a ir incrementando el parque público. Hemos tenido una labor de diálogo y coordinación importante, que es la única forma de estar conectado con la realidad, con la calle. Si estás en el despacho, no ves lo que ocurre fuera.

En el último Observatorio de la Vivienda de Cantabria presentaron una serie de medidas que planean ejecutar a corto plazo. ¿Cuál debe ser el camino que tienen que tomar las administraciones para poner fin a un problema que se encuentra siempre entre las mayores preocupaciones de la ciudadanía?

Por ejemplo, las medidas de ayuda al alquiler se van a dirigir especialmente hacia los colectivos más necesitados. También vamos a poner en marcha un programa de movilización de alquiler de las viviendas vacías, incentivando a los propietarios que tienen miedo a alquilar su vivienda con un seguro que les cubra los posibles impagos o los deterioros de los inmuebles. Se trata de impulsar un sector que empieza a ser problemático. El precio del alquiler está subiendo mucho y está subiendo más rápido que los ingresos de la gente. Hay que intentar controlar el mercado del alquiler antes de que estalle. No podemos permitir que haya un crac. Estamos intentando hacer políticas para incentivarlo y que los precios no se disparen.

¿Qué opinión le merece las medidas que han pactado PSOE y Podemos en relación a la vivienda en su acuerdo presupuestario a nivel nacional?

No lo conozco con detalle, pero todas aquellas medidas dirigidas a mejorar el acceso a la vivienda me parecen positivas. Es un derecho que está recogido en la Constitución, que subraya que los poderes públicos deberán promover las acciones necesarias para que la gente tenga una vivienda digna y adecuada. Doy por bienvenidas todas estas medidas, pero también digo que algunas de ellas son de muy difícil aplicación, así que hay que esperar a ver cómo se implantan. Los recursos son limitados.

¿Qué proyecto o iniciativa le gustaría dejar cerrada antes de que se produzca la convocatoria electoral?

Yo no tengo un gran sueño que cumplir. Tengo muchas actuaciones en marcha y me gustaría dejarlas encarriladas en su mayoría. En esta legislatura he retomado algunas asignaturas pendientes que venían de mi anterior etapa. Son muchas pequeñas actuaciones y no me gustaría señalar solo una. Es marca de la casa, por ejemplo, la construcción de paseos peatonales junto a las carreteras, y es algo de lo que personalmente me siento orgulloso. Se han hecho muchos y se seguirán haciendo. Hemos impulsado grandes infraestructuras como el puente de Golbardo o el puente sobre el río Saja, que son muy necesarios para tener una red de carreteras moderna. Me gustaría también que el Puerto de Laredo estuviera en plena efervescencia, cosa que va a tardar algunos años, aunque seguimos dando pasos… No tengo un proyecto estrella, porque lo que intentamos es cubrir las necesidades básicas atendiendo a los recursos que tenemos. Se trata de ser realista. No tenemos en cartera obras de 10, 12 o 15 millones de euros como ocurría hace tiempo. Por suerte, porque ya habíamos avanzado mucho años atrás.

El rescate económico del Puerto de Laredo ha sido, quizás, la mayor patata caliente que le ha tocado abordar esta legislatura. ¿Qué expectativas de futuro tiene? ¿Cree que llegará a ser rentable para Cantabria?

A ver, el Puerto de Laredo está funcionando relativamente bien. La dársena deportiva, en verano, ha mejorado muchísimo. Y en su parte pesquera, funciona extraordinariamente, va como una bala. Ha superado todas las expectativas y, en muchas ocasiones, se ha quedado pequeño. Esa infraestructura va de maravilla. Solo por el éxito de la zona pesquera estaría justificada en gran parte.

Sobre la parte deportiva es en la que estamos trabajando intensamente. Tenemos un acuerdo con el Club Marítimo para que vengan todos los barcos que estaban en una situación ilegal en la zona de la ría, cerca del Puntal. Esto no hay que olvidarlo. No solo estamos dando uso a unas instalaciones que han generado una inversión muy elevada, que queda para el futuro, que no es un dinero que se haya fundido, sino que además se está favoreciendo el medio ambiente y el buen uso de una reserva natural como son las Marismas de Santoña. Estas cosas no se cuentan, pero existen y conviene decirlas.

Después de las dificultades que ha tenido una infraestructura como esta, ¿por qué se apuesta de nuevo por un modelo similar en San Vicente?

El Puerto de San Vicente, si tiene oposición, es una oposición muy poco razonable y de una minoría, pero hay minorías que se hacen notar más que las mayorías silenciosas. Creo que es un proyecto muy demandado en la zona.

En los próximos días comenzará la negociación presupuestaria. ¿Espera buenas noticias de las cuentas de 2019?

 ¿Buenas noticias? De momento, no. Tenemos un objetivo de crecimiento del 2,7% aproximadamente y vamos a ver cómo se reparte y cuáles son las partidas que necesitan más refuerzo.

A nivel personal, y a unos meses para que acabe la legislatura, ¿se ve con fuerzas para asumir un nuevo mandato?

Como digo siempre, yo tengo fuerzas, pero hay gente que viene detrás con más fuerzas todavía… Yo no tengo inconvenientes en que haya relevos. No me voy a aferrar al puesto ni mucho menos, pero también digo lo de siempre: que estaré a disposición del partido y colaboraré con los que se me pide. Lo cierto es que hay que ir contando con gente joven. Hay muchos que llevamos unos cuántos años en primera línea y no somos eternos… Nos llegará el momento tarde o temprano.

Hablando de eternos... Miguel Ángel Revilla anunciará en unos días si decide presentarse a la reelección. ¿Le cabe alguna duda de que será el candidato del PRC en las próximas elecciones?

No, ni tengo dudas ni certezas. Ninguna de las dos cosas. Vamos a esperar a ver lo que dice él, que está próximo el momento de hacerlo público.

¿Pero hay alguna alternativa en el PRC que no pase por Revilla?

Hombre, yo pienso que hay muchas. El PRC es un partido muy fuerte. Miguel Ángel Revilla es un gran líder y es insustituible como líder y como persona, pero hay una base detrás. Cuando la cabeza visible desaparece, no desaparece el partido, sobre todo un partido como el PRC que está implantado en todos los municipios, que tiene la mayoría de alcaldías y que tiene un gran apoyo social. Siempre habrá alguien en el partido que ocupe su puesto cuando falte él. Se le va a echar mucho de menos y seguramente se note, pero no va a desaparecer el PRC. Hemos conseguido que el PRC sea el referente de la política regional durante muchísimos años y está demostrado que es un partido necesario en Cantabria, siempre enarbolando la bandera de la honradez y el regeneracionismo. Revilla, mientras siga, será el líder indiscutible, pero el día que le toque, habrá alguien que tome su testigo.

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