Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
¿Autonomía fallida?
Desde los tiempos de la pandemia llevo preguntándome si la autonomía como tal sigue teniendo sentido, más allá de la cosa emocional.
La pandemia, con su echada de persiana y el pandemónium de la búsqueda de una vacuna, fue para mí la comprobación de que el Estado está para eso y menos mal que sigue estando. Una pandemia con protagonismo autonómico hubiera sido devastadora.
Recuerdo aquella reivindicación absurda del hecho autonomista a la hora de decretar cierres y reclusiones. Golpes en el pecho, soflamas y reivindicaciones que ya quisieran los independentistas. Claro, mucho mejor tener abierto todo y que se mueran los viejos, habida cuenta de que no había vacuna; pero cuando la cosa se complicó y la situación parecía estancada y las malas noticias llegaban para los que de verdad importan (hostelería, comercio, detestadores de paguitas y negacionistas que no creen en los bichitos que se caen de la mesa) los próceres del autonomismo con igual entusiasmo y presteza rechazaron el cáliz de las decisiones y se las traspapelaron al Estado, con el corolario de demandas y recriminaciones, que no falte.
Porque la autonomía son las respuestas, no el postureo el Día de las Instituciones; y una respuesta clara, rápida y efectiva. Lo contrario, Madrid lo lleva haciendo desde los tiempos de Felipe V, que para este viaje no hacen falta alforjas… 40 años después.
Saco a colación el tema porque me pareció muy ilustrativa la pandemia: el sentimiento autonómico quedaba para las buenas noticias, las malas que se las coma otro. Un caso de inmadurez y de falta de coraje en la asunción de responsabilidades palmario.
Fue así un proceso de decepción y delirio que me llevó a pensar qué es esto que tenemos entre manos, que cuesta 3.500 millones al año y dudo que la diferencia se note con respecto al jacobinismo centralista, visto que a un lado y a otro ya no hay personas, sino algoritmos y carpetas ciudadanas electrónicas.
¿Para qué queremos una autonomía si al final se acaba siempre pidiendo la tutela del padre (al que no se quiere matar porque es muy cómodo seguir yendo el fin de semana a su casa con el saco de la ropa sucia y los táperes vacíos)? ¿Cómo no acabar siendo una autonomía fallida?
El mismo Estado que cedió las competencias de sanidad y educación junto con una cesta de impuestos para financiarlas, ve ahora cómo los virreyes se dedican a rebajar tramos autonómicos y bonificar al sursum corda para de nuevo reivindicarle más financiación. Lo dicho, el saco de ropa sucia y los táperes vacíos.
Salvo el hecho sentimental e identitario, que las nuevas generaciones están reduciendo a su mínima expresión, el hecho autonómico es un fiasco desde la quilla a la ‘galleta’.
¿Mamografías? Si todos vamos a morir. ¿Un vertedero de amianto? Peor sería nuclear. ¿Un gran centro de proceso de datos? A vender praos. ¿Problema de vivienda? Sí, turística. ¿No hay trenes nuevos? Tampoco autobuses. ¿Dinero en el bolsillo? Depende de cuál. ¿Centro de salud sin médico? Eso se arregla con un chat privado. ¿Patrimonio histórico? (Ver respuesta a mamografía). ¿Se quema el monte? Ya lloverá. ¿Protonterapia? Mejor un nuevo campo de fútbol. ¿Proximidad al administrado? Ja. ¿Transparencia? Uf. ¿Dación de cuentas? Je. ¿Libre concurrencia? Reserva del derecho de admisión. ¿La prensa? Una sarta de bulos. ¿Los bulos? Una sarta de verdades.
Vale, tiene que haber algo positivo.
…
Tal vez en la prensa diaria.
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Tal vez en el BOC o en los acuerdos de Consejo.
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Tal vez en el Boletín de la Cámara.
…
Seguro que lo hay pero será otro día. Solo es cuestión de ponerse a ello.
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