Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
Los años 90
Era Santander, eran los años 90. El Plush de Stone Temple Pilots sonaba en el Bull, Quique Setién regresaba al Racing, que a su vez volvía a ser equipo de Primera, Manuel Huerta repetía como Lord of the Rings, los Cines Coliseum estrenaban Amor a Quemarropa de Tony Scott y la ciudad, orgullosa, consideraba a San Sebastián, Deauville, Biarritz y Niza como pequeñas aldeas de provincias. “El gran balneario costero somos nosotros”, parecía gritar el Alto Sardinero sin ninguna connotación a largo plazo (Ignacio Diego aún no sabía que un baño en Las Caldas es como el mourinhismo, para toda la vida). Juan Hormaechea era nuestro Tsipras -de derechas, claro, que somos gente de orden-; el visionario de Cabárceno, que es a Cantabria lo que Liam Gallagher a Oasis, disfrutaba incluso de su Syriza trucho (UPCA) apoyado por el PP de la época, que venía de AP, el partido de Fraga, jerarca franquista convertido tras su muerte en estadista inmortal por esta democracia, cada vez más cracia y menos demo.
Había pegatinas de Limpiuco, pintadas a favor del Túnel de la Engaña, tetas en Televisión Española y campeonatos del mundo de bolo palma mientras Miriam Díaz Aroca se deslizaba los sábados por la mañana por las pantallas de nuestras televisiones en patines de dos ejes; vieja escuela. Se puede decir que todo ha cambiado desde entonces menos Bonifaz, que continúa siendo el chiste más gracioso del mundo de los Monty Python; te mata de risa. Lo que no había entonces eran blogs políticos. Sus señorías hablaban con la gente con cierto aire naíf, buscando la victoria como en El disputado voto del señor Cayo de Delibes, tomando blanco de solera en Soba, en Luena, en Cueto y donde hiciera falta. La transparencia era una cuestión de confianza ciudadana y no una entrada en una bitácora digital, las coletas las llevaban los Judas Priest, no las rockstars de LaSexta y un monedero era lo que las abuelas sacaban en la Plaza de la Esperanza para pagar un kilo de lirios. Dice Íñigo de la Serna en su blog que su patrimonio “para algunos será mucho, poco o lo normal”. El aún alcalde de Santander, que ha tomado el camino inverso a Reagan –a diferencia del atractivo ¿candidato? del PP por Santander el republicano fue actor antes que político- disfruta de los ahorros que consiguió durante su etapa de estudiante y como becario; que él, a diferencia de vosotros, no se los gastaba en 'machacaos', ni en el Peter Pan ni en Los Raqueros de Tetúan. Griegos, despilfarradores; eso es lo que sois. Es tan austera su rutina, tan jodida su situación, que Ken Loach ha alquilado casa en la ciudad para rodar un biopic de su vida.
Diego y de la Serna; Perez Hilton y Microsiervos, cada uno con sus cosas. Son los blogueros más influyentes del espectro. Uno publica entradas con menos frecuencia que El Perolo (os quiero y lo sabéis) y cartas al director en las que solo falta el “¿pero qué diceeeeeees?” y una foto posando con una chupa Spyder; de hecho he visto como porteros del Indian me conminaban a abandonar el local con mucha más educación. El otro publica todos los días; lo que sea, como sea y cuando sea. Uno dicen que será ministro y modelo para la nueva colección de Tom Ford. El otro suena como Pikachu.
(Por cierto, los Stone Temple Pilots han fichado a Chester Bennington, vocalista de Linkin Park. Todo se va a la mierda).
Sobre este blog
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