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Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

Pitas, pitas

Esperanza Aguirre

Javier Fernández Rubio

En 2010, la entonces presidenta de Madrid, Esperanza Aguirre, pronunció unas palabras que luego no quiso explicar. Dijo que el Gobierno lanzaba 'pitas, pitas' a Andalucía. Realmente no hay que tener dotes adivinatorias para entender lo que la gran superviviente de accidentes de helicóptero, atentados terroristas, tamayazos y casos de corrupción varios quiso decir.

Toda legislatura se divide en dos partes, prácticamente simétricas. En la primera, el gobierno de turno hace lo que cree que debe hacer. Incluso a veces cumple parte del programa electoral, lo que es inaudito. Es la legislatura 'política' y da igual la dureza de las medidas porque las elecciones son cada cuatro años y el electorado tiene memoria frágil. Es en esta primera mitad cuando se aplican recortes y se aprietan las tuercas al personal, o simplemente se dilata para otra ocasión el cumplimiento de las promesas. Pero no hay otra ocasión, porque lo que viene después es el 'pitas, pitas': dos años en que el Gobierno se centra en la reelección y arroja miguitas y pienso del rico al electorado, bien en su conjunto, bien por capillas. Es la legislatura del marketing electoral.

Si las elecciones generales se adelantan a finales de 2019, ya estamos en plena legislatura marquetera. Y las pitas ya empiezan a aparecer. Ahora se aflojará el control a los ayuntamientos para que estos puedan reinvertir sus superávit (traducido: gastar en 'pitas, pitas' para sus propias campañas municipales), equiparaciones salariales a guardias civiles y policías con los mossos, entre otras mejoras a empleados públicos como la consolidación laboral y el incremento salarial, bonificaciones fiscales a los jubilados (aunque más del 60% no cobra por encima de los 12.000 euros que les obligaría a tributar por IRPF), una financiación molona para las autonomías que recoja las singularidades de todas, incluidas las tribus cántabras, y un largo rosario de promesas sin plasmación práctica que van a llegar ad infinitum.

La gran paradoja del liberalismo es que muchas veces entra en contradicción con algo tan vetusto como la democracia. Y muchos ciudadanos, optan por el mal menor, que no son los valores democráticos, callado está dicho. Saben que les tiran 'pitas, pitas' y a comer y a votar, que al menos algo entra en el buche aunque las promesas tengan la consistencia de un silbido. De ahí esa estampa de jubilados airados, alguno de los cuales votó por el Gobierno al que ahora abroncan, seguro.

Pero lo cierto es que no falta quien opta por el mal menor: que le estafen el 10% de sus impuestos a que se lo quiten todo, que esa es la creencia secuenciada en el genoma español, gran triunfo del neoliberalismo hispano.

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